El corazón retira a Agüero
El delantero argentino, que solo ha podido disputar 166 minutos con el Barcelona, deja el fútbol a los 33 años por los problemas cardíacos
“Por las ganas que no puedo contener, porque en mi sangre está siempre presente, por las emociones que me hace sentir, el fútbol es mi pasión, mis ganas de vivir”. Así comienza la cumbia que le dedicó el grupo Los Leales al Kun Agüero (Buenos Aires, Argentina; 33 años), a quien el corazón le ha arrebatado su pasión, sus últimos años de fútbol. Una noticia que sabía ya desde hace unas semanas pero que el delantero del Barcelona se resistía a aceptar porque, pensaba, todavía existía alguna oportunidad de que el catéter que llevaba arrojara resultados distintos. No fue así. “El jugador dará este miércoles una rueda de prensa para explicar su futuro”, resolvió ayer en un escueto comunicado el Barça. El corazón le ha dicho basta al Kun.
Su andadura en el Camp Nou ya empezó torcida porque llegó para jugar con su amigo Messi y la historia se truncó antes de empezar. “Esperemos jugar juntos. Creo que seguirá. Hablo con Leo todos los días. Poder entrenar con él todos los días será un sueño”, explicó Agüero el día de su presentación en sociedad azulgrana. Pero el club se quedó con las ganas de renovar al 10 por la falta de dinero y porque sobrepasaba de mucho el juego limpio financiero, momento en el que Leo se marchó al PSG y también en el que el Kun se lesionó en un gemelo, por lo que estuvo dos meses y medio parado.
Cuando volvió a atarse las botas, a cuentagotas porque así lo quería Koeman, se cayó. Fue el 30 de octubre, ante el Alavés, cuando notó que le faltaba el aire —un episodio similar sufrió en 2017 con la selección en un duelo ante Nigeria, cuando le dio una lipotimia— y se tuvo que tumbar sobre el césped por culpa de una arritmia. Esa misma que ahora le dice que el fútbol se le ha acabado después de solo 166 minutos de azulgrana.
El adiós del Kun debilita todavía más al Barça en el área rival, equipo que ahora solo cuenta con dos puntas que no suman uno porque Memphis es más un falso 9 y porque Luuk de Jong no casa con el juego de toque y posesión del Barcelona, torpe a la hora de las entregas y negado en el remate porque acumula solo un tanto con la zamarra azulgrana. Memphis suma ocho —líder en la estadística seguido por Ansu Fati (4)—, aunque tres han sido de penalti. Aunque el vacío de Agüero permitirá liberar la ficha y también acometer un fichaje —cobra unos seis millones de euros anuales— en el mercado invernal, ahora que Ferran Torres (City) y Cavani (United) están en el punto de mira.
Para el Kun el fútbol lo fue todo de niño, siempre predispuesto a saltar por la ventana de casa que daba a la cancha de la Villa Los Eucaliptos —barrio marginal al sur de Buenos Aires—, donde tres palos sueltos hacían las veces de portería. “A veces jugaba por un sándwich; otras por una gaseosa”, relataba el futbolista. Pero siempre lo hacía por diversión porque no había nada que le gustara más que el balón, acaso los dibujos japoneses Conan, el niño del futuro donde el protagonista se llamaba Kum Kum, origen del apodo que le puso su abuelo.
Récord en la Premier
Pronto despuntó en la escuela de Independiente, donde los técnicos se frotaban los ojos al verle jugar por sus goles, porque nadie lo podía frenar ni con patadas, también porque con nueve años era capaz de enviar los córners al segundo palo. Ya con 15 y 35 días se estrenó en 2003 bajo las órdenes de Óscar Ruggeri con el primer equipo para romper el récord de precocidad establecido por Maradona en 1976. Y le llovieron las ofertas: Hamburgo, Chelsea, Corinthians, Villarreal... Pero sobre todo Bayern y Atlético, que desembolsó 23 millones.
A la sombra del goleador Forlán al inicio, Agüero mostró su mejor versión con Quique Sánchez Flores después de dejar de lado la Coca-Cola y los asados. “¡El Atlético es el mejor equipo de Europa!”, clamó en agosto tras la conquista de la Europa League (2010) y la Supercopa Europea (2010); “¡Vamos a por la Liga!”. Pero sus aspiraciones chocaron con las del Atlético y en 2011, único jugador que no era transferible de la plantilla, se marchó al City por 40 millones.
Respondió el 9 en el césped, sobre todo en 2012, cuando en la última jornada de la Premier desequilibró la balanza contra el QPR sobre la bocina para darle al City el primer título en 44 años. Con el tiempo llegó Guardiola al banquillo citizen y, a pesar de que se entendían de palabra, al delantero le agobiaba la exigencia del técnico, pues el Kun nunca quiso ser el mejor sino que se conformó con su don. Suficiente, en cualquier caso, para acabar con 184 redes en 275 encuentros de la Premier, el extranjero con más goles y el cuarto total tras Shearer (260), Rooney (208) y Andy Cole (187). Luego llegó el Barça.
“¡Kun, Kun!”, gritó el Camp Nou cuando se estrenó con la camiseta azulgrana ante el Valencia. “Fue increíble que el campo lo coreara. Ahora, toca acostumbrarme al cántico y me toca demostrar el cariño que me mostraron. Espero que disfruten de mi juego”, señaló el delantero, pronto comparado con Romario por su centro de gravedad bajo (1,73m) y arrancada, también por su disparo seco y hasta por su pereza en la lucha. Hasta que ante el Alavés le falló el corazón.
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