Sandra Sánchez, campeona mundial: ‘¡Pequeñina, lo has hecho!’
La española, de 37 años, logra el oro tras cuatro campeonatos europeos. Damián Quintero se cuelga la plata tras caer ante Ryo Kiyuna
“Si hubiera un pulsómetro lo reventaba ahora”. Son las seis y algo de la tarde en el Wizink Center y Sandra Sánchez acaba de ganar el oro en katas, su primer oro Mundial. Se ha puesto en una esquina del pabellón, al lado de pequeña cafetería que han montado para la prensa y desde allí, solita y sin más compañía que la de las gotas de sudor, intenta recuperar la respiración. En el tatami, mientras, Damián Quintero está compitiendo en la final masculina (fue plata).
“Todavía estoy contando banderas: azul, roja, roja, azul, roja”, dice Sandra. Las banderas son las que levantan los jueces para señalar al ganador. Llevan el color del cinturón de los karatecas. El suyo este sábado era rojo. El de Shimizu Kiyou, su rival, la japonesa que ganó el Mundial de 2016, era azul. Sánchez nunca le había ganado. En la intimidad del pabellón, con toda la atención centrada en el kata de Quintero, Sandra cuenta que se ha echado una siesta antes de la final. “Fíjate si estaba tranquila. Eso sí, no he querido ver a nadie de mi familia para no ponerme nerviosa”, confiesa. Cuenta también que la organización ha cambiado el tatami con respecto a las rondas eliminatorias. “Se nota, sí que se nota, este además es nuevo”.
“Todavía no me lo creo, soy campeona del mundo y no me lo creo”, repite antes de subir al podio a recoger la medalla. “Tengo que ir a por la chaqueta”. Después del himno ya pasa por la zona mixta. “¿Os cuento un chiste?”, dice vacilona ante la nube de cámaras. “Tengo tanta emoción que en algún momento explotará”, añade. Jesús del Moral, seleccionador y pareja de Sandra, está en la otra punta de la sala intentando dar consuelo a Quintero, que llora de decepción por una plata que dice que a partir de mañana le sabrá mejor. Perdió 5-0 contra el japonés Ryo Kiyuna, el actual campeón del mundo que le venció también en 2016.
La de oro en este Mundial es la medalla 37 para Sandra Sánchez a sus 37 años. Ella, que nunca había ganado hasta los 32, no se baja del podio desde entonces. “Genial, es genial, no se puede decir ya nada de la edad, eh”, bromea con una sonrisa de oreja a oreja. Ella, que lleva cuatro años seguidos liderando el ranking mundial, nunca había sido campeona del mundo. “Por eso este oro significa mucho para mí. Siempre decía que era la número uno del mundo, un premio a la regularidad, pero no campeona del mundo y que había que ganar el campeonato del mundo para, por un momento, ser la mejor. Era como una espinita que me quedaba. Y ahora pues a marcar el siguiente reto que es Tokio 2020”, explica. El kárate será por primera vez olímpico y se estrenará en esos Juegos.
¿Algún antojo? “Me gusta comer sano… pero comeré chocolate para celebrarlo”, contesta Sandra mientras cuenta lo que le dijo el seleccionador, nada más terminar el kata. “¡Lo has hecho, lo has hecho pequeñina, lo has hecho y lo has hecho tú!”. La pequeñina es una gigante en tozudez. “Ser cabezona es su mejor virtud, es lo que le ha hecho estar ahí”, apunta Del Moral.
Cuando Sandra volvió de Australia, después de haber dejado el karate y de haber emigrado con una beca para aprender inglés, buscó a Del Moral. Estaba convencida de que era el único entrenador que podía hacerla mejorar. Había salido del mapa de la federación por abandonar el CAR al mes de entrar, con 20 años, para estar al lado de su madre, enferma de cáncer. En los últimos cuatro años ha recogido el fruto de su tozudez. “Jamás se ha rendido”, dice el seleccionador. “La clave de la victoria de hoy creo que ha estado en que Sandra ha salido al cien por cien, más potente que su rival. La japonesa ha salido sido más relajada, a asegurar; Sandra ha salido a arriesgar”, explica Del Moral que también ha clasificado para las finales del domingo a los equipos de katas masculino y femenino.
De momento, ha cosechado un oro y una plata. Con sabor amargo para Quintero, que estuvo un buen rato sentado cabizbajo antes de subir al podio y llorar de rabia y tristeza. "No estoy contento, no sé como ha salido el kata, tengo que ver el vídeo, he empezado brusco y he ido de menos a más. Han sido demasiadas emociones muy seguidas y a lo mejor ha sido error mío, he estado pensando primero en el ambiente que en mi trabajo. He entrado muy brusco en la primera línea de kata", explica el español. "Eso sí, he dado el cien por cien y no he dejado nada fuera. Son dos años en el pódium mundial, hay que valorarlo, seguro que mañana lo haré. Ahora me tocan diez minutos de luto y luego volverá a salir mi sonrisa", añade.
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