Mo Salah es el nuevo Bale
Como el galés cuando militaba en el Tottenham, el gran goleador del Liverpool solo brilla con espacios, exactamente la condición que le proporciona el sistema de Jürgen Klopp
La fiebre Salah recorre Europa y provoca delirios. El partido de Mohamed Salah ante la Roma, en la ida de la semifinal de Champions disputada el martes en Anfield, ha bastado por sí solo para generar la clase de euforia que infla las más hermosas burbujas mercantiles del balompié. A la luz de una estadística insólita —dos goles y dos asistencias en el curso del trepidante 5-2— muchos incluso han llegado a creer que están ante una nueva forma de Messi. Los técnicos que trabajan en Inglaterra, sin embargo, son mucho más moderados respecto a la verdadera naturaleza del futbolista de moda.
“No hay un abismo entre Salah y Messi, ¡hay cuatro abismos!”, dice Raúl Caneda, entrenador español que trabaja como analista para clubes de la Premier; “Messi tiene muchos más registros: sabe hacer todo, con y sin espacios, es definidor y sabe ayudar a los demás. Salah ha encontrado el hábitat que le permite alcanzar su punto de ebullición. Es velocísimo. Ejecuta muy rápido en carrera. Pero para eso necesita espacios. Sin espacios es menos jugador. Me recuerda a Gareth Bale en el Tottenham, que durante dos temporadas, en carrera, era imparable”.
Como Bale, la nueva figura del fútbol inglés luce en las grandes extensiones y se apaga en los espacios reducidos. A sus 25 años Salah prospera en el ecosistema que le ha diseñado Jürgen Klopp. Se trata de un orden particularísimo. El Liverpool juega a esperar en el mediocampo, deja que sus rivales avancen, y genera espacios para que corran los tres atacantes. Cada uno con una misión concreta y complementaria. Firmino el nueve, Mané el once que también oficia de diez, y Salah, que actúa como falso extremo derecho quedándose descolgado. Mientras los demás sacuden el árbol, él recoge la fruta.
“Salah genera problemas diferentes en los defensas”, observa Ian Cathro, técnico escocés que trabajó en el Newcastle; “porque hace movimientos de extremo y de delantero centro. Sabe cómo perfilarse para dar el primer toque siempre de cara a portería y combina velocidad y pausa. ¡Es una combinación inusual!”.
No es el más hábil de los atacantes pero posee una serie de cualidades que, reunidas, le convierten en un peligro. Es potente pero no posee velocidad sostenida. Es inteligente porque conoce sus limitaciones, el conocimiento le lleva a jugar con sencillez, y la sencillez le vuelve directo, concreto. Se mueve con ingenio y domina el espacio. Cuando controla la pelota sabe medir, esconderla y salir con una finta. En esto no se parece a Bale. Frente a la Roma hizo un solo regate importante: contra el lento Jesús antes del 3-0.
Un entrenador español que prefiere el anonimato y que se ha enfrentado a Salah esta temporada en la Premier hace una reflexión desde la experiencia directa. Cree que el egipcio se beneficia de la inclinación contragolpeadora de Klopp. “El Liverpool es uno de los equipos de la Premier que más puntos gana contra el top seis del campeonato porque juega como un equipo pequeño con grandes jugadores. El problema es que eso le lleva a perder el título. Se deja muchos puntos contra rivales que se cierran bien —contra el United sacó un solo punto y no hizo gol— o contra equipos menores, porque le cuesta atacar en espacios reducidos. El Liverpool empató con el Watford, el Burnley, el Everton, el West Brom...”.
Salah va como un tiro en un equipo con altibajos. El hombre suma 31 goles en la Premier. Se ha beneficiado de un modelo y una competición hecha a su medida. Ha metido 43 goles en 47 partidos en todos los torneos esta temporada con un promedio de un tanto cada 87 minutos. Más del doble de los goles que marcó en los últimos dos cursos con la Roma, en la Liga italiana, un torneo célebre por el cuidado que ponen los equipos en cerrarse. Allí Salah metió un gol cada 168 minutos disputados en la temporada 2016/17 y un gol cada 226 minutos en la 2015/16.
El 5-2 refleja la clase de escenario que realza a Salah. Cuatro de los cinco goles que hizo el Liverpool a la Roma fueron de contragolpe y uno de córner. Un robo de Mané y un pase de Firmino propician el 1-0; un gran pase de Firmino, que atrae hacia sí a los centrales precede al 2-0; y el 3-0 es la jugada más vieja del manual, un balón largo del lateral, paralelo a la raya. En las tres ocasiones la defensa de la Roma estaba desencajada. En las tres ocasiones sus compañeros le encontraron sin mirarle. Mérito de Salah, mérito de sus camaradas, y mérito de un entrenador que ha agilizado los comportamientos colectivos.
“Cuando él recibe en el área se para el reloj”, indica el entrenador que prefiere el anonimato, “sabe ganarle un segundo a la jugada y si tiene una ocasión te la mete. Pero en el Liverpool hay futbolistas que tienen más recursos técnicos, conceptuales, y físicos que él. Firmino y Mané no solo son grandes goleadores; roban más, organizan mejor, y hacen una labor de desgaste que favorece a Salah, que se lleva la gloria”.
Todos los expertos coinciden. En el Liverpool, el egipcio goza del privilegio exclusivo del ahorro de energía. Recupera dos balones por partido de media, frente a los tres balones que quita cada uno de sus colegas de ataque. La estadística es un índice de su participación dosificada en labores de intendencia.
El jugador de moda en Europa no es el mejor jugador que existe, ni mucho menos. Pero ha sabido explotar con maestría de definidor toda la producción del enérgico Liverpool de Klopp.
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