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Columna
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La Champions y el legado de Johan

Ajax y Tottenham están cumpliendo un sueño, haciendo sencillo algo que parece muy complicado: ganar con una identidad muy definida

Los jugadores del Ajax celebran su pase a semifinales.
Los jugadores del Ajax celebran su pase a semifinales.MARCO BERTORELLO (AFP)
Jordi Cruyff
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Mi padre siempre decía que la técnica no era cuestión de ser un malabarista con el balón, sino de llevarlo a su destino con los menos toques posibles, facilitando el movimiento de tu compañero. Ese es el sentido de su famosa frase que esta semana ha vuelto a la actualidad: “Jugar al fútbol es muy sencillo, pero jugar un fútbol sencillo es la cosa más difícil que hay”. Sus palabras no solo sirven para ilustrar la gesta del Ajax en Turín. Yo las haría extensibles a todos los semifinalistas de Champions y también al Manchester City, eliminado de la competición tras marcar cuatro goles. Todos son protagonistas con el esférico.

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Esa frase es una verdad como un templo, porque muchas veces complicamos el fútbol cuando en el fondo es un juego simple. Y hacerlo sencillo requiere muchas horas de trabajo en la ciudad deportiva partiendo de una idea clara. Es necesaria una identidad sobre la que gire toda la planificación de un proyecto, desde los despachos, pasando por el banquillo hasta el césped. Y eso también es una tarea compleja en los tiempos que corren, con dueños o presidentes más preocupados por un retorno inmediato de su inversión que por cultivar un legado. Lo fundamental es ir al encuentro del ADN del club: Guardiola y el City son una combinación perfecta, pero también lo son el Atleti y Simeone, a quien por cierto no veo como un entrenador defensivo, pero sí intenso, que saca el máximo partido a las transiciones su equipo.

Cuando Pep Guardiola declaró que no había ido al Manchester City para ganar la Champions, sino para cambiar su forma de jugar al fútbol, no me pareció en absoluto un intento de ponerse la venda antes que la herida. Más bien una manera de quitar presión a un equipo con un enorme presupuesto a la hora de atraer jugadores, pero que aún carece de esa condición de favorito en Europa que solo te otorga el peso de la historia. Sería injusto exigir a los citizens su consagración en la élite continental a marchas forzadas. Ese crecimiento no solo depende de dinero, sería como construir una casa por el tejado, también se trata de ir al encuentro de una identidad sobre la que se sostengan los cimientos del proyecto. Y Guardiola está guiando al club en la formación de su ADN.

Esta forma de entender el fútbol también está asociada a la imagen de marca del Manchester City y de sus franquicias en todo el mundo, que siguen la misma hoja de ruta por la que apostaron sus directivos Ferran Soriano y Txiki Begiristain, primero con la incorporación de Pellegrini y posteriormente Guardiola. Porque el beautiful game también es un activo en la industria del entretenimiento. El público exige emoción, y no hay mejor espectáculo que el que nos brindaron el Manchester City y el Tottenham, un drama protagonizado por dos equipos valientes más propio de un guion de Hollywood.

Coincidí con Mauricio Pochettino en el Espanyol durante un año complicado en el que nos salvamos por poco del descenso. Ya entonces mostraba madera de líder desde la zaga, con ese gen competitivo propio de los argentinos y el instinto organizador que te da la experiencia como central. Su Tottenham también es un equipo atrevido, porque incorporar a un puñado de exjugadores del Ajax a su plantilla es toda una declaración de intenciones. A Pochettino tampoco se le debe exigir un trofeo que consagre su proyecto, porque ya tiene suficiente mérito haber dotado al Tottenham de un ADN que ha situado al club en una línea ascendente, apostando por juventud para suplir la falta de presupuesto.

El Ajax y el Tottenham son la sorpresa positiva y agradable de esta Champions. Que el Barça llegue a semifinales es normal y que el Liverpool esté entre los cuatro mejores siempre es una posibilidad. Pero el Ajax y el Tottenham están cumpliendo un sueño, haciendo sencillo algo que parece muy complicado: ganar con una identidad muy definida.

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