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de tú a tú
Columna
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Muchas bocas calladas

España volverá en cuatro años al Mundial y lo hará para luchar por el título, porque ahora ya se ha graduado y se ha ganado el respeto internacional

Vero Boquete
Jenni Hermoso, en la acción del 1-1 contra Estados Unidos.
Jenni Hermoso, en la acción del 1-1 contra Estados Unidos.PHIL NOBLE (REUTERS)

Se acabó el Mundial para España. La selección está ya de vuelta en casa, pero después de perder por la mínima frente a Estados Unidos la sensación es de victoria y de las grandes. Porque perder siempre duele, pero hay maneras y maneras, y sin duda España eligió la mejor; luchando hasta el final sin miedo y con valentía, con orgullo y con fútbol.

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Vayamos por partes. En lo meramente deportivo, España tuteó a las actuales campeonas del mundo, que se vieron sorprendidas y, por momentos, superadas por el buen juego con balón (aunque eso ya lo esperaban) y sin él. España hizo su partido más completo en este Mundial y quizás el mejor de siempre. Solidarias y agresivas en defensa, con calidad e intención en ataque, e incluso rápidas en las transiciones, buscando lo que en los otros partidos faltó, profundidad y verticalidad. Cierto es también que no se crearon oportunidades claras, pero la sensación era de peligro y amenaza constante. Y a eso no están acostumbradas las estadounidenses. Y sufrieron, vaya que si sufrieron.

Hacer sufrir a EE UU no es fácil, sobre todo si somos conscientes de que físicamente son superiores y mentalmente son fuertes y resistentes para enfrentarse a lo que sea. Pero a esto del fútbol se juega con un balón y con él las españolas son mejores. Y el fútbol son decisiones, y en eso también somos mejores gracias a nuestra cultura futbolística y a una amplia comprensión del juego; a la ejecución española solo le faltó el gol, o menos penaltis.

Estados Unidos tenía soluciones en el banquillo, pero el bloqueo llegó incluso al cuerpo técnico, que seguramente se debatía entre señalar públicamente a algunas de sus estrellas con el cambio o aguantar el descaro español y confiar en que el pitido final llegase pronto. Se decantaron por lo segundo y el partido estuvo abierto hasta el final, con España buscando el gol del empate incluso con su defensa central. Fue como morir ahogado en la orilla, para las jugadoras y para todos los que seguíamos el partido por televisión. La gesta estuvo cerca y lejos a la vez.

Nos faltó un poco de mordiente, alguna salida en conducción rompiendo líneas, fijando y creando superioridades (al menos posicional), algo más desde el banquillo, algo más de físico, algo más de qué sé yo... Pero ahora sabemos el camino y los ajustes, y ese es el futuro. En cuatro años España volverá al Mundial y lo hará para luchar por el título, porque ahora ya sí se ha graduado y se ha ganado el respeto internacional. Ahora ya saben cómo competir con las grandes. En cuatro años, las jóvenes que liderarán la España del futuro serán más maduras y las ya no tan jóvenes serán aún mejores.

Fuera del verde también se ha ganado. Se han roto audiencias, se ha sido portada, se ha llegado a millones de familias y el nivel de nuestra selección y de este Mundial en general ha callado muchas bocas. Y también ha abierto muchas otras, para, como dije en mi primer artículo sobre este Mundial, hablar, opinar y criticar. Eso era lo que queríamos, que se hablase de fútbol, sin género.

Y ahora que España no sigue en Francia, ¿qué hacemos? ¡Seguir viendo el Mundial! Empieza lo mejor y estos cuartos de final dejan claro la progresión y ya dominio absoluto del fútbol europeo, con siete de las ocho selecciones (EE UU como excepción), y la importancia de ligas nacionales potentes y profesionales.

El duelo más esperado será este viernes en París, una final anticipada entre Francia y Estados Unidos. Al ganador le quedará el último paso frente a Inglaterra o Noruega. Por el otro lado del cuadro se ha colado Italia, la sorpresa del torneo, que buscará el sueño de las semifinales contra Holanda (actual campeona de Europa). El último enfrentamiento será uno de los clásicos, Alemania-Suecia.

No apaguen la televisión, enciendan las radios y compren los periódicos; hagan caso y disfruten del fútbol y de sus emociones.

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