Cuando el balón te abandona
Hay un miedo al vacío cuando se termina una pasión que nos acompañó desde niños. ¿Existirá mayor privilegio que el de vivir de un juego?
El antes y el después
Esta próxima semana se cumplirá un año de la muerte de Maradona y la fuerza de su personalidad aún agita a la opinión pública a través de series, libros, podcasts y de infinidad de programas especiales que lo rememorarán. No nos puede extrañar, fue un genio en su ámbito, de manera que mientras haya fútbol, habrá Maradona. Pero no deja de ser increíble que todavía no hayamos acabado de digerir esa vida tan intensa, mitad gloria y mitad infierno. Maradona construyó su reino dentro de un campo de fútbol gracias a su talento descomunal y a su volcánica personalidad. Luego, sin la pelota de por medio, la vida se le hizo larga, hasta el punto de convertir al héroe en víctima. El exagerado Maradona lo convertía todo en un espectáculo, pero hay que decir que, para la comunidad deportiva sin excepción, hay un antes y un después cuando se deja la carrera.
Un hueco que no se llena con dinero
Esta semana fue Joaquín quien habló del final de su carrera, aunque aún tenga un pie en el estribo. Lo hizo con su gracia habitual, pero incluso una personalidad festiva como la suya acusará el golpe. Es inevitable. Hay un miedo al vacío cuando se termina una pasión que nos acompañó desde niños. ¿Existirá mayor privilegio que el de vivir de un juego? Es muy cierto que un jugador de gran nivel que se retira en estos días no tendrá que pensar en el dinero si vive responsablemente. Pero el hueco que deja lo que se ama no se llena solo con dinero. De pronto la rutina en la que pasábamos el tiempo, el reconocimiento de una actividad tan popular, incluso la presión que nos comía la cabeza, desaparece. Sencillamente, a mitad de la vida, hay que convertirse en otra persona y descubrir otra vocación. Otra pregunta: ¿cómo nos ve, en ese trance, nuestro círculo más cercano?
¿Quiénes somos cuando ya no somos?
Porque el tipo al que los hijos veían más por la tele que en casa, de un día para otro se transforma en un mueble en medio del salón. Así, el héroe encoge. Lo explicaré a través de la mirada de un niño. Dejé el fútbol con 30 años y muy pronto empecé a colaborar con medios de comunicación. Como lo nuevo impone, me agarró un ataque de responsabilidad. Compraba periódicos y los descuartizaba con una tijera para archivar en carpetas y pegar en cuadernos. Mi hija tenía poco menos de cinco años y un día su maestra le propuso a la clase que hablaran de la profesión de sus padres. Todos tenían clara la respuesta: médico, abogado, periodista o lo que fuera. Cuando llegó su turno, a mi hija solo se le ocurrió decir: “Mi padre recorta y pega”. No se conoce degradación más grande de un flamante campeón del mundo.
Prepararse para el salto
De Maradona a Joaquín hay muchas diferencias, pero es que no existen dos casos iguales. Sin embargo, hay una única receta para toda la comunidad deportiva: que el día después los encuentre preparados. La única manera de superar el desconcierto, la sensación de vacío y hasta la amenaza de una depresión, es tener ocupado el tiempo con una tarea estimulante: una nueva actividad laboral, cuidar tus propias inversiones, estudiar, recortar y pegar… Lo que sea. Estos días me tocará presentar, en la Liga de Fútbol Profesional, un programa sobre el final de la carrera profesional de los deportistas, cuyo fin es acompañarlos hasta el otro lado del fútbol y que sientan el final como una oportunidad antes que como una amenaza. Pocas cosas me hacen más feliz que participar en proyectos educativos que llenen un hueco tan grande.
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