Sandra Sánchez: “Me caí en una marmita de energía infinita”
La campeona olímpica dice que no sabe como aguanta tanta tralla y que la rutina le hace feliz. En Dubai busca ganar el Mundial y la triple corona en un mismo año
Sandra Sánchez (Talavera de la Reina, Toledo; 40 años) sólo ha parado una semana desde que consiguió el oro olímpico en los Juegos de Tokio. No había tiempo para más vacaciones porque quiere ganar el Mundial que comienza en Dubai este martes. Otro oro significaría alcanzar la triple corona (Europeo, Juegos y Mundial) en un mismo año. Un récord más para la karateca española, que lleva sin bajarse del podio desde 2015. Dice que la rutina no le cansa y que, pese a todo, no se siente invencible.
Pregunta. ¿Qué adicción genera ganar?
Respuesta. Buena pregunta… No sé si la adicción es ganar en sí, es más la sensación de que sientes que lo estás haciendo bien y quieres seguir haciéndolo bien. Y luego está esa cosa que tengo yo, que vea el vídeo que vea, haya ganado unos Juegos Olímpicos o lo que sea, siempre encuentro errores. Y digo: “joer, la próxima lo tengo que hacer mejor y quiero que no se vea ni ese pequeño fallo”.
P. ¿Incluso en Tokio vio errores?
R. Sí. Aunque sea la velocidad a la que he hecho un giro o cómo he llegado al final de un movimiento. Son detalles casi inapreciables, pero como yo sé que puedo hacerlo mejor porque entrenando he conseguido llegar a ese punto, pues ya quiero hacerlo. En el vídeo lo percibo y lo veo y los árbitros buenos también.
P. ¿Qué vacío se siente después de un oro olímpico?
R. No me ha dado tiempo a sentir vacío porque tenemos un Mundial demasiado pronto. En la cabeza está intentar ganarlo. Creo que después lo sentiré y se juntará todo lo de un año tan intenso. Llegará el momento de gestionarlo.
P. ¿La tormenta después de un oro olímpico cómo se gestiona?
R. Ha habido momentos en los que me ha resultado difícil gestionar mi vida social sabiendo que tenía el Mundial. Soy muy exigente y si voy al Mundial no quiero que un árbitro diga: “sí, está bien, pero no está igual que en los Juegos”. Porque ya sólo no te comparan con el resto de competidoras, sino contigo misma también. Entonces si me ponía el objetivo de ir al Mundial tenía que ir al cien por cien. La rutina de entrenamiento de 6-7 horas diarias es la misma, pero a todo eso tienes que sumarle los compromisos. He tenido más vida social estos dos meses que en toda mi vida. Y eso te quita tiempo de descanso, la rutina de la comida, ves que al día siguiente llegas al entrenamiento un poco más cansada. Tuve que encontrar un equilibrio entre disfrutar de la vida social, porque también había que disfrutarla, pero sin descentrarme del objetivo.
P. ¿Cómo aguanta tanta tralla?
R. Pues no lo sé [suelta una carcajada]… comiendo pan y pipas… Jesús [del Moral, el seleccionador y su pareja] siempre me dice que me caí en una marmita de energía infinita. Hasta él se sorprende, después de la caña que llevamos, llego a la habitación y empiezo: “esto, esto, esto, esto”… soy como una hormiga atómica y él me mira tumbado reventado y dice: “¡Pero todavía tienes energía, acuéstate ya!”. Creo que es algo que te nace en el interior.
P. ¿El cansancio es más físico o mental?
R. Mental. Porque sí que a veces me agobia llegar a todo. La vida social no es sólo ir a un sitio y divertirte, significa muchas veces tener que hablar en público y eso me genera casi más presión que competir. Los nervios y el querer hacerlo bien te agotan mentalmente.
P. ¿Quién le manda a hacer el Mundial?
R. Era un sí o sí. ¿Cómo va a haber un Mundial y no voy a ir? Eso va implícito en que a mí me costó mucho llegar y ahora estoy viviendo una etapa de mi vida que pensé que no iba a llegar nunca. Disfruto de todo lo que me está pasando, no voy a perder la oportunidad de ir a un Mundial. Sabíamos que por fechas, a nivel de planificación, estirar el chicle del cuerpo era difícil. Pero al final era otro reto y los retos te echan palante.
P. ¿El cuerpo no le ha dado señales de que hay que parar?
R. Claro que sí, claro que estoy cansada. Pero nos controlamos mucho en la unidad de control de rendimiento. Jesús en esto tiene mucho cuidado y baja las cargas de entrenamiento porque sabe que estamos estirando el chicle y no es cuestión de seguir con la misma rutina de la misma manera sino, dentro de lo que estamos haciendo, hacerlo de la mejor manera para que no haya lesiones. Volvimos de los Juegos no de forma progresiva, sino al cien por cien para preparar el Mundial.
El día que gané en Tokio volví a la Villa [Olímpica] y nada más que buscaba los muffin de chocolate: ¡dónde están, donde están!
P. ¿En qué le ha cambiado el oro olímpico?
R. En nada y en todo. Yo creo que sigo siendo yo, me levanto por las mañanas y digo: “que yo soy Sandra”. Me sorprende que a la gente le cueste hablarme de forma normal. Les digo: “háblame normal que yo no he hecho nada”. Y a la vez me ha cambiado en todo, porque tengo más vida social que en toda mi vida y estoy viviendo cosas que nunca antes había vivido.
