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El Deportivo Galicia juega en Londres

Un equipo de fútbol que se declara español y que recibe una subvención de la Xunta disputa una liga de la federación inglesa

Un once del Deportivo Galicia en un partido de esta temporada.
Un once del Deportivo Galicia en un partido de esta temporada.DGL

Reciben al lado del aeropuerto de Heathrow, así que en un lugar con tanto tránsito resulta hasta obsceno hablar de puertas que se cierran o de sociedades que se aislan. Mientras unos acunan el Brexit da la impresión de que el Deportivo Galicia circula en dirección contraria, como si después de tantos años en Londres aún condujesen por la derecha. Afiliados a la federación inglesa juegan en el décimo escalón de su fútbol, algo similar a una Preferente Autonómica, vecinos a clasificarse para disputar la FA Cup, la Copa inglesa, el torneo con más solera el planeta, un decano que se disputa desde 1871. Si lo consiguen lo harán con la cruz de Santiago en el pecho. Y sin dudas: “Somos un equipo español”, advierte Leo Decabo, el manager.

Decabo nació en Londres. Su madre es coruñesa de Camariñas, su padre ourensán de Cea. Él se dedica a las finanzas, trabajó en la City y se ilusiona con un proyecto que va más allá de la pelota. “Encontré trabajo gracias a compañeros”, explica Antón Fernández, ourensano, delantero del equipo. Hace dos sábados marcó los goles que sirvieron para ganar al Sandhurst Town, un club que ya ha paladeado la sacrosanta FA Cup. Al final del partido Decabo invitó a unas cervezas a los técnicos rivales. “Siempre me dicen que ya nadie lo hace, pero me sale así”, explica.

La vida no es fácil para un equipo español en una liga inglesa. “El típico fútbol inglés todavía es típico”, galleguea el manager. El Deportivo Galicia juega arrendado en Bedfont, a 300 libras por sesión en tepe artificial, pero casi todos sus oponentes lo hacen sobre hierba natural. O en barro, porque el rigor del clima condiciona. Así que la propuesta habitual mantiene la pelota por el aire más que por el piso. “Ahora la cosa está cambiando e intentan jugar a uno o dos toques. Lo entrenan incluso, pero una cosa es lo que hablan y trabajan por la semana y otra lo que hacen después”, relata Decabo, que sabe que su equipo sufre para contrarrestar el pelotazo. Su idea de juego es contracultural en el oeste londinense. “En el túnel de vestuarios miro para los rivales hiper musculados, con físicos tremendos, y temo que nos metan quince. Luego movemos la pelota y a veces no les queda otra que correr tras ella”, asegura Antón Fernández. Este sábado volvieron a ganar, un gran paso para salvar la categoría. Si escalasen hasta la séptima plaza tendrían derecho a estrenarse en la anhelada FA Cup. “No vamos a parar hasta lograrlo”, avisa Decabo.

Jugadores del Deportivo Galicia tras un partido.
Jugadores del Deportivo Galicia tras un partido.DGL

Todo empezó en 1968 como una manera de combatir la morriña con la pelota en los pies. Hubo más equipos de comunidades foráneas, pero a estas alturas ya solo quedan ellos. Y aunque hace dos temporadas tenían un 75% de gallegos en sus filas ahora son un reflejo de la sociedad en la que se integran porque acogen futbolistas de Marruecos, Portugal, Brasil o Irak. Y un inglés. Cuando los rivales preguntan por el nombre del equipo, Decabo desbloquea el teléfono móvil y les muestra un mapa de Galicia y sus equipos más representativos.

Pero no todo es grato y más cuando se compite con el corazón a 180. “Hay racismo”, denuncian. “Lo más suave que nos llaman los rivales es camareros, spanish waiter. A partir de ahí que nos vayamos a nuestro país y todo lo demás…”, explica Fernández, que jugó en el Ourense B y en categorías regionales gallegas y sitúa en contexto lo que sucede en un campo de fútbol. “En la calle yo no lo he sufrido. Quizás si en mi tierra jugase un equipo de emigrantes pasaría lo mismo. Así es la sociedad. Tengo amigos ingleses que son maravillosos, pero estas situaciones me resultan frustrantes”, reflexiona. Decabo le da la vuelta a ese sinsabor: “Lo emplean para desestabilizarnos. En la caseta hablamos con el corazón en la mano y los sentimientos a flor de piel. He llorado escuchando a mis futbolistas”, confiesa. “Jugar aquí es algo excepcional. Me resultaría complicado dejarlo”, tercia Antón Fernández, que se mudó a Londres porque su novia encontró trabajo allí y llegó al equipo porque su madre encontró una referencia en facebook. En tres años ya tuvo ofertas y probó con conjuntos de categoría superior, de esos ingleses de pura cepa que sí juegan la anhelada competición copera. “No era lo mismo”, zanja.

En el Deportivo Galicia no se cobra por jugar y hasta hace poco se pagaba. Hace diez años Decabo, tras colgar las botas, evitó que el club echase el telón. Ahora se apoya en sus fieles, en José, en Rogelio o en Mick, y rescata sus raices de Camariñas para hacer encaje de bolillos y mantener con poco más de 30.000 euros una estructura con tres equipos (tienen además un filial y un conjunto veterano). Les llega una ayuda de la Xunta de Galicia a través del Centro Gallego de Londres, al que están vinculados. “Fresh Tapas Bar, Authentic Galician Restaurant”, se anuncia en el programa que el equipo, como manda la tradición en las Islas, se ofrece a quienes acuden en cada partido mientras se sucede el trajín de aviones que van y vienen en Heathrow. El Deportivo Galicia se queda. Si hay gallegos en la luna, ¿cómo no los va a haber en la liga inglesa?

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