Campeones con dos entrenadores
Hans Flick puede convertirse este domingo en el octavo técnico que gana la Copa de Europa después de haber cogido el equipo mediada la temporada
Hans Flick puede convertirse este domingo por la noche (si gana al PSG en la final de la Champions) en el octavo técnico en conquistar la Copa de Europa habiéndose hecho cargo del equipo a mitad de temporada. De interino a titularísimo. El Bayern le ha renovado hasta 2023. Ni en el propio club bávaro parecía confiar en el asistente de Niko Kovac cuando le responsabilizaron del primer equipo a primeros de noviembre. Lo que parecía una situación transitoria agudizada por dos derrotas consecutivas a principios de diciembre que colocaron al equipo séptimo, se ha transformada en una racha impresionante de victorias que le sirvieron para ganar la Liga con 13 puntos de ventaja sobre el segundo, la Copa y meterse a lo grande en la final de la Champions.
Tres precedentes blancos
Hasta en tres ocasiones en la historia del competición el Real Madrid ha transformado situaciones de emergencia en el banquillo en soluciones ganadoras del título. La primera fue en la temporada 1959-60. Quinta Copa de Europa. Santiago Bernabéu dio un golpe de timón a la mala marcha del equipo y con la Liga prácticamente perdida y el Barcelona a punto de proclamase campeón, destituyó al paraguayo Fleistas Solich y nombró a Miguel Muñoz. Un joven técnico de 38 años que asumía el reto de disputar las semifinales europeas contra el mismísimo Barcelona de Helenio Herrera.
Muñoz estaba entrenando al Plus Ultra, el filial de Segunda. Ya en la temporada anterior había dirigido al primer equipo por enfermedad del entrenador, Carniglia en siete partidos de Liga y los de la Copa de Europa contra el Wiener. En ese momento la papeleta era bastante más peliaguda. El Barça al rebufo de la Liga era favorito. La plantilla blanca asumió su responsabilidad y de la mano de Di Stéfano y Puskas ganaron los dos partidos a los azulgranas (3-1 y 1-3) y, luego, la final al Eintracht de Fráncfort en Glasgow (7-3). Por supuesto, después del doble éxito, Bernabéu confirmó en el cargo a Muñoz que se perpetuó hasta 1974. El entrenador más longevo en la historia del club y del fútbol español.
Cuarenta años después se repitió la estrategia. Esta vez el presidente era Lorenzo Sanz. Fulmina tras la jornada undécima, triunfo en Vallecas (1-3), a John Benjamin Toshack, que llevaban tiempo manteniendo un pulso con el vestuario y la presidencia. “Es más fácil ver volar un cerdo por encima del Bernabéu que yo rectifique”. Esa fue la última frase del galés. Vicente del Bosque, que ya había ejercido de apagafuegos alguna vez anterior, fue nombrado entrenador hasta final de temporada.
Vicente reconoce que no estaba muy por la labor. “Les dije a Lorenzo y Onieva que si realmente tenían confianza en mí, daría el paso, pero que si era solo un parche y no la tenían era mejor que ficharan a otro. Insistieron y me quedé. Fue un año muy complicado que acabó bien”. Corría el mes de noviembre. El equipo no funcionaba y un 1-5 ante el Zaragoza en el Bernabéu llevó al puesto 16 de la clasificación a un punto del descenso.
El panorama en la Liga se medio arregló a largo plazo. El Real Madrid acabó quinto a siete puntos del Deportivo campeón. En la Champions, sin embargo, con un cambio táctico a partir de los cuartos de final -pasó a jugar con una defensa de tres centrales- superó la segunda liguilla a pesar de las dos derrotas contra el Bayern. En cuartos, en un partidazo, eliminó al campeón, el Manchester United con el inolvidable partido del taconazo de Redondo, los dos goles de Raúl y las paradas de Casillas (2-3). En semifinales se tomó cumplida revancha y también contra pronóstico con el Bayern. El 2-0 del Bernabéu se hizo bueno con el gol de Anelka y el 2-1 de la vuelta.
“Antes de la final, ya en París –apunta Del Bosque- me ofrecieron la renovación. Fue un bonito detalle porque si perdíamos estábamos fuera de Europa la temporada siguiente, pero volvieron a ratificar su confianza. Fue un gesto que nos llegó”. En la final, el Real Madrid fue muy superior al Valencia (3-0). Con Del Bosque renovado llegaría una segunda Champions dos años después, además de dos Ligas, una Intercontinental, una Supercopa de Europa y otra de España. Otro relevo con premio.
Para la tercera carambola, no hubo que esperar tanto. En 2016, a Florentino Pérez no le tembló el pulso y destituyó a Rafa Benítez en los primeros días de enero. La responsabilidad recayó sobre Zidane, que entrenaba al Castilla. Benítez afrontó la liguilla de la Champions. El Madrid ganó su grupo con solvencia, cinco victorias y empate ante el PSG fuera. Su último resultado fue un 8-0 al Malmoe. Con el francés en el banquillo, superó a la Roma, al Wolfsburgo con remontada en el Bernabéu (3-0) y Manchester City. En la final, prórroga y penaltis para volver a derrotar al Atlético.
Otras experiencias
En 1975, tras ganar tres Bundesligas, la Copa de Europa del 74 y ser el verdadero artífice de ese equipo campeón, Udo Lattek es destituido en enero. El Bayern confía en Dettmar Cramer la continuidad y no falla. Al menos en la Copa de Europa. Ganó la final al Leeds (2-0) en el Parque de los Príncipes. En la Liga quedó décimo.
De gran sorpresa se consideró en su momento que el Aston Villa ganara la Copa en 1982. También existió el cambio de técnico. La mala marcha en la Liga, acabó undécimo, le costó el puesto a Ron Saunders a principios de febrero. Se quedó en su puesto su segundo, Tony Barton. Se volcó en la competición europea y eliminó sucesivamente al Dinamo de Kiev y Anderlecht antes de dar la campanada con un alto grado de fortuna en la final contra el Bayern Múnich (1-0). Después le ganó la Supercopa de Europa al Barcelona. Barton murió de un infarto en 1993, con 56 años.
En 1993, el Olympique de Marsella conquistó su única Copa de “las orejas grandes”. En la final se impuso al Milan con un tanto de Bolí. También dos técnicos se repartieron el éxito. Comenzó en el banquillo el entonces joven Jean Fernández, uno de los descubridores de Zidane, pero no pasó de los 150 días y Bernard Tapie, que siempre había demostrado poca paciencia con los entrenadores, le relevó del cargo para poner al belga Goethals, que seguía trabajando en el club.
El Chelsea redondea el club de los campeones con dos entrenadores. En 2012 comenzó la temporada con Villas Boas y en marzo, una nueva derrota en la Premier le costó el puesto. Se quedó también uno de sus asistentes, Roberto di Matteo, con escasa experiencia como técnico, pero que conocía bien el vestuario de sus tiempos de jugador. Apostó por la vieja guardia, los Terry, Lampard y Drogba y revolucionó la Champions. En las semifinales eliminó al Barça y en la final superó al Bayern en la tanda de penaltis. El título le valió para renovar por dos años, pero a los tres meses fue sustituido por Benítez.
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