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El Scariolo menos fiscalizador

El seleccionador plantea un libreto menos rígido en la preparación del Mundial para primar el riesgo, ampliar recursos y sumar piezas resolutivas para los momentos clave

Faustino Sáez
Sergio Scariolo, durante un entrenamiento en el Pabellón Triángulo de Oro
Sergio Scariolo, durante un entrenamiento en el Pabellón Triángulo de Oro EFE

Con una estudiada secuencia de aforismos y axiomas, sin dar puntada sin hilo, Sergio Scariolo se remangó de nuevo hace unos días para dar forma a la España mundialista en China, su octavo gran torneo como seleccionador (con tres oros, una plata y dos bronces en los siete anteriores). “La realidad está delante de los ojos de todos. No inventaremos el agua caliente”, soltó en la gala de puesta en escena. “La generación del 80 ya implantó una ambición y una manera de competir que se ha ido manteniendo y reforzando en el tiempo”, explicó entonces.

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Consciente de que esta vez tiene un grupo con menos volumen de experiencia y talento que en campeonatos anteriores —con menos “salvavidas”, como denomina a los referentes que acaparaban la capacidad de ejecución—, el seleccionador busca exprimir otros recursos como el hambre o la imaginación. Desde el comienzo de la concentración, Scariolo se presentó ante sus jugadores con un libreto menos fiscalizador de lo habitual para no atenazar a nadie en ataque. Mientras cuaja la mezcla, la química y los automatismos, el técnico trata de primar el riesgo sobre la prudencia y rebajar la censura para integrar a más jugadores en el papel de protagonistas resolutivos, para ampliar así los recursos en los momentos clave. "Tenemos que superarnos para alimentar nuestro contragolpe", apuntó tras vencer a Lituania en su obsesión por descifrar los espacios para la creatividad y la velocidad. Atrás, la entrega es innegociable, para atacar desde la defensa forzando los errores del rival. Adelante, se buscan alternativas para evitar ser un equipo previsible con todas las flechas apuntando a Marc Gasol. "Su gran talento, quizá único en el mundo, es generar juego para el resto del equipo. No es cuestión de que meta 20 puntos en todos los partidos. Lo que logra él es que el equipo meta 80 o 90 puntos siempre”, analizó el seleccionador al comienzo del camino.

“Somos un equipo con ciertas limitaciones que tiene que trabajar para superarlas”, desarrolló Scariolo el viernes tras el primer amistoso de la preparación. “Un jugador no puede pasar de nivel tres a nivel ocho en un mes, pero lo importante es que si uno es de nivel tres rinda de tres y si es de nivel ocho rinda de nivel ocho, y que todo el equipo sume hasta donde podamos sumar”, amplió. Contemporizando y espoleando, el seleccionador saca lustre a su máster en gestión de personal que no rehuye la autocrítica. Este fin de semana, en el torneo de Málaga —con partidos ante Costa de Marfil el viernes, y ante Congo o Filipinas el sábado—, llegarán lo primeros descartes. El cuerpo y la psicología del grupo se cuecen ahora.

El debate sobre el talento nunca ha sido un tabú en la selección. “Habrá que buscar otros caminos para competir. Ese es el desafío”, señaló el técnico tras dar la lista de 16, con el desencanto de la inesperada renuncia conjunta de Mirotic e Ibaka. Como resultado, una España condicionada por el compromiso, con una carrocería más ligera y menos protección detrás, abocada más que nunca a la gremialidad en torno a la referencia de Marc Gasol. Un escenario con cierta reminiscencia al del Europeo de 2015. En aquel torneo sí estuvo Pau, pero faltaron Navarro y el propio Marc. “Este grupo no tiene el mismo talento de baloncesto que el de otros años. De ahí la importancia de darlo todo y de jugar con una intensidad, concentración, disciplina y conjunción de equipo enormes para sobreponernos a este momento que es un momento difícil”, explicó Pau Gasol aquel año cuando la cosa se puso fea, ejerciendo de tótem del grupo con un discurso que tiene tanto recorrido como el de España en el podio. Scariolo ya ha puesto el plan en marcha tocando con tacto todos los resortes del grupo.

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Sobre la firma

Faustino Sáez
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

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