La recomposición del Barcelona
Tras el batacazo ante el Betis, el equipo de Valverde, líder de LaLiga y en pie en todas las competiciones, se ha corregido en el aspecto defensivo y redefinido el ‘once’ de gala
Equipo de fútbol atildado y sin remilgos, el Betis le discutió la posesión (46%) al Barcelona (54%) en el Camp Nou y le arrebató la victoria con cuatro goles como cuatro soles. “No pueden venir los rivales y marcarnos cuatro tantos. No podemos consentirlo si queremos ser campeones”, soltó con su habitual bravura Arturo Vidal. El técnico Ernesto Valverde, sin embargo, miró hacia el otro lado de la red: “Nos está faltando algo. No es la presión sino la frescura a la hora de terminar, de generar ocasiones de gol”. Reflexiones que se trataron en el vestuario con varias charlas —aunque no se varió apenas el trabajo en los entrenamientos, entrenador de costumbres como es Valverde—; punto de inflexión para el Barcelona, que desde ese duelo solo hace que sumar alegrías para cerrar el ecuador del curso como líder de LaLiga, además de pisar los octavos de la Champions y la Copa.
La media sube la cremallera. Aunque Ter Stegen lleva desde el inicio de la temporada a un gran nivel, con paradas espectaculares que suman puntos, no era raro verle recoger el balón de su portería al menos una vez por encuentro. Así lo explican los datos porque antes de medirse al Betis, el equipo disputó 18 partidos y encajó 19 dianas (1,05 por choque). “Cuando toca defender, toca defender”, se lamentó con pragmatismo alemán Ter Stegen. “Cuando un equipo trata de jugar al ataque, tenemos que controlar las pérdidas de juego”, se sumó Valverde, con una visión más técnica. “No podemos ser el equipo que menos encajemos, porque hacemos un fútbol muy ofensivo, pero sí que podemos mejorar que cuando ataquemos estemos todos en vigilancia y presionemos todos juntos”, se sumó Piqué, que ha recuperado su mejor fútbol.
Desde las oficinas de la ciudad deportiva, sin embargo, encuentran en el calendario una explicación al desaguisado ante el Betis: “Ese día fuimos muy vulnerables, un desastre defensivo ante las oleadas rivales que pagaron los medios (Busquets, Arthur y Rakitic), que llevaban cuatro partidos completos seguidos y les pudo el cansancio, quedaron superados y no llegaban a las presiones”. Pero se disputó la Champions, clasificado el equipo a octavos a falta de dos partidos de la liguilla, y también la Copa, tiempo para los menos habituales. “El mister pudo rotar más y el equipo ha estado más fresco, con los medios entonados y capaces de correr como exige el Barça y los rivales”, cuentan desde el Barça. Las estadísticas lo confirman: tras el Betis, el equipo ha participado en ocho choques y recibido cuatro goles (0,5 de media). Una diferencia abismal que se ve en los puntos y los resultados porque si en algo no ha cambiado el conjunto es en su puntería; antes del Betis sumaba 2,5 tantos por duelo (45 dianas en 18), la misma estadística que tras el partido ante el equipo de Setién (20 en ocho; 2,5 de media).
Los señalados juegan en equipo. Aunque en el vestuario del Barça no hay riñas, sí que se han dado en esta temporada varios capítulos de indisciplina que desde el área deportiva y el cuerpo técnico se ha esmerado en erradicar de puertas para dentro. Uno fue Arturo Vidal, que incendió las redes sociales con sus emoticonos de enfado al tiempo que también reclamó más protagonismo sobre el césped frente a los micrófonos. El otro fue Dembélé, que reincidió en sus impuntualidades a las convocatorias por una vida un tanto desordenada. “Tenían dos opciones”, cuentan desde los despachos del Camp Nou, conscientes de los dos toques de atención que les dieron a los jugadores; “o tomárselo bien o mal. Pero si querían jugar, debían aceptar las reglas del juego como finalmente han hecho”.
Desde la ciudad deportiva también lo ven así: “Tanto Arturo como Ousmane han sido capaces de entender sus errores y, con eso aprendido, han sabido participar en el juego grupal y coral que hace el equipo. Han interpretado muy bien lo colectivo”. Tanto, que Vidal le ha sacado del once a Arthur del mismo modo que Dembélé le ha rebasado por la izquierda a Coutinho. “Arturo te quita control de partido, pero te da más vértigo y sobre todo más músculo y consistencia”, explican desde el Barcelona; “y Dembélé está explotando porque tanta calidad tiene que salir algún día y por algún lado”.
