El Atlético muere de pie ante el Liverpool
El conjunto de Simeone logra igualar los dos goles tempraneros del conjunto inglés pero pierde víctima de la expulsión de Griezmann y de un penalti inocente de Mario Hermoso (2-3)
Contra un Liverpool que se desplegó como una apisonadora de inicio para marcar distancias con dos goles, contra media hora en inferioridad por la expulsión de Griezmann cuando había domesticado al conjunto de Klopp, el Atlético salió del Metropolitano reforzado pese a la derrota final en la tercera jornada de la Champions. Fue un equipo orgulloso e indomable, que nunca dejó de competir ante tanta adversidad.
El Liverpool se arrancó con su huracanado fútbol, bandera de la tendencia que marca por donde transita ahora la evolución del juego. Presión a toda bomba en campo contrario y circulaciones vertiginosas para poner a culebrear a su estelar terna de delanteros. En 10 minutos la receta de Klopp arrasó al Atlético, al que Simeone le había cambiado parte del pelaje con Kondogbia como tercer central, De Paul como volante y alineando juntos por primera vez de inicio a João Félix y a Griezmann. En el banquillo Marcos Llorente, por precaución ante las molestias musculares, y Luis Suárez. La suplencia del uruguayo fue toda una declaración de intenciones. Como el Liverpool se vence a la espalda de sus centrales, Simeone prefirió la velocidad al oportunismo del goleador charrúa.
Con ese molde, el Atlético fue arrasado de inicio con 10 minutos imperiales del Liverpool. Con Salah afilado, haciendo jirones el costado que defendía Carrasco. Fueron dos mandobles contundentes los que recibió el Atlético con esa salida poderosa del equipo de Klopp. El primer latigazo lo ejecutó Salah sorteando las tiernas entradas de Carrasco, Lemar y Koke en su recorrido del lateral del área a la medialuna. Allí soltó un zapatazo raso que desvió Milner. El otro zarpazo fue casi de inmediato. Un despeje blando de Felipe lo voleó Keita con el exterior para descerrajar un disparo curvo y ajustado.
De los dos martillazos se sobrepuso el Atlético. No fue a lo loco. No fue a buscar al Liverpool a la desesperada. Primero se levantó guerreando y ganando las disputas. Después, explotó las debilidades de su rival. De Paul sacó el periscopio y comenzó a bandear a la defensa del Liverpool con sus milimétricos cambios de orientación. Uno de ellos terminó en un saque de esquina. Lo recibió en corto Lemar y su pase atrás lo remató raso y cruzado Koke. Como Milner, Griezmann se cruzó en la trayectoria para desviar la pelota ante las barbas de Alisson. El gol vulcanizó a la grada, que aún andaba digiriendo la salida en estampida del Liverpool. Fue el momento de que el Atlético también desencadenara un ciclón. De Paul citó a Griezmann mano a mano con Alisson con otro pase que descubrió los agujeros que el Liverpool cede a la espalda de Van Dijk y Matip. El meta brasileño ganó el duelo, pera ya no pudo cuando de nuevo Griezmann le encaró tras una buena maniobra de João Félix y el francés cruzó el disparo.
Resucitado, con la hinchada en ebullición, el Atlético domó el salvaje fútbol de Klopp. El Liverpool pasó de arrasar a ser apisonado. De repente, el academicismo de Milner y Henderson para acelerar las transiciones o las arrancadas de Alexander-Arnold y Robertson quedaron reducidas a la nada.
Se pudieron ir los rojiblancos al descanso en ventaja de haber estado más finos Lemar y João Félix. No se rebajó el voltaje en la reanudación. Oblak tuvo que volar a su escuadra derecha para despejar un cabezazo de Van Dijk y Alisson ganó con el pecho otro mano a mano, esta vez a Carrasco tras una pared con De Paul. De ese juego eléctrico, con los dos rivales a pecho descubierto, entregados a cada disputa como si la vida les fuera en ello, nació la expulsión de Griezmann. En un balón suelto, el galo levantó la pierna hasta impactar con la cabeza de Firmino. La aparatosidad de la entrada, más que la intención, inclinó al colegiado por mostrar la roja directa a Griezmann, que con sus dos goles había firmado la paz definitiva con parte de la hinchada que recelaba de su regreso.
Abocado a jugar en inferioridad durante más de media hora, contra lo que se podía esperar el Atlético no sufrió. Se mantuvo de pie hasta que Mario Hermoso midió mal una carga sobre Diogo Jota para tratar de ganar un globo sobre el área de Oblak. El penalti lo lanzó Salah, que esperó a que el esloveno se venciese a un lado para ejecutarle por el otro.
Contra ese tanto ya apenas pudo responder el Atlético, aunque le dio para que Giménez se dejara caer en una falta lateral y el colegiado pitara un penalti del que se desdijo tras revisarlo en la pantalla. Ahí ya murió el Atlético. De pie y con el mérito de haberse repuesto a la tunda que parecía prometer la arrancada inicial del Liverpool.
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