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En el Barcelona, el fenómeno es hoy Alba

A los azulgrana les alcanza con la asociación del lateral izquierdo con Messi para abatir a un inofensivo Celta y consolidar su liderato en LaLiga

FOTO: Jordi Alba intenta superar al jugador del Celta Hugo Mallo. / VÍDEO: Declaraciones de los entrenadores tras el partido.Foto: atlas | Vídeo: Enric Fontcuberta (EFE) / ATLAS
Ramon Besa

El fenómeno del Barça se llama hoy Jordi Alba. Hasta Messi juega sincronizado con el lateral de L'Hospitalet. El zurdo corre la banda como un extremo y pone el centro con pausa igual que el mejor de los medios para la llegada de los delanteros y especialmente del 10. El fútbol barcelonista se expresa ahora mismo en Alba. Los rivales no encuentran antídoto para un futbolista curiosamente tan previsible y soso como el propio Barcelona. Un excelente jugador de equipo convertido en el héroe de un desfigurado Barça.

Los azulgrana son predecibles en la alineación, en el juego, en la definición y hasta en los cambios, señal de que los partidos discurren por los parámetros que prevé e interesan a Valverde. Y los resultados aseguran que la senda elegida es la buena porque el Barça es el líder indiscutible de LaLiga. Juega además con la responsabilidad que se le supone al que comanda el torneo: serio, selectivo, efectivo y resultadista, siempre confiado en Messi y en Alba.

No le intimidó ni siquiera el Celta, un equipo que le cae bien y, sin embargo, era últimamente un mal enemigo en el Camp Nou. Los resultados invitaban a preparar el partido de forma especial, desde la estrategia y si se quiere a partir del factor sorpresa, o por contra a perseverar en fórmulas tan consolidadas que funcionan incluso ante el plantel que ahora entrena Miguel Cardoso. Ninguna resulta tan efectiva como la sociedad Messi-Jordi Alba.

El tuya mía del delantero y el lateral en el costado izquierdo resultó imparable para la defensa del Celta. Messi abrió para Alba, el defensa aguardó a que el delantero alcanzara el área y su disparo con la zurda solo pudo ser repelido por Rubén. El balón quedó suelto a merced de Dembélé y del 1-0. No perdonó el francés, que ya cuenta 10 goles, decisivo a campo abierto, a gusto con la cándida apuesta del equipo de Vigo.

El Celta no solo disputó la posesión, sino que pasó a jugar a menudo en cancha contraria, insistente con la presión alta, exigente con la zaga liderada por Piqué. Ocurre que los azulgrana ya se han acostumbrado a desplegarse a la contra, pendientes de las transiciones, de la carrera de Dembélé, de las subidas de Alba y de la velocidad de Messi. La cuestión es no impacientarse o no equivocarse como le pasó al Celta.

Apuesta Valverde por una formación versátil en el que parecen tener más sentido Dembélé y Arturo Vidal que Coutinho y Arthur. La única novedad está en la posición de los dos interiores: ante el Celta jugó Rakitic a la izquierda mientras que en la derecha se situó Vidal. Ambos son en cualquier caso volantes físicos y agresivos más que centrocampistas de toque y control propios de la escuela Barça.

La contienda queda a expensas entonces de la capacidad de cada equipo para acabar las jugadas, cuestión que durante un largo rato no dominaron ni el Barcelona ni el Celta, hasta que volvieron a conectar Jordi Alba y Messi. El cambio de orientación de Busquets fue tan clarividente como el pase al espacio del lateral para el argentino, extraordinario en su aparición, determinante en la aceleración, infalible ante Rubén.

La lesión de Aspas

Las irrupciones de Messi son tan extraordinarias como sus siestas cuando no pasa nada en el Camp Nou. No hay jugador más despierto ni que al mismo tiempo sepa dormir tan bien como el 10. El rosarino solo se activó cuando supo que su remate sería el 2-0. El Celta defendió muy mal una jugada muy vista en el Barça cuando el encuentro todavía estaba abierto y el fútbol era escaso, sin ocasiones ni jugadas, muy poca distracción para el festivo Camp Nou.

Ante tanto atropello y fútbol vertical, Cardoso intentó poner un poco de orden en su equipo con la entrada de Lobotka. No se activaban Iago Aspas ni Maxi y en cambio ya habían marcado Dembélé y Messi, señal de que la jerarquía azulgrana se expresaba en el marcador: 2-0. La lesión de Aspas, un martillo para el Barça, pareció certificar la rendición del Celta. La afición aplaudió al gallego como si fuera un jugador del Barcelona.

La rueda de los cambios giró contra el Celta igual que en cualquier partido de Liga. Dembélé y Arturo Vidal ceden sus puestos a los brasileños Coutinho y Arthur para que ayuden a gobernar el partido, a matar la jornada, a pasar el tiempo, siempre que no se den distracciones en el área de Ter Stegen. El portero estuvo especialmente fino cuando se arrimó un poco el aturdido Celta.

A los muchachos de Cardoso les faltó carácter y pegada, demasiado reverenciales con un Barcelona muy quieto y reservón, cómodo con el marcador y con la clasificación de la Liga. Hasta Messi se activó en la última jugada con un tiro libre que se escapó por encima del larguero de Rubén Blanco.

No necesitaron los azulgrana de un tercer gol en un partido inanimado y áspero, protagonizado por la intensidad de Alba y las aceleraciones de Messi. Nadie se quejó en el estadio sino que la afición se dio por satisfecha con la cuarta victoria seguida del Barça. A partir de una alineación estable, los barcelonistas han adquirido una velocidad de crucero que les ha permitido marcar relativas distancias con el Atlético, Sevilla y Madrid. A la espera de que se reanude la emoción de la Champions, a efectos barcelonistas se trataba de despedir el año con un triunfo ante el Celta. Juegan los azulgrana todavía con miedo, sin alegría, después de tomar muchos goles y la confianza solo se recupera a partir de resultados como los conseguidos también ante el Levante o el Espanyol. La mirada azulgrana es hoy tan corta y pragmática que no conviene hablar del futuro y menos de La Masia sino del liderato de LaLiga.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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