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La reválida de Salah

Lesionado en un lance con Ramos en la pasada final, el egipcio lidera el ataque de su equipo

Jordi Quixano
Salah celebra un gol en el partido Liverpool-Huddersfield.
Salah celebra un gol en el partido Liverpool-Huddersfield.ANDREW YATES (REUTERS)

En el paseo marítimo de Montecarlo se produjo en agosto, durante la pasada gala de la UEFA, un episodio de lo más extraño porque no hay ciudad que mire más la etiqueta. Tras solicitar autógrafos a Florentino Pérez, que los repartió de buena gana, los implicados se dieron la vuelta y se olvidaron del presidente del Madrid para reclamar la presencia de un Mohamed Salah (Gharbia, Egipto; 26 años) que fintó a la muchedumbre con una sonrisa y un saludo con una mano. Instantes después, los mismos transeúntes pitaban a Sergio Ramos, que más tarde recibiría el galardón al mejor defensa europeo. La razón era obvia: a los 20 minutos de la final, Ramos enganchó del brazo, derribó a Salah y en la caída su brazo derecho el central madridista le lesionó, entre el desespero de los hinchas reds y las lágrimas del delantero. Salah, que a punto estuvo de arrebatarle la última Bota de Oro a Messi con 44 goles, tendrá la reválida de una nueva final si antes supera al Barça.

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Resulta curioso que el club azulgrana no tuviera informe alguno sobre Salah hasta hace dos años. “La única vez que se lo planteó el club fue cuando Neymar nos dejó”, admiten desde la cúpula; “pero había firmado con el Liverpool y era imposible”. Aunque desde los despachos del Barça lo tienen claro: “La forma de juego vertiginoso de Klopp, la movilidad de los otros puntas y la energía del míster y la grada le vienen muy bien”. Así lo ve Oriol Romeu, medio del Southampton: “Se ha encontrado a Klopp y un estilo de juego que le beneficia. Le ha dado una personalidad que no tenía antes”. Algo que también piensa Piqué: “¡Uf! Es muy rápido y habilidoso, muy complicado de marcar; si le das metros te la lía y si estás encima y te supera, te la lía también. Tiene una gran capacidad para generar ocasiones de la nada”. Tener el marco rival en el entrecejo es algo que alimentó desde niño.

Así lo evidenció en el Al-Mokawloon, que estaba a cuatro horas y media y cinco autobuses de casa. “En un partido que ganamos 4-0, estábamos todos festejándolo menos Mohamed, que lloraba por no haber marcado. Le dije que le cambiaría de posición por su velocidad y pasión por marcar y metió 35 goles en la siguiente temporada”, explica su técnico de entonces, Al Shesheni, a The Sun. Y no dejó de marcarlos hasta llegar a Primera. Aunque le duró poco porque en marzo de 2012, el trágico enfrentamiento entre los hinchas del Al-Ahly y del Al-Masry con la policía, que dejó 74 muertos, forzó el parón de la competición. Tiempo para que el Basilea organizara un partido de homenaje con la Sub-23 de Egipto y momento en el que Salah hizo dos goles y recibió una oferta. “¿Porqué no pruebas una semana con nosotros?”, le preguntaron. Y Salah, ya con contrato, comenzó su camino hasta convertirse en el Creador de Felicidad.

El desencuentro con Mou

‘El Creador de Felicidad’

Apegado a su gente, Salah ayuda a Nagrig. Compró una ambulancia y costosos equipos médicos, sufragó la construcción de una depuradora para que sus vecinos pudieran tener agua potable y participa en la creación de una escuela. Le llaman ‘El Creador de Felicidad’. Le quieren tanto que en las elecciones presidenciales quedó segundo en las votaciones con un millón de votos; la gente tachaba los nombres de los candidatos y ponía el de Salah en el tarjeta.

Eso se evidenció cuando le otorgaron el premio al mejor jugador de la liga suiza y le dio dos besos a la presentadora del acto. “Han arruinado mi alegría, olvidaron el premio y se concentraron en la dama que me besaba. Donde voy, la gente me aplaude: pero mis fanáticos nativos me critican”, señaló Salah. Sus actos y goles, sin embargo, pudieron con todo. Y eso que no se salió con la suya en el Chelsea, después de que el Basilea rechazara una oferta del Liverpool por considerarla menor. “Me convenció Mourinho”, dijo Salah. Pero no se entendieron, al punto de que jugó 1.200 minutos en temporada y media, casi nunca de titular, y fue cedido a la Fiorentina para sacar su mejor fútbol. “Tal vez solo Messi sea más rápido que él con el balón”, resolvió Montella. Pero dejó Florencia y se fue a Roma para seguir con su idilio con el gol. “Es el mejor futbolista que he entrenado”, zanjó Spalletti. “Explotó tarde, pero a lo grande”, concede Piqué. “Hace transiciones muy buenas, tronco inferior fuerte, quiebro rápido y es difícil quitarle el balón. Con espacios es peligroso y hace mucho daño”, le elogia Romeu.

Tras la Roma, volvió a la Premier previo pago de 40 millones. “No puedo decir que haya sido barato, pero es un gran jugador que ya nos había convencido. Ojalá siga así”, señaló Klopp después que marcara cinco goles en sus ocho primeros duelos.

Una ebullición que le valió para sellar 44 tantos, también para alcanzar la final de la Champions de la que el lance con Ramos le sacó. Este curso, sin embargo, no empezó tan afinado. “Hay jugadores que tienen el mismo número de goles que yo y disfrutan de la mejor temporada de su vida. ¡Y se supone que yo estoy teniendo un mal año!”, dijo Salah a Sky Sports. Hoy suma 25 redes y 13 asistencias y quiere jugar la final de Champions que no pudo, consciente de su impronta: la revista Time le eligió entre los 100 personajes más influyentes de 2018 a nivel mundial.

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