La repentina evolución de Brasil
La selección de Tite sella su billete para Qatar 2022 mientras afina los nuevos matices que le aporta una nueva y heterogénea nómina de extremos
El jueves, en São Paulo, Brasil decretó el estado de optimismo al obtener su clasificación para el Mundial de Qatar tras derrotar a Colombia por 1-0. El pase de gol de Neymar a Lucas Paquetá, que definió como una centella en una maniobra compleja, tuvo el efecto de una varita mágica derribando un muro de hormigón. Un lienzo pintado con la reciente transformación del equipo de Tite.
El paso firme de Brasil, que solo ha cedido un empate en 12 jornadas (quedan seis por disputar), ocultaba carencias estructurales preocupantes. Se mostraba muy sólido y organizado, con empaque para someter al rival, pero a menudo con una elaboración de juego previsible, mecanizada y con una enorme dependencia del arrebato creativo de Neymar. Además, la selección está inmersa en un bucle que atenta contra la evolución de su capacidad competitiva. Debido a la pandemia y el sobrecargado calendario, no se mide con una potencia europea desde que cayó eliminada por Bélgica en el Mundial de 2018, y difícilmente podrá hacerlo en 2022 porque las ventanas FIFA libres coinciden con jornadas de la Liga de Naciones. Desde la cita de Rusia, la pentacampeona ha competido en dos Copas América y la actual fase de clasificación a Qatar. Siempre contra los mismos rivales de la Conmebol ante los que la canarinha suele marcar diferencias sin problemas mayúsculos, salvo ante Argentina en la pasada Copa América, que la albiceleste ganó en Maracaná.
Afirma el gran Tostão que la disciplina sin creatividad se aproxima peligrosamente a la mediocridad. Tite busca variantes para elevar el tono de su equipo contra selecciones con propuestas repetidas como cromos. La aparición en la convocatoria el mes pasado de Raphinha, extremo del Leeds, adquirió la categoría de advenimiento. El 7 de octubre, Brasil estaba pasando un mal rato ante Venezuela, que ganaba 1-0 en un partido farragoso. Raphinha entró tras el descanso. Los de Tite remontaron con tres goles y el intervencionismo del zurdo desde la banda derecha fue capital, con sus incisivos desbordes y dos asistencias: una de ellas para Antony, campeón olímpico, que desde la otra banda también presentó las mismas credenciales que viene mostrando con su luminosa pierna izquierda en el Ajax.
La fórmula de Guardiola
Tres días después, Brasil se citaba con la rocosa Colombia en la calurosa Barranquilla. Raphinha jugó media hora y fue el mejor de un partido sin goles. Con un Neymar errático, Brasil confirmó que tiene otro regateador audaz y esplendoroso. La meritocracia premió a Raphinha con la titularidad ante Uruguay el 14 de octubre en Montevideo. Fue como esas raras ocasiones en las que el universo parece ordenarse. Brasil cuajó uno de los mejores partidos con Tite. Raphinha dinamitó el encuentro y permitió al técnico modelar una variante táctica que multiplicó las posibilidades ofensivas. La actual generación de laterales brasileños no contempla figuras como Roberto Carlos, Marcelo, Cafú o la versión más enérgica de Dani Alves, con el impacto de un arma nuclear por las bandas. Tite emuló la fórmula de Guardiola metiendo en posiciones interiores a los laterales cuando Brasil tenía la pelota y el efecto mariposa comenzó a llenar el césped de asociaciones devastadoras. Los volantes Fred y Fabinho plantaron la línea de presión en campo charrúa y compactaron espacios en la recuperación del balón. En el último tercio de campo Brasil fue un vendaval: un Neymar clarividente mostró su perfil más afilado al son de las paredes con Lucas Paquetá y con los laterales actuando como interiores de apoyo. Además, encontró en Raphinha un socio enorme en la derecha. Neymar abrió el marcador y regaló tres pases de gol, dos a Raphinha, en el 1-4 definitivo.
Una actuación de altos vuelos que ilusionó a todo el país, ahora con renovadas esperanzas de que un juego tan fluido, rápido e imaginativo pueda ajustarse en el año que resta hasta el Mundial. Tite se acordó, incluso, de agradecer a su amigo Marcelo Bielsa por cómo ha potenciado a Raphinha. Vinicius, con apenas tres partidos en las eliminatorias, parecía casi marginado ante la eclosión de Raphinha, Antony y la consistencia del versátil Paquetá, que sabe hasta disfrazarse de armador. A la última convocatoria el madridista acudió por la lesión de Firmino. Pero el jueves ante Colombia se reivindicó en una buena segunda parte. A un año de Qatar, Tite tiene todo para afinar un gran equipo, con un heterogéneo catálogo de extremos que parecen remitirse a la gloriosa estirpe de regateadores brasileños.
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