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Las barras bravas, un dron en Serbia y la Champions en Estambul

El fútbol se ha visto a menudo afectado por razones políticas y sociales

El serbio Mitrovic agarra una bandera albanesa en el Serbia-Albania de 2014.
El serbio Mitrovic agarra una bandera albanesa en el Serbia-Albania de 2014.marko djurica (reuters)

El historial de partidos de fútbol que han sido suspendidos, aplazados o cambiados de sede por razones extradeportivas es amplio en las últimas décadas. Como denominador común en la mayoría de los casos, la zona de los Balcanes. Estos son algunos ejemplos.

Dinamo de Zagreb-Estrella Roja (1990). Si la guerra de los Balcanes no comenzó en un campo de fútbol, el Dinamo de Zagreb-Estrella Roja de 1990 fue un buen ensayo del enfrentamiento bélico que estaba por venir. Ese 13 de mayo se vivió una auténtica batalla en el estadio de Maksimir entre la afición local croata, partidaria de la independencia de su todavía república yugoslava, y los 3.000 ultras visitantes que entraron al recinto al grito de “Zagreb es Serbia”. El partido nunca empezó. Los incidentes entre ambas hinchadas empezaron fuera del campo y terminaron de explotar dentro, a 10 minutos del pitido inicial. Entre todas las imágenes de aquella tarde dantesca, una por encima de todas: el jugador croata Boban, que años después triunfaría en el Milan, lanzando una patada a un policía que estaba golpeando a un aficionado del Dinamo. Los croatas acusaban a los agentes de proteger a los radicales del Estrella Roja y ensañarse con ellos.

Serbia-Albania (2014). La aparición de un dron con una bandera albanesa en el estadio de Belgrado a dos minutos del descanso del Serbia-Albania, clasificatorio para la Eurocopa 2016, dio lugar a un enfrentamiento entre los jugadores y la posterior suspensión del partido. Al ver la bandera sobrevolando, el futbolista serbio Mitrovic se lanzó sobre ella para retirarla. Los jugadores visitantes se encararon con él, recriminándole el gesto, lo que dio origen a un choque entre ambos equipos. El árbitro, el inglés Martin Atkinson, interrumpió primero el encuentro durante 30 minutos y luego lo suspendió, pese a la petición serbia de reanudarlo.

Brescia-Vojvodina (2019). De nuevo unas banderas albanesas motivaron la suspensión de un encuentro con un equipo serbio. Fue en el amistoso Brescia-Vojvodina del pasado sábado en el estadio de Orzinuovi, en la región italiana de la Lombardia. En el minuto siete de la segunda parte, una veintena de hinchas del equipo visitante invadieron el campo y lo atravesaron para dirigirse hacia los símbolos albaneses que habían colocados en una zona del estadio. La intervención de la policía y las redes de separación evitaron el choque con las personas que los habían colgado. Previamente, el árbitro había expulsado al entrenador del Vojvodina, Nenad Latovic, por haber amenazado con retirar a sus jugadores al ver las banderas. El encuentro fue suspendido cuando los italianos ganaban 2-1.

Dudelange-Qarabag (2019). Durante el partido de la segunda jornada de la Europa League del pasado 3 de octubre entre el Dudelange y el Qarabag (1-4) en Luxemburgo, un dron sobrevoló el campo con una bandera de Armenia. El árbitro suspendió el duelo durante 30 minutos porque los jugadores del Qarabag, casi todos de nacionalidad azerbaiyana, se sintieron ofendidos y algunos hinchas del equipo que habían viajado quisieron invadir el terreno de juego. El club es de la región de Nagorno-Karabakh, oficialmente perteneciente a Azerbaiyán pero en disputa con Armenia desde el alto el fuego de 1993.

FK Trepça-Estrella Roja (2019). La federación kosovar impidió el pasado 9 de octubre a la plantilla y afición del Estrella Roja entrar en el país para disputar el partido de dieciseisavos de final de la Copa Serbia entre el FK Trepça y el equipo de Belgrado. El FK Trepça, pese a estar enclavado en Mitrovica (Kosovo), disputa la tercera división serbia al representar a la minoría serbia de la ciudad. En 1999, terminada la guerra, la población kosovar creó otro equipo con el mismo nombre que, este sí, compite en los torneos del país.

River Plate-Boca Juniors (2018). No fue directamente por la política, sino por la violencia de las barras bravas argentinas, pero la final de la Copa Libertadores de la temporada pasada entre los dos grandes clubes argentinos adquirió estatus político. El duelo empezó torcido porque la lluvia obligó a retrasar un día el partido de ida en la Bombonera. Tras jugarse 24 horas después con el resultado de 2-2, en los prolegómenos de la vuelta, dos semanas después, se desató el gran conflicto. Aficionados de River atacaron el autobús de Boca y dos jugadores (Pablo Pérez y Gonzalo Lamardo) sufrieron heridas de consideración. Primero se retrasó tres horas y luego, obligado por las circunstancias, se trasladó el encuentro al día siguiente. Pero tampoco pudo jugarse entonces, ya que los futbolistas heridos no estaban en condiciones de disputar el partido. La crisis ya había tocado a todos los poderes políticos de Argentina. La decisión final de la organizadora del torneo, la Conmebol, fue trasladar la vuelta al Santiago Bernabéu. Madrid se protegió ante posibles incidentes y la jornada del 9 de diciembre transcurrió en paz. El título se lo llevó River.

Final de la Champions (2020). El Gobierno italiano pidió al presidente de la UEFA, Alexander Ceferin, que la final de Champions 2020 no se juegue en Estambul como protesta por la acción militar de Turquía sobre la población kurda. El ministro de Deportes, Vincenzo Spadafora, recordó en una carta que la ONU “promueve desde años cada 6 de abril la Jornada Internacional del Deporte para el desarrollo y la paz”, y por esta razón invita al máximo organismo del fútbol europeo a considerar “si es oportuno mantener Estambul como sede de la final” de la Liga de Campeones.

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