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Irlanda descarta a Escocia en el Seis Naciones

El XV del Trébol se lleva un partido agónico con una patada de Sexton (24-27) y hace inútil la remontada de los locales, ya sin opciones de título

Seis Naciones Irlanda - Escocia
El escocés Huw Jones se lanza sobre la línea para anotar un try a pesar de la entrada del centro irlandés Garry RingroseSTU FORSTER (AFP)

Lástima que este Seis Naciones no tenga público porque cada entrada en Murrayfield habría valido hasta la última libra. Escocia vivió otro drama en Edimburgo, otro duelo agónico en el que salió cruz. Irlanda, un peso pesado pese a su declive reciente, acabó con sus esperanzas de llevarse el título. Tras ganar en Londres por primera vez desde 1983, el XV del Cardo dejó escapar una gran renta ante Gales hace ya un mes –en medio un parón por Covid en Francia– y no pudo completar su remontada este domingo ante el XV del Trébol. Solo Francia y Gales, que se miden el próximo sábado en París, pueden ya llevarse el trofeo.

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Irlanda puso los galones sobre la mesa en un comienzo imponente. Jonathan Sexton abrió el marcador con una cómoda patada a palos después de que sus compañeros rozaran el ensayo en el primer lance del encuentro. Sin tiempo para entrar en calor, la defensa escocesa veía caer con nieve una pelota de Sexton. A su encuentro fue Keith Earls y dos camisetas azules, Chris Harris y Stuart Hogg; se anularon mutuamente y Robbie Henshaw aprovechó el desaguisado para llegar en segunda cortina y ensayar. En un suspiro, 0-8.

El choque de estilos era claro entre la siderurgia irlandesa, buscando las percusiones de su delantera y que se juegue en espacios cortos, y las gacelas escocesas, felices en el caos. Mandaban los verdes, fuertes en la melé y sólidos en el juego aéreo. Así que el XV del Cardo necesitó una verdadera rareza para romper el guión. Hogg puso el cuerpo para bloquear una patada inocente de Hugo Keenan y empezó la yincana. El 15 escocés pateó el oval suelto, que tocó en su propio pecho antes de salir disparado hacia los palos. A su encuentro llegó Finn Russell, que sorteó un par de zambullidas de la defensa irlandesa y sorteó obstáculos mientras el oval avanzaba a su lado, como una mascota adiestrada, hacia el ensayo.

Tras el lance desafortunado, Irlanda aprovechó dos indisciplinas locales para recuperar la iniciativa antes del descanso (10-14) tras dos patadas acertadas de Sexton mientras Russell fallaba la suya. Pequeños detalles, grandes consecuencias tras un primer tiempo que será recordado por el genial quiebro del fornido irlandés Furlong y sus 122 kilos al menudo Russell. En efecto, los delanteros modernos hacen de todo.

La salida de vestuarios irlandesa fue de nuevo poderosa. Los impactos de su delantera eran una fuerza sísmica y a la defensa escocesa le costaba cada vez más placar. El valor irlandés y su apuesta de desgaste crecen con el tiempo. El XV del Cardo se vio obligado a retroceder como si estuviera peleando contra un viento huracanado hasta que Tadhg Beirne posó el balón entre una pila de camisetas verdes. Irlanda había trasladado su dominio al marcador (10-24).

Tenerlo todo perdido relajó a Escocia, mucho más cómoda en el papel de víctima. En esas, la trasera aceleró motores y Huw Jones percutió como cuchillo entre mantequilla entre la última guarnición irlandesa, algo tímida en el placaje. Russell anotó la conversión y puso a su equipo a siete antes de dejar el partido con cara de pocos amigos; más pimienta en la tormentosa relación con su seleccionador, Gregor Townsend.

A Irlanda, que pasó de dominar el encuentro a defender la renta con su última guarnición, se le había agotado el gas y Escocia mejoraba en la delantera. Aguantaron como pudieron las camisetas verdes con un placaje heroico a Van der Merwe, pero solo ganaron tiempo; tras un sinfín de cargas de sus delanteros, Watson sujetó el oval en una pila de compañeros y rivales y empató el partido.

El duelo se lo llevaría quien asestara el último golpe y lo dio Sexton, aprovechando la falta escocesa después de que sus compañeros cargaran una patada a Ali Price. Tanto esfuerzo por tomar la fortaleza para abandonar el puesto de guardia en la primera noche. Escocia llama a la puerta, pero no la derriba.

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