Scariolo: “Kobe deja una sensación de vacío tremendo en la NBA”
El seleccionador de España y entrenador de Toronto explica sus impresiones sobre un deportista al que conocía bien y contra el que se enfrentó varias veces
La noticia le pilló a Sergio Scariolo (Brescia, 58 años), en San Antonio. El entrenador ayudante de los Raptors, como todos en la NBA, tuvo que digerir su desolación a la vez que jugaba su equipo. De regreso en Toronto, el seleccionador explica sus impresiones sobre un deportista al que conocía bien y contra el que se enfrentó varias veces.
Pregunta. ¿Cómo le ha afectado la noticia?
Respuesta. Es impresionante la conmoción que ha levantado en todo el mundo. Veo medios de muchos lugares y el impacto que ha tenido te da la dimensión de qué clase de figura era Kobe. Al margen de haber sido un gran jugador, su internacionalidad, su capacidad para comunicar de muchas maneras, de estar conectado con el baloncesto internacional, de tener un interés en transmitir a la globalidad del mundo sus valores, sus principios, ha calado muy hondo. La prueba está ahí.
P. ¿Puede calibrar la dimensión de Kobe?
R. En la NBA hay una sensación de vacío tremendo y eso, obviamente, deja en segundo lugar la consideración por el jugador, por sus capacidades, sus cualidades atléticas y técnicas. Yo destacaría sobre todo su tremenda capacidad de concentración, su vocación para el liderazgo, a veces incluso complicada para sus compañeros, porque quería que estuvieran a su altura de autoexigencia, de la misma manera que él se autoexigía en muchas direcciones, en lo individual, en el crecimiento hacia la excelencia y el crecimiento de sus equipos. Una de las características que une a estos jugadores, Jordan, LeBron y Kobe es que no se veían como jugadores completos sino conseguían que sus equipos ganaran.
P. ¿Con qué se queda?
R. Con el primerísimo recuerdo y con el último. Con el recuerdo del niño que acompañaba a su padre cuando jugó en Italia. Recuerdo perfectamente a aquel niño que llegaba con su padre al pabellón y se ponía a botar y a tirar. Era como una mascota para todos. Todo el mundo le conocía. Chocaba la mano con todo el mundo. Era un niño lleno de vida y apasionado por el baloncesto.
P. ¿Y el último?
R. Fue en Pekín, cuando ganamos la Copa del Mundo. Después del partido se acercó. Habíamos coincidido más de una vez, cuando fui a ver a Pau a Los Ángeles antes de Londres 2012. Y siempre me hablaba con un italiano perfecto, impresionante. Se congratuló del título mundial para España. Me manifestó su pena por el hecho de que Pau no estuviese con nosotros disfrutando de ese premio. Él hacía de embajador del campeonato. Es el último recuerdo y realmente uno no llega a poder pensar que fue la última vez que lo viste.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.