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El día más largo de Puente San Miguel

En la localidad cántabra donde reside la familia Barquín los vecinos apenas podían asimilar la tragedia

Jon Rivas
Concentración en la loclaidad cántabra de Puente de San Miguel en memoria de Celia Barquín.
Concentración en la loclaidad cántabra de Puente de San Miguel en memoria de Celia Barquín.Pedro Puente Hoyos (EFE)

El viernes comienzan las fiestas de San Miguel Arcángel. La caseta de los vinos de Cariñena, un clásico en las ferias, estaba a medio montar, como si la noticia del asesinato de Celia Barquín hubiera paralizado cualquier actividad, salvo las más rutinarias. El pueblo cántabro de Puente San Miguel, de 3.000 habitantes, colindante con Torrelavega, estaba a media asta, como las banderas en la balconada de la casa consistorial. Después de la concentración silenciosa, los dos centenares de asistentes se desperdigaron. Los niños volvieron al colegio público Cantabria, donde estudió la golfista. Allí se le despertó su inquietud por la ingeniería civil.

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“Yo presumía de Celia”, afirmó el alcalde, Pablo Diestro, desbordado por los acontecimientos. “Soy ingeniero de caminos y estaba orgulloso de ella, que decía que cuando acabara la carrera volvería aquí para ejercerla. Le di clases de refuerzo de matemáticas, porque ella quería ser la número uno en todo, una chica diez. Ha sido un mazazo impresionante. Era una chica muy querida, muy trabajadora. Hace muy poco le hicimos un homenaje, cuando ganó el campeonato de Europa”.

Las cámaras de las televisiones pululaban por la calle principal, en una especie de coreografía triste. Los reporteros se atusaban la camisa y memorizaban sus textos para los directos que requieren todas las cadenas, pero lo hacían casi en susurros, como para no molestar la tranquilidad del pueblo.

Respetando la intimidad que solicitó Andrés, el hermano de Celia, que, con ojos brillantes, y gesto de no creérselo del todo, de estar viviendo una pesadilla, tuvo fuerzas para responder un par de preguntas: “Estamos todos muy afectados, destrozados”, aseguró a la puerta de su casa. “Mantenemos el contacto con las autoridades para saber qué pasó. Pido un poco de intimidad en estos momentos en los que estamos todos juntos para tratar de asimilar el mal trago”.

A las tres de la tarde, la corporación municipal celebró un pleno extraordinario. Por unanimidad, se acordaron tres días de luto oficial. En los bares, ese luto se adivinaba en las conversaciones. “Pobre chica”, dijo una de las parroquianas de la taberna del Puente. Sentadas en un velador, tres mujeres comentaban la noticia. “Te vas a Estados Unidos, crees que es lo mejor, parece que es una maravilla, y con 22 años, un loco te mata. Pobre chica”, repetían los vecinos.

También en Llanes, a 65 kilómetros, estaban de luto. Celia jugaba en el Club de Golf asturiano. Su director, Luis Arturo Ruiz-Capillas, no se lo creía todavía: “Es un golpe fortísimo, horrible. Siempre recuerdo a sus padres apoyándola constantemente, con la furgoneta de un lado a otro”.

En Puente San Miguel, el alcalde seguía contestando el teléfono. “Fui a llevar a mi hijo al colegio; no sabía nada, y cuando regresé, vi que tenía un montón de llamadas perdidas, qué terrible”.

Allí se conocen todos; todos conocían a Celia, que nació en Torrelavega, a unos pocos kilómetros. Sus padres y sus tíos tienen varias carnicerías que permanecieron cerradas por el luto y la angustia. Mientras, Pablo Diestro, el alcalde, entró en uno de los bares del centro: “Voy a tomarme un cafetuco, que va a ser un día muy largo”.

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