Sergio Ramos, para todas las guerras
A la caza de sus últimos récords y de otro contrato, el capitán, sin el que el Madrid perdió ocho de sus últimos diez partidos europeos, regresa a tiempo para una noche límite contra el Borussia Mönchengladbach
Sergio Ramos exprime el tramo final de su carrera futbolística al sprint. Traspasados ya los 34 años, amontona guerras en un despliegue de espectáculo de varias pistas para pulir su legado: engorda su récord de partidos internacionales con la complicidad de Luis Enrique; escala puestos entre los defensas más goleadores de la historia; remata la segunda temporada de su serie documental para Amazon; ejerce de alma del Real Madrid en el campo, la sala de prensa y los despachos, y espera el momento de atrapar su último gran contrato.
Entretanto, se ha repuesto de una lesión muscular a tiempo de tratar de evitar que figure en su hoja de servicios la primera eliminación de la historia del Madrid en la fase de grupos de la Champions. También vuelve Carvajal. La cita es este miércoles en el Alfredo di Stéfano, contra el Borussia Mönchengladbach (21.00, Movistar Liga de Campeones). Para alcanzar los octavos, necesitan ganar, aunque a los dos les valdría empatar si el Inter derrota al Shakhtar. Pero también podrían caer a la Liga Europa, e incluso terminar últimos y quedarse sin nada.
Asomado a ese precipicio, y con el historial reciente a mano (ocho derrotas en los últimos diez partidos europeos sin Ramos), la caseta respira con el regreso del central. “Son conscientes de que sin Ramos flaquean”, dice una fuente con acceso al vestuario. Aunque ese alivio carga también con un reverso inquietante: “Les preocupa que sin Ramos les falta carácter”, continúa la misma fuente aludiendo a un factor, el carácter y su ausencia, que explica parte de las lagunas competitivas del equipo, y que el capitán ha abanderado cada vez más desde la marcha de Cristiano Ronaldo y el progresivo declive de Marcelo.
Esta decisiva cita ante el Gladbach es la típica situación límite que el capitán del Madrid escoge para lucir galones desde la víspera, ya en la sala de prensa. Como hizo en octubre del año pasado en Estambul, con Zidane en el alero: “Todo el mundo sabe que el vestuario está a muerte con Zizou”, dijo. “Con todo lo que ha hecho se merece un poco de respeto”. O como el pasado febrero, antes de recibir al Manchester City en la ida de los octavos: “Llega la semana decisiva y aquí es donde se ve realmente a los tíos. A los niños hay que dejarlos a un lado”, sostuvo. Sin embargo, este martes se limitó a varios mensajes en sus redes sociales: “Las grandes noches son de Champions League. Pero sobre todo son del Real Madrid. Vuestras y nuestras. ¡Vamos! Hala Madrid y nada más”, escribió.
Tampoco compareció en la previa del España-Alemania en el que se lesionó (6-0), pese a que días antes la federación había anunciado que lo haría. Se trataba de otra de esas ocasiones grandes: rival de enjundia, partido clave para acceder a la semifinal de la Liga de Naciones, y después de un doble tropezón sonado. Tras anotar 25 penaltis consecutivos, le detuvo dos en el mismo partido el portero de Suiza, Yann Sommer, el mismo que guardará este miércoles la meta del Gladbach. Pero antes de ese encuentro contra Alemania se cruzaron dos de sus guerras —su liderazgo ante una noche cruda y la renovación de su contrato con el Madrid—, y la federación terminó cancelando su presencia ante las preguntas de los periodistas.
Este martes esa ampliación pendiente de un acuerdo que vence el próximo junio se mantenía como interferencia de un reto colectivo. Y no es el único, porque desde los despachos del club recuerdan que antes de una renovación así, ven necesario abordar, con la participación del capitán, un recorte salarial de alrededor del 20% que equilibre el presupuesto ante los efectos de la pandemia. Las próximas cuentas contemplan de momento números rojos de 69 millones de euros. Después de eso, Ramos confía en firmar dos años más y el club también. Aunque sin alegrías: no prevén entrar en un regateo si el central aparece con una oferta muy superior.
Así las cosas, ese lugar ante el micrófono lo ocupó este martes Casemiro, que rozó la reverencia al referirse al capitán: “Para mí hablar de Sergio es un honor. Es un líder, es nuestro capitán. Es de los mejores de todos los tiempos”, afirmó. Y también subrayó la dimensión de la cita: “Sabemos que mañana es una final. Este club nos enseñó que las finales no se juegan; las finales se ganan. Mañana [por este miércoles] vamos con el corazón, con el alma. Es el partido más importante del año”, describió el brasileño, en quien el club ve un capitán para cuando Ramos ya no esté.
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