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Yamaha tiene un ‘déjà vu’

La casa japonesa, que lleva 22 carreras sin ganar, vivió una crisis casi idéntica hace 20 años

Nadia Tronchoni
Valentino Rossi sale del box durante los libres del GP de Aragón.
Valentino Rossi sale del box durante los libres del GP de Aragón.JOSE JORDAN (AFP)

Siempre irónico, de las palabras de Valentino Rossi podría deducirse que considera que ha perdido este último año. Este y la mitad del anterior, pues no gana un domingo desde el gran premio de Holanda del 2017. Ni él, ni Yamaha. Y han pasado ya 22 carreras. “Bueno, el año perdido tampoco está: viajo por todo el mundo y tengo la oportunidad de hablar con vosotros a menudo”, decía a los periodistas este viernes en Alcañiz, donde terminó los libres en novena posición; décimo su compañero de equipo, Maverick Viñales; ambos, a más de un segundo del tiempo de Marc Márquez, el más rápido.

La crisis que vive la casa de Iwata, mayúscula, tiene un precedente que podría estar a punto de superar –“Solo un milagro haría que ganáramos una carrera este año”, concede Rossi.

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La historia siempre se repite: entre 1997 y 1998, Yamaha ya vivió una racha de 22 carreras sin victorias. Fue un largo periodo de dominio absoluto de Honda en los que se cimentó el mito de Mick Doohan. Algo así como el dominio al que somete actualmente Marc Márquez a sus rivales, con el añadido de que estas últimas dos temporadas Ducati le ha arrebatado a Yamaha la bancada que suele ocupar la oposición. Dovizioso y Lorenzo se han sentado en los sillones de Rossi y Viñales y cuando no gana el de Cervera lo hace una moto italiana.

“Cuando pasa tanto tiempo y la victoria no llega es difícil para todos. Para los ingenieros, para los que trabajan en el equipo, los mecánicos, y, especialmente para los pilotos. Es duro”. Habla Luca Cadalora, piloto de Yamaha aquel 1997; hoy, de nuevo, vestido de Yamaha. Integra el equipo personal de Rossi, le ayuda a mejorar las líneas, le observa y le corrige. Le llaman The Coach. Y una gorra con esa leyenda lo identifica por el paddock. Sabe los riesgos que se corren en momentos de crisis. Y trata de evitarlos. “Lo importante es no bajar nunca los brazos; se necesita probar todo lo que sea posible, aunque sin perderse, que es muy fácil en situaciones así acabar todavía peor”, apunta. Y añade: “Cuando se gana, los motores van a tope de revoluciones, pero cuando pasa mucho tiempo sin ganar puede que te encuentres con un equipo que va al mínimo. Hay que controlarlo. Por suerte, Maverick y Vale son de los que aprietan siempre a sus equipos. Eso permite que no te despistes”.

Los problemas de aquella Yamaha no distan muchos de los de esta. “La situación era parecida a la de ahora. La moto iba bien durante unas vueltas, pero no aguantaba toda la carrera. Era una buena moto, con buena ciclística, buenos componentes, pero algunos detalles no acababan de funcionar, por eso, en conjunto, la moto no era competitiva”, explica Cadalora. “Las motos han cambiado, pero no hay tantas diferencias entre entonces y ahora. Perdíamos un poco en aceleración, como las Yamaha de hoy”, añade Simon Crafar, hoy comentarista en el Mundial, el piloto que logró romper aquella mala racha, en la octava carrera de 1998.

Ocurre, además, que el carácter de la fábrica tampoco ha cambiado. Y sigue costando hacer cambios. Pura filosofía nipona: paso a paso, siempre sobre tierra firme. “Yamaha siempre ha sido una casa que ha hecho una evolución gradual de la propia moto, sin hacer grandes revoluciones. Ha intentado ir siempre poco a poco para así mantener una base parecida que ha ido mejorando con los años”. En ocasiones, esa paciencia ha resultado terrible.

En el 97 no había electrónica, pero sí la hay ahora, y, además, desde hace tres años el software es el mismo para todos, con lo que a las marcas que tenían un sistema propio muy desarrollado les costó adaptarse. Honda, por ejemplo, sufrió mucho en 2016 y 2017. Yamaha todavía no se ha repuesto. Su reacción ha sido lenta. Ha tardado más de dos años en fichar para su equipo a un técnico especialista: Michele Gadda, que llega del Mundial de Superbike y que trabajó antes en Ducati con el sistema electrónico impuesto en MotoGP, el de Magneti Marelli. Aterrizó en el box hace solo un par de grandes premios. Después de aquella jornada fatídica en que los responsables de la fábrica japonesa entonaron el mea culpa.

El trabajo de Gadda parece que se va notando. Aunque la aceleración a la salida de las curvas y, especialmente, la entrada a las mismas, en frenada, sigue llevando de cabeza a los pilotos del equipo Movistar Yamaha, cuya moto ha perdido su característica esencial: un rápido paso por curva. Los pilotos, mientras tanto, tratan de no perder la paciencia. “Cruzo los dedos para encontrar una solución en las frenadas”, dice Viñales, tres podios en 12 carreras. “La situación es la que es y no nos queda otra que esperar a que lleguen tiempos mejores”, señala Rossi, cinco podios desde que arrancó el curso.

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Sobre la firma

Nadia Tronchoni
Redactora jefa de la sección de Deportes y experta en motociclismo. Ha estado en cinco Rally Dakar y le apasionan el fútbol y la política. Se inició en la radio y empezó a escribir en el diario La Razón. Es Licenciada en Periodismo por la Universidad de Valencia, Máster en Fútbol en la UV y Executive Master en Marketing Digital por el IEBS.

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