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El Nápoles despide a Ancelotti y contrata a Gattuso

El club prescinde del técnico, distanciado del presidente y la plantilla, pese a lograr el pase a los octavos de la Champions. En su lugar nombra al exentrenador del Milan

Diego Torres
Ancelotti, durante el partido contra el Genk.
Ancelotti, durante el partido contra el Genk.Federico Proietti (AFP)

Siamo qui per vincere non per pettinare le bambole”, proclamó Carlo Ancelotti. “Estamos aquí para ganar no para peinar muñecas”, fue la frase de presentación del nuevo entrenador del Nápoles. La pronunció en el verano de 2018, en la concentración dolomítica de Dimaro, y las palabras se grabaron en la mente de los miles de napolitanos que seguían al equipo por los Aples como un ejército de peregrinos.

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La promesa de hacer frente a la todopoderosa Juventus “hasta el final”, fue la consigna que promovió el presidente Aurelio de Laurentis, para justificar el fichaje de Ancelotti en detrimento de Maurizio Sarri, un entrenador muy popular en la hinchada, con quien la directiva había terminado por romper lazos. Despedido Sarri en mayo de 2018, se hizo mediáticamente imperativo extender una idea ilusionante. Si Sarri había proporcionado el fútbol exquisito que convirtió al Nápoles en una referencia de buen gusto, Ancelotti, el técnico que más títulos ha ganado en el concierto Europeo (20), brindaría los trofeos.

Dieciocho meses más tarde, en el clima extemporáneo de una clasificación de Champions recién conquistada, con un saldo notable de un empate y una victoria ante el Liverpool en la fase de grupos, Aurelio de Laurentis dio el hachazo. A las 23:30 horas de la noche del martes el Nápoles anunció el despido de Ancelotti.

La nota de prensa del Nápoles resonó como un golpe en una pared hueca: “La Sociedad Deportiva Napoli ha decidido revocar el encargo de responsable técnico del primer equipo al señor Carlo Ancelotti. Permanece intacta la relación de amistad, estima y respeto recíproco entre la sociedad, su presidente Aurelio de Laurentis y Carlo Ancelotti”.

Ancelotti será sustituido por Gennaro Gattuso, que fue técnico del Palermo, el Pisa, y el Milan entre 2017 y 2018, pero que en su aval no cuenta con ningún título. Sin la exquisitez de Sarri ni las copas de Ancelotti, la propaganda oficial asegura que ahora el equipo estará dirigido por un sargento de hierro. El ciclo es universal.

Porque cuando el Nápoles se volvió a desplomar por segundo año consecutivo en otoño, y al cabo de la jornada 11ª de Serie A, a comienzos de noviembre, ya figuraba fuera de los puestos europeos con 18 puntos, muy lejos de los 29 que lucía la Juventus, al presidente y a su guardia pretoriana les dio por proclamar que el problema residía en la falta de bravura de Ancelotti para blandir el látigo sobre los futbolistas perezosos. Edoardo de Laurentis, el hijo del presidente, emitió su dictamen en un acto público por esas fechas: “A estos jugadores les faltan cojones”.

Aurelio de Laurentis, que es productor de cine, estaba en Hollywood cuando el 5 de noviembre el Nápoles empató en casa con el Salzburgo. El dueño de la sociedad no se detuvo a contemplar que el Salzburgo es uno de los equipos que mejor han jugado en esta temporada de Champions. Inmediatamente concluyó que sus jugadores necesitaban un correctivo que paliase la disipación en la que vivían inmersos. Así es que llamó desde Hollywood y proclamó un edicto. Que toda la plantilla se concentrara sine die en el enclave de Castel Volturno, más que una prisión, un paraíso de las aguas termales.

La orden de recogimiento fue el detonante. La negativa de la plantilla fue la explosión. La familia De Laurentis lo definió como "motín". Siempre proclive a buscar puntos coincidentes, Ancelotti quedó en tierra de nadie. Se manifestó contrario a la idea de concentración como castigo pero partidario de obedecerla. Ignorado por sus futbolistas lo mismo que por su jefe, el hombre se recluyó solo en Castel Volturno. El acto, cargado de ambigüedad y simbolismo, aisló a Ancelotti dentro de su propio club. Los jugadores cada vez jugaron peor. El equipo permaneció sin ganar durante nueve partidos en todos los torneos. No volvió a conocer la victoria hasta este martes, cuando goleó al Genk (4-0) en la última jornada de la fase de grupos de la Champions. Paradójicamente, la noche que Ancelotti fue despedido. A modo de desagravio, se llevó una ovación del San Paolo. El pueblo, al menos durante un minuto, estuvo de su parte.

Le sustituye Gattuso, un muchacho febril a quien Ancelotti dice querer como a un hijo. Hace un año, con motivo del cumpleaños número 40 de Gattuso, el hombre que ahora le deja el banquillo caliente le dedicó unas palabras en púbico: “Querido Rino, ahora que te veo en los banquillos agitándote como un loco, gritando, apresurado, incitando a tus jugadores, pienso que eres la persona justa para el trabajo justo. Se necesita tu pasión, tu carácter, tu espíritu de sacrificio para superar los obstáculos; hay necesidad incluso de tu alegría para desdramatizar ciertas tensiones; y también de tu solemne rabia para despertar a alguno que duerme, porque en un equipo, en cualquier grupo, siempre hay uno que duerme”.

“El Nápoles es el equipo perfecto para mi idea de juego”, dijo Gattuso en su presentación, este miércoles. “Llamé a Carlo esta mañana. No han sido días fáciles. Él es como un padre para mí. No nos comparen. Me conformo con ganar el 10% de lo que ganó él”.

Carlo Ancelotti, hombre proverbialmente tranquilo, fue despedido en el más volcánico de los escenarios. Le sustituye el más volcánico de sus discípulos.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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