La NBA capea el embrollo político con China
Los Lakers y los Nets juegan el amistoso en Shanghái a pesar de las restricciones tras la polémica por Hong Kong
Los Brooklyn Nets ganaron a Los Angeles Lakers por 114-111. Pero el resultado era lo de menos, y no porque se tratara de un partido de exhibición. Lo importante, que llegaran a jugar. El encuentro entre los dos equipos en el Mercedes Benz Arena de Shanghái estuvo a punto de no disputarse a consecuencia de la cólera de China hacia la NBA por lo que comenzó siendo un tuit personal de apoyo a los manifestantes en Hong Kong y que se ha convertido en una crisis en torno a la libertad de expresión.
Cada año, las franquicias de la NBA viajan a China para promocionarse en el que es uno de sus mercados más lucrativos: casi 500 millones de personas, una tercera parte de la población, vieron este año alguno de los partidos de la liga estadounidense. La NBA comenzó a tender lazos con este país en los años 90, cuando aún era difícil prever la gran explosión económica de la actual segunda potencia. Pocos deportistas alcanzan la adoración que se depara a Michael Jordan —y, por extensión, a los Chicago Bulls de aquella era— entre el público chino. Que el pívot chino más célebre de la historia, Yao Ming, fichara por los Houston Rockets en 2002 no hizo sino intensificar la historia de amor de los aficionados de este país por la competición estadounidense.
Pero el tuit del pasado viernes de Daryl Morey, el director general de los Houston Rockets —“Lucha por la libertad, apoya a Hong Kong”—, ha desencadenado una reacción de rechazo profundamente visceral y nacionalista entre los aficionados y las autoridades chinas.
Después de que el presidente de la NBA, Adam Silver, dejara claro el apoyo de esta organización a la libertad de expresión, y la televisión estatal anunciara que no emitiría los partidos de exhibición, se han multiplicado las expresiones de repulsa. En Pekín, la tienda oficial de la NBA, habitualmente abarrotada, apenas tenía estos días clientela. Los productos de los Rockets habían desaparecido también de las tiendas de Nike, según la agencia Reuters.
En las redes sociales de China se habían multiplicado los llamamientos a llevar banderas de China y pancartas con mensajes patrióticos al partido. Algunos se fotografiaban con sus entradas rotas. Otros, rompiendo la camiseta de su equipo. “Soy aficionado al baloncesto, pero antes que nada soy chino”, es el mensaje que se repetía una y otra vez en Weibo, el equivalente a Twitter en las redes sociales de este país.
Los medios de comunicación amplificaban el mensaje. “Expresamos un fuerte descontento y objeción al apoyo de Adam Silver a la libertad de expresión. Las opiniones que desafíen la soberanía y la estabilidad social no pueden formar parte de la libertad de expresión”, había publicado en un comunicado la televisión estatal china, la CCTV, al anunciar que no emitiría los partidos de la NBA. El diario China Daily resaltaba que también “los países occidentales tienen limitaciones en su libertad de expresión” a la hora de exaltar el terrorismo o el racismo. “Lo respetamos como las líneas que no se deben cruzar en la libertad de expresión en las sociedades occidentales, y esperamos que Occidente también respete nuestras líneas que no se pueden cruzar”, agregaba.
Como se había anunciado, el partido no se retransmitió a través de la televisión china. Tencent, el gigante del Internet chino, tampoco lo mostró en ninguna de sus plataformas. Los patrocinadores brillaban por su ausencia. Un día antes, los empleados del pabellón habían retirado toda publicidad alusiva al encuentro. Los carteles habían desaparecido también de las cercanías de los hoteles donde se alojaban los dos equipos, que tienen previsto volver a enfrentarse este sábado precisamente en Shenzhen, ciudad fronteriza con Hong Kong.
Las autoridades deportivas chinas recomendaron suspender las ruedas de prensas previstas con ambos equipos y la del presidente de la NBA, Adam Silver, presumiblemente por temor a declaraciones que avivaran aún más la hoguera de la crisis. Otros dos eventos previos de interacción entre los equipos y el público chino se habían cancelado el día antes.
Finalmente, el partido en Shanghái transcurrió sin incidentes. En el interior del pabellón no había evidencia de la polémica. El amistoso se desarrolló sin problemas, excepto la lesión de Kyrie Irving, que recibió un golpe en la cara en el primer minuto y ya no volvió a jugar. Dinwiddie, con 20 puntos, y Prince, con 18, fraguaron el triunfo de los de Brooklyn ante unos Lakers liderados por LeBron James, con 20, y Rondo, con 18. Las gradas se llenaron con casi 16.000 espectadores que apoyaron a ambos equipos con entusiasmo. Un indicio, quizá, de que el idilio no está acabado. Y de que tras dejar que se enfríen los ánimos durante un tiempo, la NBA y los aficionados chinos continuarán en el futuro su historia de amor.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.