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AREA DI RIGORE
Columna
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La Serie A cotiza al alza (pese a todo)

Italia ha levantado su primera Eurocopa en seis décadas, ha logrado proezas en los Juegos y ha ganado Eurovisión

Daniel Verdú
Federico Chiesa, del Juventus, uno de los campeones de la Eurocopa a los que los hinchas irán a ver con ganas a los estadios italianos.
Federico Chiesa, del Juventus, uno de los campeones de la Eurocopa a los que los hinchas irán a ver con ganas a los estadios italianos.Frank Augstein (AP)

Las ligas europeas responden a veces a sutiles movimientos tectónicos que las han ido recolocando y desplazando en la jerarquía de las últimas décadas. Enamoraron el Milan de Sacchi y Capello; la Juve de Platini o Zidane, o incluso aquella Fiorentina de Batistuta. Fue antes de que quebrasen empresas como Parmalat o Cirio o de que perdieran interés en el fútbol otras como Fininvest, que pagaban la fiesta. Luego le tocó a España y, desde hace unos años, llegó el turno de la Premier. Es fácil decir que se trata solo de dinero, derechos audiovisuales y lo que comportan (que casi siempre es casi todo). Pero suele haber algo más. Una base de jugadores fuertes que ganan con la selección nacional gracias al trabajo del fútbol formativo, un puñado de directivos audaces o una historia —el relato cultural del fútbol— fácilmente exportable. Italia, quién lo iba a decir, tiene este año algunos de esos ingredientes y cotiza al alza pese a la evidente fuga de talento (Lukaku, Donnarumma, Achraf…) y unos números rojos que asustan.

El deporte permite descifrar muchas veces el estado de ánimo y la salud financiera de un país. Italia ha atravesado dos décadas de estancamiento económico instalada sin complejos en la cola de crecimiento de la Unión Europea. También enormes turbulencias políticas (10 cambios de Gobierno en 20 años) y descarados flirteos con el euroescepticismo. Incluso una cierta autarquía cultural que la encerró en sí misma y un decaimiento anímico de sus atletas internacionales que empezaba por un modelo futbolístico obsoleto con escaso talento nacional. Pero algo se ha alineado en el último año.

Italia ha levantado la primera Eurocopa en casi seis décadas (la Nazionale lleva 34 partidos sin perder con un fútbol alegre y atractivo), ha logrado proezas en el podio de los Juegos Olímpicos (nadie recordaba algo como el oro en los 100 metros de Jacobs) y se ha proclamado vencedora de Eurovisión (que en Italia no es poca cosa). Un momento histórico que coincidió con la formación de un gobierno de unidad nacional (insólito en este país) al frente del cual la máquina del estado italiano puso a Mario Draghi, a quien muchos consideran el salvador de la moneda única. ¿Puede tener algo que ver la armonía y esta nueva fiabilidad italiana con el éxito deportivo?

La prueba del movimiento, como en casi todo hoy en día, la aporta también el riesgo que son capaces de asumir los fondos de inversión a quien pertenecen nuestras vidas y las empresas donde trabajamos. La Serie A no tiene una lira y este año apuesta el vértigo de su competición al regreso de viejos rockeros del banquillo como Mourinho (Roma), Allegri (Juventus), Sarri (Lazio) o Spalletti (Nápoles). El poder de seducción y el potencial económico que mantiene el calcio se ha visto en asuntos como el famoso fondo CVC y la oferta que recibió la Serie A (y rechazó) muchos antes que la realizada a LaLiga, la constante entrada de capital extranjero en los clubes (la Roma volvió este año a cambiar de propietarios) o en el estímulo anímico y económico que supondrá la Eurocopa.

Las dos paradas de Donnarumma en la tanda de penaltis con Inglaterra, dicen los economistas, valdrán 12.000 millones de euros. Una cifra que se añadirá al PIB italiano, en pleno boom económico gracias a los fondos de recuperación europeos, por la conquista del título. El país ya vio cómo su riqueza aumentaba un 2% en 2006, algo que se atribuye directamente a aquel Mundial de Alemania (el crecimiento medio de un estado el año que gana la Copa del Mundo es de 0,7%). Esta temporada, cuando el público volverá al estadio mostrando en los tornos de entrada su certificado de vacunación, hay muchas ganas de ver a los Chiesa, Locatelli, Pessina o Spinazzola que ganaron la Eurocopa vestidos de azul corriendo con sus equipos por las canchas de Italia. El ambiente que se respira a una semana del inicio del campeonato anuncia que, pese a todo, esta Italia en pleno boom necesita también el renacimiento de la Serie A.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona en 1980. Aprendió el oficio en la sección de Local de Madrid de El País. Pasó por las áreas de Cultura y Reportajes, desde donde fue también enviado a diversos atentados islamistas en Francia o a Fukushima. Hoy es corresponsal en Roma y el Vaticano. Cada lunes firma una columna sobre los ritos del 'calcio'.

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