Juego de equilibrios. A Valverde siempre le importó el equilibrio, pues a la marcha de Neymar del curso anterior respondió con un cambio de sistema (del 4-3-3 al 4-4-2) que estabilizó el fútbol del equipo. Si bien se decantó por Coutinho y Arthur durante una fase de la temporada, porque al extremo se le presuponía desequilibrio y el medio garantiza la posesión, el juego del equipo acabó por chirriar porque el Barça se partía en dos, gandules los puntas en la fase defensiva y superados los medios por la carga de trabajo y la imposibilidad de multiplicarse. Desde el partido ante el Betis, sin embargo, Valverde escogió a Dembélé en vez de a Coutinho y a Vidal antes que Arthur, castigado también por una lesión de lo más inoportuna.
Una decisión que repercutió en el dibujo porque Rakitic pasó a la izquierda para formar el triángulo con Alba y Dembélé; al tiempo que Vidal se quedó en la derecha con Semedo y Messi. “Vidal tiene que ocupar los vacíos que deja Leo y atender a la espalda cuando Semedo se avanza. Tiene piernas y corazón, así que funciona”, dicen desde la ciudad deportiva azulgrana; “y Rakitic, que es más posicional y muy inteligente, corrige a Dembélé a la vez que ocupa el lugar de Alba si no puede volver a tiempo”. Aunque añaden: “Algo que es posible porque Iván ya no pisa tanto el área rival, sino que se queda muchas veces con Busquets por detrás de la pelota para evitar las contras”. Aspecto, pues, que refuerza el cerrojo defensivo del Barcelona, ya con cuatro encuentros ligueros seguidos sin encajar.
Un 10 de 10. Desde que se marchara Cristiano Ronaldo a la Serie A, a la Juve, no hay dudas de que es la Liga de Messi, figura universal que se subraya con el paso de las jornadas, lejos de rebajar sus prestaciones con el paso de los años. Acabado 2018, es el jugador que más goles ha firmado en LaLiga en el año natural (34), del mismo modo que también es el Pichichi de este torneo (15), seguido por Stuani y su compañero Luis Suárez (11). “Es el jugador más decisivo que ha dado el fútbol”, explican con orgullo desde el Barcelona; “y cuando está en un estado de forma óptimo, no hay quien le pare. Ya son muchos años”.
Precisamente, desde el club entienden que la lesión que sufrió en el brazo, cuando se fracturó el radio, le hizo bien a Leo en el sentido de que así pudo descansar, oxigenarse, y volver con más hambre e intensidad. “Si la gente se fija, verá que Messi ha corrido desde entonces en cada encuentro varias veces hacia atrás para recuperar el balón. Eso es porque está a tope, involucrado”, añaden desde el Camp Nou. Y es generoso; no solo es el Pichichi sino que también es el máximo asistente del campeonato (10), seguido por Griezmann y Sarabia (6).
El gran estirón de Dembélé
A Ousmane Dembélé le han tirado de las orejas en dos ocasiones por su reincidente impuntualidad, por una falta de profesionalidad que incluso el vestuario en pleno le hizo ver. “Hay que ayudarle”, pregonaban sus compañeros. Él, sin embargo, lo hace sobre el tapete porque con sus goles ha dado 10 puntos al equipo en LaLiga, al tiempo que en la Champions también sumó un punto con el tanto frente al Tottenham, en el último duelo europeo.
Resulta que el extremo francés es tan esquivo con la prensa como con los rivales y desde que le han arropado desde el camerino no hay quien le eche el lazo; en los siete encuentros postreros ha firmado cuatro dianas, además de repartir tres asistencias.
Números que le colocan como el tercer máximo goleador del equipo —cuenta 10 por los 21 de Messi y 11 de Luis Suárez— y el quinto pasador (con 5), tras Messi (12), Alba (9), Rakitic y Suárez (6). Y registros que también se apunta Valverde con su política de ganar adeptos a la causa antes que renegados, con su voluntad de hablar las cosas antes que de imponer castigos, por más que Munir y Denis Suárez se queden fuera de la ecuación.
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