Barcelona, Cataluña, España. 1992.

El 25 de julio de 1992 España era moderna, plural, abierta, creativa e innovadora. Tenía ganas de decirle al mundo que estaba de vuelta. Y lo hizo a través de la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona, pensada y diseñada con la mente puesta en los millones de personas que la seguirían por televisión. Aquel día, los reyes de España accedieron al estadio mientras sonaba “Els Segadors”. En el palco presidencial los esperaban Felipe González, presidente del Gobierno; Juan Antonio Samaranch, presidente del Comité Olímpico Internacional; Jordi Pujol, presidente de la Generalitat de Cataluña; y Pasqual Maragall, alcalde de Barcelona. Por estar, estuvo hasta Fidel Castro.

Aquel día se exhibió el trabajo de muchos años. Fue la culminación de un proceso muy profesional, cuyo objetivo estuvo claro desde el principio -impactar al mundo con una imagen cultural y de progreso de Barcelona, Cataluña y España-. Se hizo con brillantez. El ritmo de la ceremonia solo era superado por las sorpresas que no dejaban de aparecer. Los Juegos del 92 epataron de tal manera en el imaginario colectivo español que aún hoy se recuerdan cosas que no sucedieron allí, como la interpretación de Montserrat Caballé y Freddie Mercury.

En 25 de julio de 1992 (Taurus), Jordi Canal escribe sobre el impacto que la cita olímpica tuvo para España pero, sobre todo, analiza un momento clave de la historia del país, a través del cual se pueden explicar muchas de las cosas que sucedieron después y de las situaciones actuales. El libro pertenece a la colección La España del siglo XX en siete días, que elige otras tantas fechas que dejaron una profunda huella en el estado.

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