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BREXIT FC
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Messi, el taconazo de Law y el derbi geoestratégico

La geoestrategia de expansión mundial del City Football Group da sentido al rumor de que le ha ofrecido al crack argentino un contrato sin fecha de caducidad

Desde la izquierda, Xi Jinping, Agüero y David Cameron, en 2015.
Desde la izquierda, Xi Jinping, Agüero y David Cameron, en 2015.Manchester City

El derbi de Mánchester no es una batalla sectaria entre católicos y protestantes como el Celtic-Rangers. Ni una lucha entre izquierda y derecha como el Roma-Lazio. Ni representa las insuperables tensiones territoriales de un Madrid-Barça. El derbi de Mánchester es puro fútbol, el mero deseo de derrotar a tu rival local. O habría que decir “era”, si pensamos en el aburrido duelo del sábado (0-0) y en la estrategia corporativa de United y City.

De esa rivalidad han quedado momentos gloriosos y penosos. Quizás el más dramático es el famoso taconazo de Denis Law, un 27 de abril de 1974 en Old Trafford. Law es una de las leyendas del United y su estatua forma parte del conjunto escultórico United Trinity, junto a las de Bobby Charlton y George Best, a las puertas del estadio. Pero Law jugó el último año de su carrera en el City y aquel día marcó de tacón el gol que condenaba irremediablemente al United al descenso. Fue la última vez que Law tocó la pelota en toda su carrera y ese instante le ha atormentado desde entonces, aunque el United hubiera descendido de todas formas sin ese gol.

Quizás el peor momento fue cuando George Best le partió la pierna a Glyn Pardoe en 1970. Los médicos se plantearon amputar la extremidad a la gran leyenda del City, pero aún jugaría hasta 1976. O cuando en 2001 Roy Keane le rompió la rodilla a Inge Haaland como venganza porque se había roto la suya en 1997 en una acción con el noruego, cuando este jugaba en el Leeds.

Ahora todo es diferente. El derbi de Mánchester se ha convertido en una parábola del declive de Occidente y del auge de Oriente. La familia Glazer compró el United en 2005 para exportar a Europa su modelo de negocio comercial a toda costa. Para los Glazer, el éxito deportivo no es el objetivo, sino la herramienta necesaria para seguir ganando dinero. Como Estados Unidos, el United es riquísimo; pero su supremacía está en cuestión y su futuro es incierto.

El City representa el poder emergente de Oriente. En 2008 lo compró el jeque Mansour, una de las fortunas más grandes de Abu Dhabi, uno de los Emiratos Árabes Unidos. Los emiratos se hicieron ricos con el petróleo, pero llevan años diversificando su economía y expandiendo sus intereses por el mundo. El fútbol es uno de sus instrumentos. En 2015, China adquirió un 13% de las acciones del City a través del consorcio CMC. La operación se anunció coincidiendo con la visita de Estado al Reino Unido del presidente chino, Xi Jinping. Jinping es un gran futbolero y declarado hincha del United, pero en ese viaje insistió en visitar las instalaciones del City. Incluso se hizo una selfie junto a Sergio Agüero y el primer ministro británico de la época, David Cameron, publicada en la cuenta oficial de Twitter del City.

El City Football Group, que ya posee clubes en España (Girona), Uruguay (cantera, cantera) y Estados Unidos (dinero, dinero…), entre otros países (Australia, Japón, India, Francia, Bélgica), adquirió el año pasado un club en China. Es una estrategia de expansión mundial que impulsa su director general, Ferran Soriano, que antes intentó sin éxito aplicarla en el Barcelona (tropezó con el modelo de propiedad de los socios y la prioridad de los trofeos frente al dinero, símbolo quizás de la gloriosa decadencia de Europa).

En esa geoestrategia adquiere pleno sentido el rumor de que el City Football Group le ha ofrecido a Messi un contrato sin fecha de caducidad para que juegue en el City el tiempo que quiera antes de acabar su carrera en el punto del planeta que desee y se convierta para siempre en embajador global del grupo. Un fichaje que sería no solo futbolístico, sino geoestratégico y propagandístico. Quizás el primer paso de esa operación haya sido la inesperada decisión de Pep Guardiola de prolongar dos años su estancia en Mánchester…

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