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Mapi León: “¿En el fútbol masculino no hay gais?”

La central del Barcelona y de la selección española es un símbolo después de romper un tabú al hablar de su homosexualidad

Juan I. Irigoyen
Mapi León, en la Ciudad Deportiva del Barcelona.
Mapi León, en la Ciudad Deportiva del Barcelona. JUAN BARBOSA

“Hay mucha gente que me dice que practique en piel de cerdo… Pero a mí me da igual, es mi cuerpo”. No es cirujana plástica, tampoco veterinaria. Es María Pilar León, Mapi, (Zaragoza, 23 años), futbolista profesional del FC Barcelona, internacional con España. “¿No le gusta?”, pregunta con una sonrisa, al tiempo que enseña el tatuaje en la palma de la mano izquierda; “me lo hice yo. Es una rosa”. Cuenta que siempre le ha gustado dibujar, que le interesa el arte y que nunca ha perdido la curiosidad. Le gusta hablar, pero escucha. También pregunta. Por momentos reflexiva, en otros espontánea; Mapi es, esencialmente, natural. Y tiene carisma. Guarda, sobre todo, esa sabia inconsciencia de la gente valiente.

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“No me siento un icono, ¿por qué lo debería sentir? Yo, antes que nada, soy futbolista. No tengo un discurso ni lo quiero tener. Solo busco ser sincera”. El verano pasado, la cuenta de Instagram de Mapi estaba agitada. Acababa de decir públicamente que es lesbiana. No paraban de llegarle mensajes: “Gracias”, “Te he visto a ti y me ha dado fuerza”, “No estoy sola”. Chicas y chicos de toda España le reconocían su gesto. “Los leí a todos, no los contesté. No pensaba que podía ser importante para tanta gente”.

Su mensaje, más revelador que liberador, fue un motor de catarsis ajena. “Si tú tienes un entorno en el que la gente dice putos gais de mierda o las bolleras me dan asco, quizás te lo tienes que pensar bien antes de confesarlo, ¿no? Esto todavía le pasa a mucha gente”, analiza Mapi. “Siempre he sido muy reservada, muy mía. Antes de hacerlo público, analicé lo bueno y lo malo. Tengo la sensación de que he podido ayudar. Y eso es lo importante”.

Mapi no se esconde y, si duda, se toma unos segundos para meditar bien su respuesta. ¿Por qué no hay futbolistas masculinos gais? “Me parece algo curioso”, afirma Mapi. Y cuestiona: “¿De tantos jugadores que hay en el mundo, ninguno es gay?”. Cree, sin embargo, que salir del armario no sería una prueba fácil en el masculino. “Habría muchas críticas, ojalá me equivoque”. Y pone un ejemplo: “Los chicos de nuestra edad tienen muchas curiosidades. Un día, un amigo me preguntó: ‘¿En un vestuario hay muchas lesbianas? Yo no podría estar con un gay en el vestuario, me miraría”. León no se intimida. “Yo le intenté explicar, no sé si le ayudé. Quizá cuando le pase él se dé cuenta de que lo que pensaba era una tontería. La gente le teme a lo desconocido, a lo que no está acostumbrada. Como mecanismo de defensa, juzga. Y eso se convierte en prejuicio. Hay que normalizarlo, es la única vía”.

Mapi, antes de la entrevista.
Mapi, antes de la entrevista. JUAN BARBOSA

Y, en ese camino, también está el fútbol femenino. A puro machete en la selva de los estereotipos. “Cuando escuchas gente que dice que no es ni fútbol ni femenino hay que mirar de quién viene. A mí me gustaría preguntarles: ‘¿Qué buscan cuando miran un partido? ¿Que se peguen? ¿Que jueguen bonito? ¿Que corran mucho?’ Hay partidos de los chicos muy intensos y bonitos, como también los tenemos nosotras”, explica León. Entonces, se enciende. Le gusta hablar de fútbol. “Y creo que lo entiendo”, advierte. “Hay gente rápida, otra que sabe regatear, están las contundentes… Que seas bueno no te hace entender el juego. Hay gente que no se da cuenta de lo que pasa en el campo, ni sabe encontrar los espacios ni manejar los tiempos”, explica la defensa azulgrana.

Del patio del colegio a los parques, hasta llegar al fútbol sala. “Empecé de extremo, me pasaron a jugar de lateral y ahora soy central. Los cojos a la defensa…”, dice. No puede disimular la risa. Una pausa y se vuelve a poner seria: “Intento leer el juego, me ficharon para eso. Y soy contundente. Odio perder, me da tanta rabia que no puedo ir a robar un balón al trote, lo tengo que hacer al máximo. Eso se lleva en la sangre y se nota”, explica Mapi, que se formó en el Zaragoza, pasó por el Espanyol y el Atlético, antes de que el Barça la fichara por 50.000 euros. Un hecho histórico: fue el primer traspaso en España.

No vale todo

Todavía no pudo levantar la Liga con el Barcelona, subcampeón en las últimas tres campañas. “No voy a decir nada nuevo, nos dejamos puntos en campos donde no deberíamos haberlo hecho. No sé si nos faltó alma, orgullo, mala leche o qué. Algo nos faltó”, explica. Saben en el Barça que la liga es prioridad, después de invertir cerca de 3,5 millones. La Champions, en cambio, todavía es una quimera. “A nivel físico tenemos que estar lo más cerca posible de las grandes potencias. Eso no quiere decir que tenemos que olvidarnos de lo que significa jugar en el Barcelona. Aquí no vale con ser súper mega buena y hacer tres goles. En el Barça se hacen las cosas de una determinada manera. Esta el ejemplo de Guardiola cuando llegó al Bayern…”, sostiene la zaguera azulgrana.

Sabe Mapi que vive un momento único para el Barça, sobre todo para el femenino. “Me considero parte viva del cambio. Cuando era niña jugaba en campos de tierra, pero me lo pasaba pipa. Ahora, es verdad, la calidad en la ropa, la cantidad de afición y hasta la atención de la prensa cambió. Cuando la sub-17 ganó el Mundial en Cuatro, antes había que verlo… La sub-19 fue campeona de Europa y no sé quién se acordó”. Se toca la mano derecha, mira el tatuaje. “Este fue el primero que me hice. No me ha quedado muy bien, pero me da igual”. Is possible, reza. Y para Mapi, no hay duda de que fue posible.

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Sobre la firma

Juan I. Irigoyen
Redactor especializado en el FC Barcelona y fútbol sudamericano. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Ha cubierto Mundial de fútbol, Copa América y Champions Femenina. Es licenciado en ADE, MBA en la Universidad Católica Argentina y Máster de Periodismo BCN-NY en la Universitat de Barcelona, en la que es profesor de Periodismo Deportivo.

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