El dictado de Kroos
El medio alemán dirige en la primera parte los mejores minutos blancos ante un rival incapaz de salir de su campo
Ante los alemanes del Gladbach, el Madrid danzó al ritmo de Luka Modric. Tres días después, el equipo blanco se movió al compás de un alemán, Toni Kroos. Al dictado del teutón, los muchachos de Zidane ofrecieron su mejor versión este sábado en el fútbol encapsulado de Valdebebas. Durante la primera parte, el ocho merengue resultó indetectable para un sistema defensivo atlético que se aculó por defecto y no encontró la manera de echarle el lazo. En medio de los gritos de casi todos, del soniquete infatigable de Simeone, del vozarrón de Luis Suárez y de las órdenes de Sergio Ramos, Kroos no levantó la palabra; solo su fútbol.
Con él al frente y en comunión siempre con el croata, el Madrid se desplegó de maravilla. Si había dudas de cómo gestionaría el conjunto de Zidane el regreso a la rutina de la Liga tras el alivio europeo de clasificarse para los octavos en el último suspiro, se disiparon pronto. Pasados los primeros cinco minutos, los locales agarraron la pelota y, aunque esta no se movía a un ritmo endiablado, sí obligó a los visitantes a ponerse el doble forro defensivo. Ninguno de los medios rojiblancos (Koke, Herrera, Carrasco y Llorente) resultó un obstáculo para que el alemán moviera las piezas blancas a su antojo. Todo pasaba por él y, si no lo hacía, Zidane se revolvía en el banquillo, como ocurrió al inicio de la segunda parte con un pelotazo de Courtois.
“¡Salimos un poco!”, se desgañitaba Oblak desde la cueva. “¡Salid!”, le acompañaba Simeone desde la banda. Nadie lo conseguía. Con el campo bien abierto, con Lucas Vázquez y Vinicius por ambas bandas, el Madrid se las fue arreglando para encontrar los huecos. La pareja abierta formada por el gallego y el brasileño fue el antídoto al que recurrió Zidane la temporada pasada —hace 11 meses, en el viejo mundo— para doblar a un buen Atlético en el Bernabéu. Casi un año después y ya dentro de la nueva era del Di Stéfano, el técnico francés recurrió de inicio a los dos atacantes para ensanchar el campo. Y al mando de todo ello, Kroos, que fue el jugador que más pases buenos (87) y más entregas en largo (12) dio de todos los que comparecieron en Valdebebas. En sus maniobras, el teutón tuvo inclinación por la derecha. Por ahí pululaban Modric y Lucas Vázquez, que enlazó su titularidad número 11 seguida. Es su segunda mejor racha desde que volvió a la casa madre y fue necesario para todo: arrancó arriba y acabó abajo cuando se retiró Carvajal, de vuelta de una lesión.
Sin la pólvora de antaño pese a las horas extra de Benzema, el fútbol del Madrid lo definen sus medios. No es casualidad que las mejores versiones de los blancos vengan acompañadas por buenos partidos de Modric, como el del miércoles en la Champions, o el de Kroos en el derbi. Ellos dos, junto a Casemiro, forman la santísima trinidad de la era ZZ en el centro del campo, un trío de innegociables que, ahora también, deben participar del gol mancomunado. Lo hizo el brasileño de cabeza con el 1-0 en un centro botado por Kroos que puso el sello al buen inicio de los blancos. También el alemán se dejó ver en el balcón de Oblak. A la vuelta del intermedio, Benzema se la dejó de cara y Correa lo arrolló a 10 centímetros de la frontal. Unos minutos antes, al descanso se había llegado con un amago de tangana entre Vinicius y Koke. Todos se fueron a sofocarlo, salvo Kroos, que, fiel a su flema, enfiló directo el camino de los vestuarios atusándose el pelo.
En la segunda mitad, con la ventaja ampliada por Carvajal y un Atlético remendado por Simeone al que ya no le quedó más remedio que salir de su campo y acosar a la desesperada al grito de “¡cuelga, cuelga!”, Kroos perdió algo de peso. El Madrid fue administrando el encuentro y Courtois dejó su gran parada de turno en el tramo final. “Están todos de puta madre”, sentenció Zidane. Eso iba, especialmente, por el alemán y el resto de sus compañeros del centro del campo.
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