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Hipnosis para tirarse a 142 km/h

Ander Mirambell, olímpico en skeleton, recurre a un mentalista para bloquear el miedo y potenciar el subconsciente durante los descensos sobre el hielo: “Para mí es un plus, ahora piloto mejor que nunca”

Alejandro Ciriza
Mirambell, durante un descenso en los últimos Juegos de Invierno en PyeongChang.
Mirambell, durante un descenso en los últimos Juegos de Invierno en PyeongChang.Clive Mason (Getty)

Inquieto por naturaleza, el olímpico Ander Mirambell (Barcelona, 1983) ansiaba desde hace tiempo una vuelta de tuerca a su preparación en skeleton para afinar los descensos a todo trapo sobre esas largas lenguas de hielo, en los que su trineo alcanza los 142 km/h y su cuerpo se somete a fuerzas 5G. “Todo nace cuando mi hermano dejó de fumar gracias a la hipnosis”, introduce el deportista, de alma curiosa y mente abierta, dispuesto siempre a experimentar novedades para mejorar; “había probado con la meditación y algunas técnicas de relajación, pero di otro paso más. A él le funcionó y, aparte, descubrí que había gente que utilizaba la hipnosis para trabajar el instinto o para ir al dentista, por la alergia a la anestesia. Luego leí un artículo de un velocista de 100m que cuando escuchaba el disparo de salida se imaginaba que le perseguían los leones…”.

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Y después llegó la conexión, el salto definitivo.

“Vino a verme a un espectáculo y más tarde coincidimos en el casting de un programa de la tele, Pura Magia (RTVE). Comenzamos a hablar y a partir de ahí pensamos que sería interesante probar”, observa Luis Pardo, el mentalista barcelonés (44) que desde hace 15 años practica la hipnosis y desde hace poco más de uno conectó con Mirambell, entusiasmado con el resultado. “Ahora piloto mejor que nunca”, dice el catalán, lastrado por una lesión de espalda que le iba comiendo el ánimo, hasta que decidió explorar el nuevo camino. “Consiste en entrar en un sueño relativamente profundo”, explica, “donde tú eres consciente de lo que hay a tu alrededor y todo parece muy real. Es similar a cuando te quedas dormido en el sofá, pero sigues oyendo la tele”, precisa.

“Se trata de trabajar el instinto, la capacidad de decisión y de abordar el tema del dolor”, prolonga Mirambell, que previamente ya había ejercitado la mente con un psicólogo del Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Sant Cugat. En un deporte en el que cada maniobra se hace al límite, cada detalle vale un mundo. “Hay una gran parte de visualización”, detalla; “hay curvas a las que antes les tenía más respeto y ahora se me hacen más naturales. Es como si ya hubiera pasado por allí. Me aporta un punto extra de seguridad, porque en el skeleton debemos decidir en centésimas de segundo…”.

“Ander apenas tiene tiempo para pensar”, constata Pardo. “Así que trabajamos para que sea el subconsciente el que tome las decisiones. Son horas y horas de hablar, para moldear el subconsciente. Tratamos también de bloquear algunos miedos para que, por ejemplo, si en una curva va muy rápido y muy recto, sepa cuál es el límite al que puede llegar y no sea el miedo el que le frene. Está demostrado científicamente que el subconsciente reacciona de cuatro a siete segundos antes de que nosotros sepamos qué vamos a hacer cuando decidimos”, matiza el mentalista, recientemente consultado por un futbolista de Primera División.

Beckham, Woods, Connors o Ali

En su día, el futbolista David Beckham recurrió a la hipnosis, al igual que otras figuras deportivas como el tenista Jimmy Connors, el golfista Tiger Woods –en su adolescencia, según la revista Time– o el boxeador Muhammad Ali, que contrató al hipnólogo Justin Tranz. “Pero hay una diferencia importante”, incide Pardo; “porque la mayoría de ellos lo hicieron para resolver cuestiones del ámbito personal que les afectaban a la hora de competir. Muy pocos deportistas lo han hecho para directamente entrenar el cerebro”.

Luis Pardo y Ander Mirambell.
Luis Pardo y Ander Mirambell.

Uno de los ejercicios prácticos que ha llevado a cabo consistía en que, una vez adentrado en el estado de hipnosis, el deportista debía acertar a qué pierna apuntaba la mano de Pardo, situada a un palmo. Cuando escuchaba el “¡ya!” de su tutor, Mirambell debía levantar la pierna correcta de inmediato. “Hice cinco de cinco. La sesión está grabada en vídeo, e impresiona”, cuenta. “Es algo intuitivo”, concreta el especialista, que añade: “Acierta porque en esa circunstancia no se detiene a pensar, es automático. El subconsciente trabaja por nosotros. Al fin y al cabo es el que nos hace respirar o el que nos rasquemos si nos pica algo, sin necesidad de pensarlo”.

Escepticismo y actitud proactiva

En España, de momento, la hipnosis es un terreno desconocido y cuestionado por algunos científicos. “Yo no me dejo el dinero porque sí y sé que hay muchos que tratan de aprovecharse de la historia, pero para mí es un plus, y a estas alturas todo cuenta. Yo no puedo demostrar que sea efectivo, pero a mí me funciona. Hace poco me preguntó por el tema un club de Primera para proponérselo a algún jugador, por las lesiones y el dolor… Cuento esto porque creo que es una herramienta que puede ayudar a mucha gente. Quizá haya miedo al qué dirán o quizá sea simple desconocimiento, pero ayuda. Ahora bien, la hipnosis te hace el clic, pero tú debes tener una actitud proactiva”, cierra Mirambell.

“En otros países se utiliza como terapia desde hace años. ¿Por qué aquí no? Algunos creen que es una patraña o una farsa porque lo asocian a lo que se hacía en la tele de los noventa, que era ridiculizar a las personas haciéndolas caminar como un pollo. Otros creen que al estar hipnotizados pueden perder el control. Aquí hay muy poca cultura sobre esto”, remata Pardo.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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