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El “extraño” positivo de la estrella del equipo

Belén Arrojo, jugadora del Lointek Gernika, denuncia que fue confinada por un presunto contagio por covid que le impidió jugar un partido clave en Turquía

Jon Rivas
Belén Arrojo covid
Fagbenle tapona a la jugadora del Gernika Tinara Moore. Fiba

Belén Arrojo (Granada, 26 años) ya puede volver a casa después de lo que ella y su equipo, el Lointek Gernika, denuncian como una encerrona en Turquía en un partido de la Eurocup femenina de baloncesto. En el caso de Belén Arrojo, doble. El conjunto vasco perdió en la eliminatoria de acceso a los dieciseisavos la renta de 24 puntos que traía desde casa, al caer por 69-40 contra el Çukurova Mersin en un ambiente que consideran lleno de irregularidades. Entre ellas, que Arrojo, su jugadora más destacada, viera el partido confinada en un hotel por un positivo que califican como muy sospechoso. Había dado negativo en el aeropuerto a su llegada, y de nuevo dos veces más después de esa prueba positiva que le impidió jugar el partido.

“No sé cómo definir mi situación”, comenta Arrojo en conversación telefónica con EL PAÍS minutos antes de recibir la confirmación del segundo test negativo consecutivo. “Intento asimilarlo. Han pasado tantas cosas tan rápidas que sigo en estado de choque. Me pregunto: ‘¿Esto que está sucediendo es real?. Doy negativo en Estambul y no cuadra que dos horas después dé positivo antes del partido. Es increíble que esto esté sucediendo en el deporte”, explica la jugadora más valiosa del equipo vizcaíno, a la que el positivo dejó fuera del partido con el visto bueno del delegado de la FIBA, presente en la realización de los análisis. Añade Belén Arrojo que los recipientes en los que se guardaban los análisis ya iban rotulados de antemano con el nombre de cada jugadora, lo que según ella y su equipo puede propiciar la manipulación.

“Ya habíamos pasado la cuarentena”, relata. “El 18 de diciembre hubo cinco positivos en el equipo y los días siguientes más, así que estuvimos todas confinadas”. Poco a poco todas fueron saliendo del aislamiento con resultados negativos, de vuelta a los entrenamientos. “Nos cambiaron la fecha del partido, aunque en principio querían que jugáramos dos días después de salir de la cuarentena, y desde la FIBA nos avisaron de que tendríamos que pasar un control en Adana, por exigencia del club local”.

“Todo fue muy raro. Nos hicieron las pruebas en una sala del aeropuerto, aunque querían realizarlas en la calle”, cuenta la jugadora

Belén Arrojo continúa el relato: “Unas horas antes de salir, hicimos pruebas de antígenos en Gernika y éramos todas negativas. Quisimos hacernos otra prueba en Barajas, pero el resultado tardaba 18 horas, así que decidimos pasarla en el aeropuerto de Estambul porque nos comentaron que tardarían una hora en decirnos si eran positivos o negativos. Los pasamos y antes de embarcar para Adana, conseguimos el resultado. Eran todos negativos”.

El equipo de Gernika voló a la ciudad turca situada al sureste del país, a una hora y media de viaje. Cuando llegaron, les esperaba una representación del club turco acompañada por el delegado de la FIBA. “Todo fue muy extraño, muy raro. Nos hicieron las pruebas en una sala de espera del aeropuerto, aunque al principio querían realizarlas en la calle”, cuenta la jugadora. Su entrenador, Mario López, que se quedó en Turquía para acompañarla en el confinamiento, es más explícito: “Nos hicieron pruebas de saliva, y al que no tenía, le hacían beber agua. Nos metieron el palito hasta no sé dónde, por las dos fosas nasales, y a todo esto, ellos sin mascarilla. Los tubitos ya iban con el nombre de cada uno”.

Alarmas antiaéreas en el pabellón

La FIBA les anunció que sólo servía el test de Adana. Los resultados llegaron el martes, pocas horas antes del partido. Para entonces el club local ya les había cambiado de hotel sin previo aviso, mucho más lejos del pabellón, y se había encargado a última hora de modificar el escenario. De su recinto habitual, un espacio amplio con capacidad para 7.000 espectadores, a una caja de cerillas en la que se amontonaban 2.000, con canastas colgantes.

“Cuando me dijeron que el mío era positivo se me vino el mundo encima”, cuenta Arrojo. “Decidieron llevarme a un hospital para hacerme otra PCR, y luego me confinaron en el hotel. Tenía la ropa preparada por si llegaba el resultado negativo”. Pero no llegó. Por la televisión, la jugadora granadina vio la segunda parte del encuentro: “Lloré, sentía impotencia. El pabellón, con la gente a un metro con trompetas, sin mascarilla. Al segundo entrenador le echaban agua… Y el arbitraje...”.

“Lo que pasó en la cancha no lo había visto en mi vida”, confiesa el entrenador, Mario López

El Çukurova es un club poderoso, con dos millones de euros de presupuesto que se vio sorprendido en Maloste, la cancha del Lointek Gernika, y cayó por 24 puntos (83-59). “Lo que pasó en la cancha no lo había visto en mi vida”, confiesa Mario López. “En el primer cuarto, nuestras dos pívots ya tenían dos y tres faltas. Cada contacto era personal en contra. Cuando atacábamos, sonaban a todo volumen alarmas antiaéreas, que están prohibidas, pero ni los árbitros ni los delegados FIBA decían nada”.

Al finalizar el partido, mientras cenaba, llegó el resultado de la PCR. Negativo, como se esperaba, pero Belén Arrojo no pudo viajar. Necesitaba otro negativo más y pasó otro test. El miércoles a mediodía, mientras sus compañeras llegaban a España, recibió el resultado: negativo de nuevo, lo que alimenta sus sospechas de que la mejor jugadora del Lointek Gernika fue víctima de un secuestro deportivo. “Lo bueno es la solidaridad que he encontrado. Me han enviado muchísimos mensajes. Les doy las gracias a todos”, comenta Belén Arrojo.

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