Revelación madridista

Junto a la pradera de San Isidro, en la cuarta y última sección del patio de Santa Gertrudis, en la Sacramental de San Justo, en Madrid, descansan los restos de Carlos Padrós. Nacido en Barcelona, hijo de padre barcelonés y madre de Villafranca del Penedés. Fundador en 1902 del Real Madrid. Nada en la lápida de la tumba número 423 indica que allí yace alguien que fundó un movimiento -el madridismo- que hoy aglutina a millones de personas en todo el mundo.

Los clubes de fútbol tienen su forma de ser. Viene marcada por la relación con sus historias, sus entornos o los giros del destino. Lo que sucede en el césped aporta algunos matices pero el hincha sabe que, por muchas veces que un equipo gane un encuentro en el último minuto, nada le garantiza que ese pequeño milagro volverá a suceder. La personalidad del club, sin embargo, se mantendrá firme. Para desentrañarla, definirla y entenderla, conviene echar un vistazo a su línea del tiempo.

En La biblia blanca (Córner), los hermanos Ángel y Marta del Riego Anta plantean un original recorrido por la historia del Real Madrid, dividiendo la historia del club blanco en Antiguo y Nuevo testamento. “...el Madrid es una idea asociada a la victoria de forma terminal y hasta la primera Copa de Europa de 1957 ese paisaje mental no cobró cuerpo”, explican en su particular Génesis. La analogía con la Biblia se desarrolla de forma natural y amena. ¿Quién juega el papel de San Pedro? ¿Y el del ángel caído? ¿Y el de Lucifer? ¿Quiénes son los demonios de esta religión?

Es un libro escrito desde la militancia blanca. Solo así se podría haber redactado el capítulo de Las doce tribus de Israel, en el que se describen de forma brillante e irónica otros tantos tipos de madridistas. Del castizo al acomplejado, pasando por el valdanista o el de provincias. Todos ellos unidos por la forma de ser de su club. O viceversa.