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El Atlético muerde arriba y supera al Betis

Correa da los tres puntos a los rojiblancos en un partido muy ambicioso de los de Simeone de principio a fin

Ladislao J. Moñino
Correa celebra su gol, que le dio el triunfo al Atlético ante el Betis
Correa celebra su gol, que le dio el triunfo al Atlético ante el BetisRodrigo Jimenez (EFE)

En un partido de pelaje complejo, de ritmo alto, con dos de esos dos equipos que a su manera tratan de no reducir el campeonato al duopolio Barça-Madrid, un Atlético muy ambicioso firmó una actuación de equipo campeón. Salió a morder y no paró hasta que terminó por derribar al Betis por insistencia y ambición. Primero soportó un primer tiempo trabado por lo mucho que se preocuparon uno y otro de atacar sin descuidarse. Después, cuando interpretó mejor la presión, fue arriba hasta que encontró la jugada ratonera de Correa. No hay un futbolista en el Atlético tan sacrificado. Operado de corazón, no hay partido en que no se deje la piel. Podrá estar más fino o no, pero siempre deja algo distinto. Benditos alborotos, giros y regates que intenta. Su gol, a falta de un cuarto de hora, hizo justicia a la valentía con la que, esta vez sí, Simeone fue a por el partido de principio a fin.

El Atlético se puso de inicio un traje muy atrevido. Un 4-3-3 presionante, con Griezmann, Kalinic, la gran novedad de la alineación, y Lemar para igualar a los tres centrales del Betis en la salida de balón. Rodrigo, como pivote de posición, Koke y Saúl como volantes, se las vieron de inicio con Lo Celso, Guardado y Canales. La solución de Setién fue lógica. La salida de pelota la quiso ganar con Pau López. La primera intentona, avisó al Atlético de que el atrevimiento para agobiar al contrario en su propia área requiere de una concentración suprema. Conectó el meta verdiblanco con Guardado, este rectificó con un giro que se comió Koke y vio un pasillo limpio para poner mano a mano a Loren con Lucas y Oblak. Una jugada delicada y punzante para generarle dudas a la intención del Atlético de robar muy arriba.

No se asustaron los futbolistas de Simeone. Se ajustaron y se acomodaron al tipo de partido que pretendía su entrenador y también a la elaborada propuesta de Setién. Quizá recibieron con alivio la salida temprana de Guardado, pero se encontraron con William Carvalho, que no tiene mal criterio con la pelota cuando se siente con confianza.

Con cada equipo en su verdad, el Betis, más tocón, con Canales a la cabeza, y el Atlético más vertical, el partido se convirtió en un avispero de faltas tácticas. Por momentos, el Betis se sintió agobiado y quiso jugar en largo. Ahí, el Atlético tardó en cumplir con la máxima que dice que si obligas al contrario a jugar balones en largo necesitas contundencia para ganarlo y precisión para jugarlo. Muy igualados los dos equipos, cada uno en su ley, el primer tiempo apenas exigió a los porteros. Quizá el respeto que se tenían lo marcó que ninguno se atrevía a romper por fuera con sus laterales.

Fue el Atlético el que se reajustó mejor en el segundo acto a lo que demandaba el partido. Apretó su mordida arriba y encajonó al Betis cerrándole todos los caminos. Quince minutos tardó el equipo de Setién en pasar del centro del campo. Rodrigo se erigió en el amo y señor en el corazón del juego, para el quite y la distribución. De alguna manera, enseñó que el fútbol es más fácil cuando le pasas a pelota rápido al compañero desmarcado. Unas veces en horizontal, que no pasa nada, y otras en vertical, que bien dado el pase rompe líneas. Bajo ese paisaje dominador y acogotador creció el volumen ofensivo del Atlético, acompañado de dos maniobras de Kalinic. El tipo de recurso que se espera de un jugador con buen giro tras control. En uno de ellos metió una rosca rasa y dañina que se estampó en la cepa del poste. Al poco, Rodrigo, envalentonado, se atrevió con un disparo cruzado lejano que no encontró un oportunista compañero para rebañar el despeje de Pau López.

En ese plan, Simeone decidió meter a Correa por Lemar. El francés, escorado a la banda para ayudar en la presión, no encontró mucha pelota, pero aportó trabajo. Correa ofreció el desequilibrio que demandaba un encuentro tan duro. Otra buena combinación entre Rodrigo, Juanfran, Correa y Griezmann, que remató Kalinic, se encontró con una buena parada reactiva de Pau.

Para los resquicios cuando los partidos empiezan a abrirse por el agotamiento físico, Correa es una bomba de racimo. No se sabe por dónde terminará impactando, pero si lo logra, es devastadora. A una pérdida de balón del Betis forzada por él mismo le dio continuidad con un taconazo Thomas, sustituto de Kalinic. Con campo por delante y Griezmann a la izquierda, Correa eligió un derechazo raso y cruzado para desatar el éxtasis de Simeone, sus compañeros y la grada. La ambición por morder y morder también tiene premio.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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