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Pista Libre
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Gobierna Parejo, y se nota

Pocos jugadores en el fútbol europeo transmiten la sensación de jerarquía y control que ofrece el medio. La reciente crisis del Valencia ha acentuado esa impresión

Santiago Segurola
Parejo cabecea el balón ante el Madrid.
Parejo cabecea el balón ante el Madrid.M. J. Segovia (Cordon Press)

Cuando un futbolista pasa de dirigir un equipo a gobernar un partido es que se trata de un jugador de cuidado. Xavi y Pirlo pertenecían a esta singular raza. Parejo cada día se parece más a ellos. Su magisterio volvió a acreditarse el domingo en Mestalla, contra el Real Madrid, que jugó con autoridad hasta que emergió la figura del centrocampista del Valencia. Durante una hora funcionó como lo que es: un fenomenal estratega con la facultad de resolver los problemas cerca de su área y de la contraria.

El partido reveló su enorme capacidad de liderazgo en el equipo y el efecto que produce en los jugadores. Todos le buscan. En caso de duda, la solución es entregarle la pelota a Parejo. Y no se equivocan, porque Parejo siempre parece en perfecta disposición de recibirla, generalmente bien perfilado, casi siempre después de hacer el movimiento justo que le separa de su marcador, anticipando la siguiente decisión, que suele ser brillante. Su grado de jerarquía es tan alto actualmente que consigue convertir cualquier momento apurado o complejo en una situación muy favorable al Valencia.

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Mediado el primer tiempo, Parejo comenzó a romper las líneas de presión del Real Madrid, que poco a poco empezó a disolverse, con un problema añadido: el espacio que se abría alrededor del medio centro del Valencia. Parejo, que es magnífico con la pelota en los pies, resulta imparable cuando tiene tiempo y perspectiva para dirigir el juego. No quedó claro si el Real Madrid le concedió esa ventaja o Parejo se la ganó con la astucia que le caracteriza.

Su jefatura fue tan visible que, por comparación, remitió a otro Parejo, buen jugador, pero más intermitente, menos febril y hasta discutido en algunas fases de su ascendente carrera. Como tantos otros excelentes productos de la cantera del Real Madrid, su caso ha sido un ejemplo de maduración a fuego lento, hasta alcanzar, y probablemente superar, las expectativas de sus partidarios.

A la cabeza de todos, y antes que nadie, estuvo Alfredo Di Stéfano, que nunca se distinguió por regalar elogios. Con Parejo no disimuló. Le parecía todo un proyecto de jugador. El Madrid, sometido por naturaleza a urgencias que le impiden esperar a muchos de sus mejores jóvenes, le abrió las puertas a una carrera que le llevó al Getafe y después al Valencia, donde se ha establecido como ídolo, después de atravesar algunos momentos discutidos.

Pocos jugadores en el fútbol europeo transmiten la sensación de jerarquía y control que ofrece Parejo. La reciente crisis del Valencia ha acentuado esa impresión. En las difíciles circunstancias que han presidido el arranque de la temporada para el club, el equipo y la hinchada, su liderazgo ha sido sensacional. Nadie vertebra mejor a un equipo de fútbol en la Liga que Parejo. Tiempo atrás, esa distinción se la podía discutir Busquets. En estos momentos, no.

Camino de los 31 años, no ha disputado ningún Mundial, ni ninguna Eurocopa, por raro que parezca. Su efecto en el Valencia no admite duda. Tampoco debería ocurrir en la selección, que no se recupera de la nostalgia por Xavi y lo que significaba. Con Xavi se jugaba a lo que quería el pequeño y excepcional centrocampista del Barça. Después de un largo y continuo proceso de crecimiento como jugador, Parejo se ha erigido en el perfecto director de escena.

Por delante tiene una temporada repleta de grandes desafíos, con el Valencia escalando en la Liga, en octavos de final de la Copa de Europa —se medirá con el Atalanta de Bérgamo— y la Eurocopa 2020 con la selección. Todo indica que donde esté Parejo, sus equipos dispondrán del mejor estratega posible.

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