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Japón se abre paso en un golf sin dueño

Matsuyama, primer japonés con un grande, es el 27º ganador diferente en 28 torneos este curso en el circuito americano

Matsuyama, con su caddie.
Matsuyama, con su caddie.ERIK S. LESSER (EFE)
Juan Morenilla

“El número uno del mundo en tenis gana el 90% de las veces, mientras que el número uno en golf pierde el 90% de las veces. Los golfistas son magníficos perdedores”. Las palabras del exjugador Dave Feherty siguen tan vigentes hoy como cuando las pronunció hace unos años. La competencia actual en el planeta golf es seguramente la más elevada de la historia por el altísimo número de aspirantes de primer nivel con opciones de ganar cada domingo. Apostar a un vencedor es una ruleta rusa.

Hideki Matsuyama se convirtió el domingo en el primer japonés que gana un grande y en el primer asiático que se viste con la chaqueta verde del Masters de Augusta. También fue el 27º ganador diferente este curso de un torneo en el circuito americano. Y se han disputado 28. Solo el pegador estadounidense Bryson DeChambeau ha repetido victoria esta temporada en la élite. Todo lo demás son porciones individuales de un enorme pastel. La lucha es feroz. Un número tres del mundo como Jon Rahm, por ejemplo, todavía no se ha estrenado. Y Dustin Johnson, el primero de la clasificación, ni siquiera pasó el corte en Augusta pese a ser el campeón vigente y uno de los grandes favoritos.

En los grandes, solo el propio Johnson y Brooks Koepka han doblado como vencedores en los últimos 20 majors. “La competencia hoy es brutal”, analiza el exjugador Manolo Piñero, capitán olímpico en Río 2016. “En mi época salíamos 30 o 35 jugadores con opciones de ganar un torneo. Hoy son los 140 que participan los que tienen potencial y juego para vencer. El golf es el deporte que más ha crecido en todos los aspectos en los últimos años. Los jóvenes de ahora con veintitantos están súper preparados técnica, física y mentalmente. Son muy atrevidos. No tienen miedo a competir. Siguen idolatrando a las figuras, pero luego les pelean de tú a tú. Y más pequeños aún, con 14 o 15 años, hay golfistas que ya son una maravilla”.

Ahí está el caso de Will Zalatoris, segundo en el Masters a un solo un golpe de Matsuyama cuando era su debut en el torneo y ni siquiera tiene la tarjeta del circuito americano. Un recién llegado entre gigantes y a un paso de la gloria. Otro competidor de presente y de futuro.

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Las abundantes bolsas de premios también alimentan esta lucha sin tregua. Hace unos meses, el estadounidense Kevin Kisner, actual número 41 del mundo, admitió que no se veía capacitado para ganar en ningún torneo. Entonces, ¿por qué jugar?, le preguntaron. “Porque dan un montón de dinero por quedar en el puesto número 20”, zanjó.

Hace 20 años, Tiger Woods completó el llamado Tiger Slam. Al conquistar el Masters en abril de 2001, pasó a ser el campeón defensor de los cuatro grandes al mismo tiempo. Una hazaña de otra dimensión. Hoy los ganadores se dan la alternativa unos a otros. El último es Matsuyama, a quien Tiger felicitó por su enorme “impacto en el mundo entero del golf”. “Es muy bueno que Japón ya tenga un grande por todo lo que está creciendo el golf asiático”, comenta Manolo Piñero.

En el club de las chaquetas verdes ya se habla japonés, idioma que usó Matsuyama para responder tímidamente a las preguntas cuando se coronó el domingo (un traductor le acompañaba). “Es muy emocionante pensar que hoy en Japón hay muchos niños viéndome y que puedan competir en el futuro”, dijo el campeón, a quien en su país ya esperan con una nueva misión: el oro en sus Juegos.

Poder asiático en la élite femenina

Entre los 100 mejores jugadores del mundo en categoría masculina solo hay seis golfistas asiáticos (Matsuyama es el primero, en el puesto 14). Entre las 100 mejores jugadoras, el número de asiáticas asciende a 52 (las tres primeras son coreanas). Marta Figueras Dotti, presidenta del circuito europeo femenino, ve dos razones en esta enorme diferencia: “Una es por genética. Ellas tienen una sensibilidad en las manos que no tienen el resto de las jugadoras, es impresionante. Y la otra es cultural. Sus familias les obligan a sacar adelante a todos con su profesión, y esa presión es muy dura para ellas. Yo ya he conocido varios casos de jugadoras de 22-23 años que han querido suicidarse por la tremenda presión que tienen, y por eso se retiran tan pronto, tienen una vida profesional muy corta. En el caso de los hombres, les frena el servicio militar y por eso es muy raro ver a un golfista asiático entre los mejores del mundo”.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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