En la era de las zapatillas atómicas, Mohamed Katir hace poesía
El atleta de Mula deja en Florencia el récord de España de los 5.000m en 12m 50,79s, la 27ª mejor marca mundial de la historia, y tercera europea de siempre
En medio del frenesí de la última vuelta, Mohamed Katir es pura tranquilidad, más parece que su paso acelerado lo guían ritmos interiores de danza sufí que un corazón desbocado en busca de una marca para romper todas las marcas. Camiseta de manga corta por debajo de la camiseta de tirantes, busto erguido, y la cabeza. Ningún exceso, ningún gesto agónico. En ningún momento rompe la armonía de su pose pese a que calza unas zapatillas, las Asics Metaspeed, con un nombre tan anfetamínico, y su placa de carbono y sus espumas saltarinas y ligeras, y no clavos sino unos relieves con forma de garra de tigre, y hechos de grafeno, que reclama el fin de la compostura, el inicio de un desmelene que no llega. Katir, tímido con personalidad, poeta en invierno, melancólico, aspirante a bombero, no se deja vencer por el alboroto. Solo sigue los consejos de su mánager, Miguel Mostaza, quien, desde el borde del tartán le recuerda: siempre detrás de Ingebrigtsen, siempre detrás, él te llevará al récord.
Así, el jueves 10, en una cálida noche de junio en Florencia, Katir, un niño de Mula (Murcia), de 23 años, de madre egipcia y padre marroquí, termina cuarto la carrera y bate el récord de España de los 5.000m con una marca tan buena (12m 50,79s), que constituye la 27ª mejor marca mundial de la historia. En Europa solo dos atletas han corrido más rápido la distancia: el prodigio noruego Jakob Ingebrigtsen, de 20 años, quien termina primero en Florencia y bate no solo su récord nacional sino también el de Europa con 12m 48,45s, y el belga Mohamed Murhit, quien el año 2000 corrió los 5.000m en 12m 49,71s. Y terminada la carrera, con la boca cerrada pese al esfuerzo, Katir corrió a saludar a Ingebrigtsen, con el que se entrena habitualmente cuando ambos coinciden concentrados en Sierra Nevada, la segunda casa de los atletas de fondo. Aunque ambos estarán en los Juegos de Tokio será difícil que se crucen en la capital japonesa. Mientras el noruego ha decidido participar en la prueba olímpica de 1.500m, Katir, que también tiene la mínima en la prueba corta, lo hará en los 5.000m, a la que no acude escaso de expectativas.
Con las zapatillas atómicas que inventó Nike y que todas las marcas replican con mayor o menor originalidad, los atletas corren más, se lesionan menos y se entrenan mejor, dicen todos, y los récords de medio fondo y fondo cae con rapidez. El domingo pasado, la neerlandesa Sifan Hassan, batió en Hengelo en de los 10.000m, con una marca de 29m 6,82s, más de 10s mejor que el anterior récord, el que la etíope Almaz Ayana dejó en 29m 17,45s en la final de los Juegos Olímpicos de Río 16, justo antes de la revolución del calzado. El récord anterior a Ayana (29m 31,78s, de la china Wang Junxia, la atleta de Ma Junren, el entrenador que esclavizaba a sus atletas y las alimentaba con sangre de tortuga) había durado 23 años; el de Hassan ha durado apenas 72 horas, los tres días que tardó en superarlo la etíope Letesenbet Gidey en la misma pista holandesa de Hengelo con los mismos sistemas de liebre electrónica por luces led con que había batido en Valencia el pasado año el récord de los 5.000m. Gidey dejó la plusmarca mundial en 29m 1,03s, rozando una barrera, la de los 29m, que seguramente caerá en una prueba en la que se enfrenten las dos reinas de Nike, Hassan y Gidey.
Con sus 12m 50,79s, Katir, quien podría aspirar al título de poeta de las zapatillas atómicas, hijo del atletismo de su época, borra de la tabla de récords españoles de 5.000m dos nombres que, hijos de su época también, más turbia, llevaron al fondo español a lo más alto de Europa, cada uno con una década de diferencia. Hace 20 años, Alberto García se acercó a la barrera de los 13m con los 13m 2,54s de la Golden gala de Roma 01. Dos años más tarde, el atleta de Vallecas dio positivo por EPO. En junio de 2010, fue Alemayehu Bezabeh quien, en los Bislett Games de Oslo, se convirtió en el primer español, y hasta el jueves, único, que corrió 5.000m por debajo de los 13m, con 12m 57,25s. Solo cuatro meses más tarde fue detenido en El Escorial por la guardia civil cuando iba a proceder a una transfusión de sangre.
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