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Brillo sin récords de Shelly Ann Fraser y de Yulimar Rojas

La jamaicana derrota en Lausana a su compatriota Thompson en los 100m con 10,60s, y la campeona olímpica de triple llega a 15,52m

Carlos Arribas
La jamaicana Shelley-Ann Fraser, en el centro, a punto de cruzar  la meta en primer lugar en los 100 metros lisos de la reunión de Lausana. EFE/EPA/LAURENT GILLIERON
La jamaicana Shelley-Ann Fraser, en el centro, a punto de cruzar la meta en primer lugar en los 100 metros lisos de la reunión de Lausana. EFE/EPA/LAURENT GILLIERONLAURENT GILLIERON (EFE)

No era Tokio, sino Lausana, y no hubo récords del mundo. No era un estadio gigante vacío y caliente, hirviente, sino uno pequeño lleno a reventar y entusiasta junto a un lago y espectadores con chaquetas de entretiempo aguantando la brisita fresca que llega de las montañas, que en la recta de tartán soplaba a favor con una velocidad de 1,7 metros por segundo. Como en Tokio, en la final olímpica más rápida de la historia, las tres primeras de los 100m de la Athletissima, de la Diamond League, fueron tres mujeres jamaicanas. Y la marca de la ganadora fue de las mejores de la historia, sencillamente la tercera. Pero el orden no fue el mismo.

Solo la tercera fue la misma, Shericka Jackson (10,92s). No ganó Elaine Thompson, la reina de la noche japonesa, que quedó segunda, sino su eterna rival, Shelly Ann Fraser, mamá cohete, bajita y veterana de 34 años, y madre, que corrió los 100m en 10,60s, la mejor marca de su vida, la tercera mejor marca de la historia tras los 10,49s del récord mundial de Florence Griffith y los 10,54s de la doble-doble campeona olímpica (oro en 100m y 200m en Río 16 y Tokio). Thompson, que ganó en Tokio con 10,61s, se quedó en Lausana en 10,64s, la tercera marca de su vida. Un registro extraordinario, nunca una mujer había perdido un 100m con ese tiempo, pero no suficiente para contrarrestar el fulgor de Fraser, que salió de los tacos como siempre, fulminante, y terminó como nunca, atrasando el momento de velocidad máxima, frenando la decadencia y resistiendo el asalto de Thompson, quien volvió a salir por detrás y no la pudo superar, como en las últimas carreras, llegados los 50 metros, y solo en los 90 metros pudo echarle el aliento en la nuca a la lejana ganadora. “El cuerpo ya me dice que está cansado”, dijo Thompson.

“Hacía frío, pero salí a hacer mi trabajo. Créanlo o no, aún no he corrido mi mejor carrera”, dijo Ann Fraser, una mujer superperfeccionista de 1,60m de altura, 34 años, a cuatro meses de los 35, que en Pekín 2008 y Londres 2012 fue el correlato de su compatriota Usain Bolt, ganando el oro en los 100m, aunque no llegó nunca al récord mundial. “Sé que puedo correr aún más rápido porque me queda mucho trabajo técnico por hacer. En las carreras que quedan mi objetivo es bajar a los territorios del 10,5…”.

Thompson y Fraser han puesto cerco a un récord del mundo que ya ha cumplido 33 años (solo Fraser, de 34 años había nacido antes), y su rivalidad les puede ayudar. La próxima vez que se enfrenten será el sábado en París. “Pero no creo que llegue pronto el récord”, advirtió Thompson. “El cuerpo ya me dice que está cansado después de un verano en el que he batido cuatro veces mi marca personal. Nunca pensé que llegaría a estar tan cerca de Florence Griffith, pero en mis planes de ahora no está batir el récord”.

En los planes de Yulimar Rojas, única, por supuesto sí que está batir el récord, su récord, los 15,67 metros de Tokio, de triple salto, y no hay ninguna que la empuje. Es una tarea única y personal en la que se ha embarcado guiada por Iván Pedroso, un técnico que es como un artista de la joyería apasionado: ha dado con la pepita, el diamante de más quilates del atletismo mundial, y no parará hasta hacerla brillar refulgente, hasta darle la forma más perfecta. La campeona olímpica no tiene rival —gana sus concursos con un solo salto y casi por un metro de diferencia: no hay ninguna figura así en el planeta— pero le sobra entusiasmo y coraje, que los aplausos del público (por fin, en un concurso en los dos últimos años a sus palmas rítmicas pidiendo compás no las respondió el eco de las gradas vacías) multiplicaron. Y en Lausana le sobraron también el viento a favor y el frío.

En su primer intento se fue hasta los 15,56m, una marca que habría sido récord del mundo antes de los Juegos de Tokio, pero que no pasará a los rankings porque la consiguió con 3,7 m/s de viento a favor (el límite legal son dos metros por segundo), hizo nulo en el segundo, 15,42m en el tercero, del que salió con mala cara, dando a entender que había saltado mal pese a que la marca era la tercera mejor de su vida, y en el cuarto, 15,52m, con solo 0,6 m/s de viento, la segunda mejor marca de la historia pero frustrante para la venezolana, que se sabe en la forma de su vida y solo piensa en saltar más cada día hasta llegar, por lo menos, hasta los 16 metros, el gran objetivo de su vida deportiva.

“En Zúrich”

”Me siento en muy buena forma y quería darle un buen espectáculo al público”, dijo Rojas, de 25 años, la única atleta que siempre que compite despierta a su alrededor la expectativa de una marca única. “Ahora me vuelvo a Guadalajara a seguir entrenando fuerte antes de volver a Suiza para la final de la Diamond League en Zúrich, el 9 de septiembre. Creo de verdad que allí podré batir mi récord mundial”.

El tercer personaje de la noche debería haber sido Karsten Warholm, el campeón olímpico y plusmarquista mundial de los 400m vallas que asaltó la prueba de los 400m lisos con tanto ruido alrededor que cualquier cosa que no fuera bajar de los 44s se consideraría una desilusión. En unas condiciones de viento a favor en la recta final y viento en contra en la contrameta, el noruego de los 45,94s en los 400m con 10 vallas, se quedó en 45,51s en los 400m lisos. “Ni las condiciones eran las mejores ni mi cuerpo respondió bien”, dijo Warholm, que salió fortísimo, se comió el viento y se clavó en los últimos 100m. “No era la plaza que esperaba [cuarto: ganó el norteamericano Will London, 45,17s], pero es lo que hay. Recuperarse de Tokio es duro”.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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