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Muere Melquiades Sánchez Orozco, la voz colosal del estadio Azteca

El locutor trabajó en el principal recinto del fútbol de México desde su inauguración en 1966

Sánchez Orozco.
Sánchez Orozco. Estadio Azteca

Melquiades Sánchez Orozco (Tepic, 1928), el locutor del estadio Azteca, ha muerto a los 90 años. La voz que ganó más popularidad en el fútbol de México trabajó desde el día de la inauguración. A Don Melquiades, como le llamaban, le tocó narrar dos Copas del Mundo, la de 1970 y 1986.

La voz de Sánchez Orozco, como parte del sonido local, ganó notoriedad bajo el auspicio del consorcio de medios de Televisa. En sus primeros años fue locutor de radio en la estación XEW. Fue hasta el año de la inauguración del estadio Azteca, el más grande e importante de México, cuando el dueño Emilio Azcárraga Milmo le pidió a Melquiades Orozco darle voz al recinto para los partidos del club de la empresa, el América. Así empezó a narrar las incidencias de los partidos. Su primer escaparate iban a ser los Juegos Olímpicos de 1968; sin embargo, por disposiciones del Gobierno mexicano no fue considerado. Dos años más tarde le tocaría anunciar los goles de Pelé y Rivellino en el Mundial del setenta. "La gente no envejece con las épocas, envejece cuando el espíritu ya no da para más", insistía Melquiades Sánchez cada vez que le preguntaban por su larga trayectoria.

Melquiades Sánchez Orozco dejó de contar cuántos partidos le tocaba narrar cada fin de semana. Pudo narrar algunas de las glorias del fútbol mexicano en el plano internacional. En 1999 narró la victoria de México sobre Brasil en la Copa Confederaciones y en 2011 locutó la final del Mundial sub 17 en el que el Tri sometió a Uruguay.  En la televisión, Sánchez Orozco también ganó popularidad al estar al frente del servicio comunitario que alertaba de personas extraviadas.

Antes de que el locutor tomara un micrófono fue pintor. Tras perder a sus padres cuando tenía 18 años, buscó trabajo en una emisora de su ciudad, Tepic, y la finura de su voz le llevó a Guadalajara. De forma paralela montaba pequeñas galerías y asistía a la cabina hasta que el patrón de la empresa le ofreció un puesto en el estadio Azteca.

"El Azteca es el que me da vida a mí", comentaba Don Melquiades en una entrevista con la Liga MX, quien el año pasado recibió un homenaje en su viejo estadio.

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