P. ¿Es todo como se lo habían contado?
R. Hasta que no las vives, la realidad supera todas las expectativas.
P. ¿Se ha concedido algún capricho?
R. No me ha dado tiempo… llegarán después del Mundial, comer chocolate que es el único dulce que me gusta. El día que gané en Tokio volví a la Villa [Olímpica] y nada más que buscaba los muffin de chocolate: ¡dónde están, dónde están!
P. ¿Qué le dijo Pedro Sánchez?
R. Me pidió que le explicara la situación [el kárate no estará en los Juegos de París 2024] y me preguntó si creía que se podía hacer algo. Le dije que lo que mueve el mundo son los políticos… y que los deportistas no podíamos hacer nada, salvo pedirle a los políticos que ayuden. Sé que se han escrito cartas, tiene buena relación con Emmanuel Macron.
P. ¿Hay alguna opción?
R. En diciembre se ratifican los deportes que estarán; si hubiera habido una presión súper fuerte y el COI (Comité Olímpico Internacional) no hubiera tenido más remedio ante esa presión, pues se podría haber cambiado algo; que por cierto, sería la primera vez en la historia. Pero creo que el COI no está por la labor. Lo último que ha dicho es que la salida del kárate ha sido bajo unos criterios transparentes, los cuales no conocemos. Si los criterios están escritos, sean deportivos, económicos o políticos, tú te puedes ceñir a ellos. Pero si se decide según el país y los despachos, es imposible saber lo que hay que hacer para entrar si no sabes qué has hecho para salir.
P. La gente normal que la ve ganar y ganar y no bajarse del podio desde 2015 se pregunta si se siente invencible.
R. ¡Qué va! Después de los Juegos, tuvimos competición en Moscú y no paraba de darle vueltas a la cabeza: y si, y si..., y si ahora a los árbitros ya no le gusto...
P. La rutina cansa menos ganando, pero ¿dónde encuentra motivaciones teniendo en cuenta además que el kárate no estará en París 2024?
R. Es al contrario, a mí la rutina es lo que me hace sentir bien. Cuando no paraba de ir a actos decía: “si yo lo que quiero es levantarme, entrenar, comer, descansar y entrenar”. En esa rutina me siento feliz y la motivación no se termina porque el reto es conseguir el Mundial. Cuando acabe sí que habrá un descanso físico y mental para plantear el año que viene que hay más retos.
P. ¿Dónde se van de vacaciones?
R. No lo hemos pensado todavía, pero las necesitamos, necesitamos salir de todo esto que nos ha pasado. Han sido cinco años muy duros, viviendo aquí [en el Centro de Alto Rendimiento] somos pareja pero vivimos en una habitación de estudiantes, vamos a casa un fin de semana cada mes y medio. Necesitamos también tiempo nuestro, para nosotros y de calidad que lo podamos disfrutar.
P. ¿Se van a quedar en el CAR?
R. No, nos vamos a casa. Vivimos en una habitación con dos camitas, dos escritorios y un armario. Está muy bien, si no hubiese estado aquí, hubiera sido imposible conseguir lo que he conseguido porque aquí todo el tiempo que ahorras en comida, en ir a hacer la compra, lo ganas en entrenamiento y descanso. Pero nosotros también necesitamos nuestra vida. Tenemos tatami en casa, él es entrenador, no nos falta de nada si salimos de aquí. Jesús también mentalmente necesita salir de esto. Que luego a lo mejor hay Europeo y nos concentramos dos meses, pues sí, pero que nuestra vida sea ya nuestra casa también.
P. ¿Volvió a hablar con Shimizu [Kiyou, la japonesa a la que derrotó en su casa] después del oro?
R. Sí, hablamos mucho. La primera vez me contactó ella y me sorprendió un poco, porque después de los Juegos no sabes muy bien cómo está la cosa. La Federación japonesa decidió que ella no fuera al Mundial y me decía: “¿tú que estuviste mucho tiempo en el lado en el que estoy yo ahora, cómo te lo tomabas tan bien?”. Le dije que las medallas, el kárate, lo que nos pasa en el deporte es un círculo muy pequeño y cuando sales de allí la vida es otra cosa. Y que la gente que no la valora por una medalla, no es la gente importante de su vida. En cuanto salimos de este círculo no nos conoce nadie y sólo tenemos que ser Sandra y Shimizu. Y la invité a que se viniera a España que aquí se le va a pasar todo. Sé que el golpe fue muy duro porque el nuestro es un deporte con tanto peso en Japón… esperaban tanto su medalla. Pero no deja de ser una plata olímpica, parece que no lo podemos poner en valor. Podría haber ganado cualquiera de las dos.
P. ¿Ahora con la calma puede explicar qué se siente cuando se cumple un sueño?
R. Todavía intento darle nombre a todo lo que sentí, porque son tantas cosas que no has sentido nunca que dices: ¿esto qué es? Fue una explosión de tantos sentimientos y tan bonitos que la sensación es: ¡lo he hecho! Es satisfacción, orgullo, pero no por haber ganado yo sino por saber que todo el trabajo, la confianza que Jesús había depositado en mí, había tenido esa recompensa. Me emociona más cuando lo veo ahora en vídeo que cuando estaba allí. Es que allí estaba tan contenida, eran tantos sentimientos, era todo tanto que no te da tiempo a asimilarlo. Cuando veo el vídeo del podio se me salta la lagrimilla porque lo siento de otra manera.
P. ¿Hasta cuándo quiere competir?
R. No lo sé, pero sé que no soy inmortal. El año que viene hay Europeo, Juegos Mundiales, no quiero tomar la decisión mientras esté en esta vorágine de sentimientos, emociones. Cuando pase el Mundial y tengamos ese descanso, cuando ya veamos las cosas con perspectivas, decidiremos.
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