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TENIS | ROLAND GARROS
Columna
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Lo más complicado para Rafael

Las bajas temperaturas y el comportamiento de la nueva pelota le obligarán a sacrificar un poco la seguridad y solvencia que le da el golpe liftado, su arma más demoledora

Nadal, durante un entrenamiento en París. / MARTIN SIDORJAK (GETTY)
Nadal, durante un entrenamiento en París. / MARTIN SIDORJAK (GETTY)Martin Sidorjak (Getty Images)
Toni Nadal

Seguimos con la misma tónica; con noticias que, aun siendo ajenas al tenis, acaparan nuestra atención y nos impiden centrarnos en lo estrictamente deportivo. Esta vez lo que me ha causado sorpresa ha sido la descalificación de Fernando Verdasco para jugar Roland Garros, después de un dudoso positivo en su prueba PCR. No puedo mostrarme vehemente hablando de temas sanitarios, pero desearía que una decisión que ha afectado tan negativamente al madrileño se hubiera tomado con más precaución. Entiendo perfectamente su frustración al negársele la posibilidad de un segundo test oficial.

Ojalá que nada más empañe esta atípica edición y podamos disfrutar de la magnificencia de la que siempre ha hecho gala el torneo francés.

A principios de este año un periodista me preguntó cómo veía de factible que Rafael igualara los veinte Grand Slams de Roger Federer. Le contesté que seguía viendo a mi sobrino como el favorito a levantar el Roland Garros 2020 y, por tanto, que me parecía probable, aunque nada fácil, sumar ese grande que le falta para igualar la marca del suizo. En aquel momento, nadie podía prever todo lo que se nos avecinaba a consecuencia de esta pandemia que ha obligado a la cancelación de numerosos torneos o al aplazamiento de algunos de ellos.

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Apenas habrá público en las renovadas y elegantes gradas de la Philippe Chatrier y se va a disputar en una época que cambia las condiciones meteorológicas a las que estaban acostumbrados los tenistas.

Estas circunstancias no le son nada favorables a mi sobrino. Las altas temperaturas que acompañaban el torneo cuando se jugaba a finales de mayo influían, pienso que positivamente, en la respuesta física de los jugadores y, en particular, de Rafael, que se siente mucho más cómodo en condiciones cálidas. Pero la gran diferencia se va a notar en el comportamiento de la pelota. El calor propiciaba un bote más alto, más vivo y que el golpe liftado de Rafael hiciera más daño a sus oponentes obligados a hacer una devolución muy incómoda.

Las temperaturas que, por lo que he visto, serán bastante frías y lluviosas en París le obligarán a sacrificar un poco la seguridad y solvencia que le da su arma más demoledora.

A esto hay que sumar las condiciones poco habituales en las que llega él, comparado con los años anteriores. Aterriza sin haber disputado, apenas, torneos en los últimos siete meses, ya que decidió no jugar los dos norteamericanos. Ha competido, únicamente, en Roma para acusar algo su inactividad de tantos meses y perder contra Diego Schwartzman en cuartos.

Es por todo esto que, hoy día, soy consciente de que mi sobrino va a disputar su Roland Garros más complicado. Pero también lo es que, como me ha ocurrido siempre, tengo la confianza de que una vez superada la primera semana de competición y encarando la recta final, Rafael habrá sido capaz de resolver sus dudas y de hacer la adaptación necesaria para recuperar su agresividad y volver a posicionarse como favorito. O, por lo menos, uno de ellos.

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