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Markelle Fultz, el número 1 que perdió su tiro

Los problemas en el lanzamiento del jugador de los Sixers abren un debate en la NBA sobre si son físicos o mentales

Alejandro Prado
Markelle Fultz, vestido de calle en el banquillo de los Sixers.
Markelle Fultz, vestido de calle en el banquillo de los Sixers.Mitchell Leff (AFP)

En junio de 2017 Markelle Fultz fue elegido número uno del draft de la NBA por los Philadelphia 76ers. Eso le aseguraba 33 millones de dólares en sus cuatro primeros años y un estatus acorde a tan alta posición. El base-escolta de 19 años que había deslumbrado en su único curso universitario en Washington se preparaba para ser titular junto a Joel Embiid y Ben Simmons en uno de los equipos con más futuro de la Liga. El chico superó una lesión en el hombro -aparentemente sin demasiada importancia- al comienzo de su primera temporada, pero cuando volvió había perdido su lanzamiento.

El caso de Markelle Fultz es uno de los más misteriosos de los últimos tiempos en la NBA. Más de un año después de su debut con los Sixers, el jugador sigue con un lanzamiento ortopédico que queda patente especialmente en los tiros libres. Si el curso pasado sacaba el balón de lado y muy atrás, en este lanza de forma antinatural. Apenas supera el 50% desde la línea y su mecánica de tiro es carne de burla: un jugador de la NFL imitó recientemente el extraño lanzamiento de Fultz para celebrar un touchdown.

Más allá de lo antiestético de su juego, en la NBA se instauró el debate de si había algo más que  problemas físicos. Las voces que apuntan que es un tema mental surgieron hace semanas en el entorno de la Liga. Incluso el propio jugador las alimentó cuando publicó en Instagram un enigmático mensaje: “La depresión, la ansiedad y los ataques de pánico no son síntomas de debilidad. Son síntomas de haber tratado de permanecer fuerte durante mucho tiempo”. El post fue borrado poco después por el propio Fultz, pero la llama ya estaba prendida.

Desoyendo todo el ruido a su alrededor, el jugador decidió parar de jugar el 19 de noviembre, tras disputar solo siete minutos, y consultar un nuevo especialista en hombros, cosa que en un principio no gustó en su franquicia. Pero el diagnóstico que la madrugada del miércoles hizo público Raymond Brother, el agente de Fultz, ponía nombre al mal del baloncestista: síndrome de abertura torácica, un trastorno que se da cuando los vasos sanguíneos o nervios que hay entre la clavícula y la primera costilla se comprimen, lo que puede producir dolor de hombros y cuello, incluso entumecimiento de las manos.

El agente del jugador utilizó deliberadamente varias veces la palabra "físico" en el comunicado, restregando el diagnóstico en la cara de aquellos que dudaron de la salud mental de Fultz. “La gente decía que era un problema mental y no lo es. No puede ser que seas el número uno y, de repente, no puedas ni levantar los brazos para lanzar… Algo está mal físicamente. Ahora tenemos la respuesta a ese problema".

Pero lo cierto es que hasta en la propia franquicia se estaba pensando en traspasarlo antes de que se devaluase aún más, según informaron los medios de Filadelfia. Los que siempre le apoyaron fueron sus compañeros. Joel Embiid, la superestrella del conjunto, que sabe lo que es pasar por un calvario de lesiones en sus dos primeros años en la NBA, definió la situación como “una locura”. “Sinceramente, no sé lo qué pasa con Markelle. Yo solo he de intentar ayudarle para que saque todo su potencial, que es muy grande”, dijo el pívot recientemente. La franquicia expresó el miércoles su apoyo al jugador, pero la herida sigue abierta. Según informa Adam Wojnarowski, de la ESPN, Fultz comenzará la rehabilitación en Los Ángeles, al margen de su equipo.

Los Sixers tuvieron motivos para dudar, sobre todo después de haber puesto a trabajar al jugador este verano con uno de los mejores especialistas en el tiro, Drew Hanlen, pero una vez comenzada la temporada, las mejoras apenas se notaron. En una entrevista con un medio estadounidense, Hanlen habló del problema de Fultz y utilizó el término “yip”: la pérdida de ciertas habilidades motrices, que, según algunos expertos, puede ser producto de la ansiedad y la presión, algo que enfureció al entorno del baloncestista.

Los fríos datos lo que dicen es que Fultz solo ha actuado en 33 partidos de los 116 que ha disputado su equipo desde su llegada. Su entrenador, Brett Brown, lo incluyó en el cinco titular al principio de temporada para insuflar confianza en el jugador, pero este no respondió con un rendimiento acorde a un equipo aspirante a casi todo. De hecho, la franquicia contrató a Jimmy Butler hace dos semanas, una estrella que puede cerrar el paso a Fultz.

Una vez que el jugador ha encontrado un diagnóstico "físico", ahora queda que se recupere. La franquicia le ha dado la baja indefinida a la espera de ver cómo responde al tratamiento. Para Fultz es un alivio que sirve para alejar el fantasma de los problemas psíquicos. Los casos de Demar DeRozan y Kevin Love, que hablaron abiertamente el año pasado de ansiedad y depresión, encontraron grandes dosis de empatía en la Liga, pero la diferencia con Fultz es que ellos siguieron metiendo canastas, algo que parece que el de los Sixers ha olvidado de momento.

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Sobre la firma

Alejandro Prado
Redactor en la Mesa de Edición del diario EL PAÍS. Antes prestó sus servicios en la sección de Deportes y fue portadista en la página web. Se licenció en Periodismo en la Universidad Carlos III y se formó como becario en Prisacom.

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