Oblak sostiene al Atlético más vulnerable

La última derrota en Balaídos ante el Celta (2-0) certificó a ojos de Diego Simeone que el éxito de la estrategia de renovación del proyecto deportivo que emprendió el Atlético este verano —123 millones invertidos en siete futbolistas además del aumento contractual de Griezmann— se encuentra inevitablemente condicionada por la consistencia de su línea defensiva. “Los grandes jugadores no hacen grandes equipos”, ha repetido el técnico argentino cada vez que se le ha conminado a asumir que semejante desembolso económico —más de 300 millones en tres años—, conlleva un aumento de la exigencia deportiva del equipo que dirige.

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Quizás no exista otra parcela en la que encaje mejor el mantra de Simeone que cuando se refiere a su defensa. Una retaguardia que presumía de ser una de las más firmes del continente —la menos goleada de España en las últimas tres temporadas con 22 goles en la 2017-2018, 27 en la 2016-2017 y 18 en la 2015-2016—, y que hoy atraviesa por uno de sus momentos más inestables. Los números del Atlético en este arranque de temporada advierten de una vulnerabilidad sin precedentes en la era Simeone.

Desde que el argentino ocupase el banquillo en enero de 2012, el conjunto rojiblanco no había recibido tantos remates a portería en sus tres primeros partidos de LaLiga (Valencia, Rayo y Celta) como los 36 que acumula actualmente —12 de media por encuentro—. Solo en la temporada 2015-2016 superó la treintena (31), marcando el mínimo un curso después con tan solo nueve disparos recibidos. Ante esa reiteración ofensiva de los rivales ha emergido con mayor frecuencia de lo habitual la figura de Oblak, especialmente exigido en el tramo final de los encuentros, lo que evidencia la pérdida de control del desarrollo del encuentro. De las ocho paradas que suma hasta el momento el meta esloveno, todas se han producido entre el minuto 81 y el 90, tres de ellas en el último suspiro como así ocurriera frente al Valencia y el Rayo. Además, los rojiblancos han encajado tres tantos, un bagaje superior al de las anteriores siete campañas.

Este sábado frente al Eibar (13.00, beIN LaLiga) y a pesar del parón internacional, el Atlético no podrá sostenerse sobre sus cimientos habituales tras una secuencia de lesiones que ha dejado al equipo inesperadamente mermado. “Está claro que nosotros, junto con el club, aceptamos el desafío y la dificultad que podíamos tener en cuanto a contar con una plantilla corta”, argumentó en rueda de prensa Simeone, que tan solo cuenta con 20 fichas, la cifra más baja de Primera junto al Girona. Savic, sancionado tras ser expulsado ante el Celta y que regresó con molestias de los compromisos con Montenegro, no estará ante el Eibar, igual que Arias, que sufrió una fractura costal con Colombia. Recuperado Juanfran, será el alicantino, de 33 años, el que vuelva al lateral derecho, mientras que que Filipe Luis lo hará en el carril izquierdo. La baja de última hora de Lucas Hernández por enfermedad ha dado al traste con los planes de descanso del Cholo para Godín, que ocupará el centro de la defensa junto a Giménez.

“Cuando estemos todos [también son baja por lesión Vitolo y Kalinic mientras que Correa se entrenó con normalidad] tendremos una competencia importante porque hay una paridad muy grande con los futbolistas que tenemos. Lo sabíamos nosotros como club y aceptamos desafío que puedan tener por delante”, añadió el técnico rojiblanco.

Certificado el peor arranque de la era Simeone (cuatro puntos de los nueve en juego), señalado por el mal juego desplegado por su equipo y por el carrusel de rotaciones empleado en este comienzo de curso (hasta 15 futbolistas han formado de inicio en tres onces diferentes), Simeone atraviesa un primer puerto ciclista cuando apenas ha comenzado la carrera por el campeonato. “Más allá de poder equivocarme a partir del resultado, porque las críticas aparecen a partir del resultado, acepto el lugar que tengo. Sé que la competencia es muy importante y ojalá que me equivoque lo menos posible en la elección de los chicos que les toque jugar, porque enojados siempre va a haber alguno”, resolvió el argentino.