El estrés y las lesiones de Hazard
El médico de la selección belga atribuyó a la presión psicológica la cadena de dolencias del madridista, conexión respaldada por decenas de investigaciones los últimos 20 años
La victoria del Real Madrid en Eibar fue el partido número 43 que se perdió por lesión Eden Hazard en su año y medio en el equipo, con el que ha participado en 28 encuentros. En siete años en el Chelsea, esto sólo le sucedió en 20 citas. Para tratar de dar sentido a esta ristra de dolencias del fichaje más caro de la historia del club, se ha recurrido a la fatalidad, la dureza de los rivales, e incluso el paralelismo con Cristiano, que al llegar se perdió diez partidos por una entrada en el tobillo derecho de Diwara, del Olympique de Marsella. Hasta que el médico de la selección belga, Kris Van Crombrugge, apuntó al estrés, que según diversas investigaciones permite conectarlo todo.
Fue después de la última lesión, el sábado 28 de noviembre en el Di Stéfano. Hazard robó una pelota, entró al área, chutó al cuerpo del portero del Alavés, gritó de dolor y fue sustituido. El lunes siguiente se supo que tenía una rotura en el recto anterior del muslo derecho. Muy similar a la que sufrió el día antes del que iba a ser su debú liguero de este curso, contra el Valladolid. “Quiere sacar lo mejor de su cuerpo y ahora está por encima del límite”, dijo Van Crombrugge en una entrevista en HLN, su médico con Bélgica. “Este estrés mental puede reflejarse en los músculos. Y creo que su tensión muscular es un poco más alta ahora, lo que hace que Hazard sea un jugador más propenso a lesionarse”. Ese mismo lunes, Zidane despejó la explicación con un “no, no”.
A los científicos esta versión no les suena tan extravagante. “El estrés es una de las causas más comunes de aumento del riesgo de lesión”, explica Ulrika Tranaeus, investigadora de la Unidad de Rendimiento y Entrenamiento de la Escuela Sueca de Deporte y Ciencias de la Salud, experta en la relación entre factores psicológicos y lesiones. Menciona diversos efectos que explican esta conexión: “Se reduce el campo de visión, empeora la atención, y eso propicia choques y movimientos inesperados que provocan lesiones. El futbolista no es tan ágil. Los músculos están más tensos”, dice.
Además de desarrollar sus investigaciones, Tranaeus revisó para un artículo en la revista Sports Medicine los resultados de 48 publicaciones de las dos últimas décadas que exploraban la relación entre alteraciones psicológicas y lesiones. “Los resultados mostraron que el estrés era el predictor con la asociación más robusta con las tasas de lesión”, escribe. Y añade: “El estrés parece ser el constructo biopsicosocial que tiene la relación más fuerte con las lesiones”. La literatura científica ha conectado las alteraciones en la atención con procesos fisiológicos: si baja el estrés aumenta la actividad de la amígdala cerebral, con lo que mejoran la atención y la toma de decisiones, y baja el riesgo de lesión.
El efecto en el sueño
También se ha estudiado la repercusión del estrés en el sueño, como hizo el propio Grégory Dupont, jefe de preparación física del Madrid, que en 2015 revisó en Sports Medicine los hallazgos hasta entonces. Ahí concluía que el estrés al que están sometidos los deportistas de élite “puede derivar en una incapacidad para obtener el sueño apropiado”. Y eso tiene consecuencias físicas, como “la defectuosa restitución del glucógeno muscular, la defectuosa reparación del daño muscular, alteraciones en las funciones cognitivas e incremento de la fatiga mental”.
El estrés conecta buen número de las alteraciones que abren la puerta a las lesiones, pero es habitual que pase desapercibido, como explica la doctora Tranaeus: “No es raro que el futbolista no sea consciente de que está sufriendo estrés. Entre los deportistas es habitual estar nerviosos antes de competir, así que muchas veces no distinguen si sufren un estrés que puede ser importante o están nerviosos”, dice. “No conozco el caso particular [de Hazard], así que hablaré en términos generales”, aclara antes de repasar los factores que de manera más habitual ha visto que provocan estrés en deportistas profesionales.
“También les afecta el estrés en casa. Si el futbolista tiene una pareja y se queja de las nuevas condiciones de vida. Si han cambiado de club, de país, con la familia. Eso provoca estrés. O la presión externa de rendir de acuerdo con las expectativas: la presión de querer demostrar que se encaja, que estás a la altura”, dice. Sin embargo, los riesgos no se encuentran solo en lo negativo. “A veces también es un factor de estrés estar emocionado por haber firmado el gran contrato. El estrés positivo de este tipo también influye en el riesgo de lesiones”, añade.
La presión convierte a menudo la experiencia de jugar al fútbol en algo poco placentero, como recordaba José Luis Mendilibar en una conversación con Vicente del Bosque en EL PAÍS: “Jugadores que vomitan de la tensión. Veteranos y jóvenes. No es fácil divertirse con el fútbol”. La salida no es siempre evidente: “Muchas veces el deportista no tiene las suficientes herramientas psicológicas para lidiar con el estrés y las presiones internas y externas. Y no lo sabe”, dice Tranaeus, que observa con preocupación el historial de Hazard. “Me ha parecido extraño que tenga tantas lesiones”.
Zidane quiere ser más cuidadoso con su siguiente regreso: “No queremos hacer tonterías de volver rápidamente y que pase otra vez algo”. Sus dos últimas lesiones, en el recto anterior, son típicas de pretemporada, de volver a chutar y esprintar a intensidad de competición antes de tiempo. La primera de ellas, antes de su debú fallido esta temporada, se atribuyó desde los despachos al ansia del belga por regresar cuanto antes.
El ‘mindfulness’ como escudo del futbolista
En varias de sus investigaciones, la doctora Ulrika Tranaeus ha comprobado que cuando los futbolistas se someten a algún tipo de terapia psicológica para atacar el estrés también baja su riesgo de lesionarse. Cualquier terapia profesional demuestra resultados, pero Tranaeus encuentra especialmente útil el acercamiento del mindfulness: “Cada vez se usa más. Y ayuda, porque muchas de las razones que provocan estrés o ansiedad se encuentran en pensamientos sobre el pasado —lo que hice, lo que no hice bien—, y sobre sus consecuencias en el futuro —me van a echar—, cuando deberían pensar en lo que han de hacer ahora. Y a eso se enfoca el mindfulness”, explica.
“No es un arreglo fácil, pero no resulta difícil de aprender, quizá cinco o seis semanas de entrenamiento. Cambiar de juzgarse a uno mismo a un enfoque más de aprender”, dice.
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