El ‘show’ de Dembélé se cancela por lesión
El extremo, torpe en la entrega pero espectacular en el quiebro, desconcha al rival con sus eslálones antes de dejar el campo con un esguince que le puede tener dos semanas de baja
Con paso pesaroso y una cojera ostensible, Dembélé desfiló tras la portería de Cuéllar hasta el banquillo junto al doctor Pruna, que atendía con preocupación a las explicaciones del extremo. El futbolista, con el gesto torcido por el dolor, se echaba la mano a la rodilla y al tobillo izquierdo, después de una jugada desafortunada en la que se le quedó la pierna enganchada atrás sin que mediara ninguna entrada. “Es un esguince en el tobillo”, desveló una hora más tarde Ernesto Valverde, en consonancia con el comunicado médico del club, que no especificó el tiempo de baja pero se cifra en poco menos de dos semanas. Fue, en cualquier caso, el final de una noche magnética del 11, que exhibió de nuevo su maravilloso fútbol caótico.
Con Coutinho de nuevo anónimo y con Luis Suárez enfrascado en sus rifirrafes para ganarse una parcela entre los dos centrales, emergió Dembélé para pedir la pelota y el protagonismo porque Messi comenzó el duelo desde el banco. Así, a cada ocasión que absorbía el cuero y sin la exigencia de pasar la pelota al 10 por definición, el extremo se marcó unos eslálones que ni Alberto Tomba en sus buenas épocas. De ahí que completara 11 regates de los 15 que intentó, el récord de un jugador en esta Liga.
“Es súper importante, tiene una personalidad muy diferente, encara, tiene personalidad y desparpajo. Ha hecho un poco de Messi y ha tirado del carro”, le reconoció Aleñá. “Ha dado un paso hacia delante, ya se ha adaptado y se muestra muy desequilibrante”, se sumó Sergi Roberto. “Después de todo el debate y la polémica, ha ido para arriba y es un jugadorazo que nos da desequilibrio, tiene mucha velocidad, utiliza las dos piernas, también gol”, apostilló Busquets.
El problema del francés, en cualquier caso, es que regatea mucho mejor que pasa, corre mucho mejor que discurre. Pero sabe vivir en el caos, en el contrasentido, y por eso responde mejor a mayor reto porque, por ejemplo, tras una de esas secuencias de regates acabó con un asombroso pase de cuchara a Luis Suárez, que no supo definirlo.
A la siguiente jugada, sin embargo, se puso el 10 a la espalda y atendió el centro raso de Jordi Alba para pegarle con el interior de la bota, a fin de que el balón chocara con el poste antes de alojarse en la red, para firmar su diana número 13, su mejor registro de siempre porque con el Rennes se quedó en 12 (2015-16). La alegría de Dembélé, sin embargo, es unidireccional, como constató Sergi Roberto en la única ocasión que se adelantó en la presión y le pidió que le guardara el sitio. El francés, que aceptó con la cabeza pero no con el corazón, tiró de la triquiñuela porque siguió al rival con la mirada y luego corrió a la desesperada, aliviado al final porque En Nesyri le pegó con la uña, alto y desviado.
Lo suyo era encarar a Silva, bailar con el balón y con el rival. Todo un recital que para su infortunio se terminó de forma abrupta, con un mal chiste; en uno de sus caracoleos frente a Vesga, se enredó las piernas y la izquierda se le quedó atrás para hacer un mal gesto que le tuvo tendido en el césped un buen rato, el suficiente para saber que no volvería a jugar esa noche. “Esperemos que sea poco porque lo necesitamos”, expuso Sergi Roberto. “Deseamos que no sea nada porque estaba a un nivel muy bueno”, agregó Busquets. “Esa una pena su lesión porque es un jugador absolutamente desequilibrante, tiene regate y perdemos mucho; y tenemos menos cambios. Esperemos que no sea por demasiados días”, zanjó Valverde. Por lo que el show de Dembélé se cancela por un breve espacio de tiempo.
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