El plan del Real Madrid con Vinicius
El club blanco pule al delantero brasileño de 18 años por el que pagó 45 millones de euros con un programa de entrenamientos técnicos y tácticos
Bajo la presión de las expectativas desmesuradas, las comparaciones forzosas y la exigencia de un club mastodóntico alejado de las glorias pasadas, un adolescente carioca ha vivido los dos últimos años a la misma velocidad que ahora exhibe sobre el césped con la camiseta del Real Madrid. En Florida, Maryland o Nueva Jersey, Vinicius Junior ha dejado indicios de delantero vertical, profundo y ambicioso. Con una marcha extra de explosividad y un vistoso potencial en términos de imaginación a la hora de aplicar sus regates y recursos técnicos. También mostró síntomas de que tras su atrevimiento hay un jugador con deficiencias propias de quien todavía transita por un periodo de formación.
En mayo de 2017 Vinicius entrenó por primera vez con en el primer equipo del Flamengo. Cuatro días después Maracaná lo recibió de pie cuando saltó al campo para debutar como profesional ante el Atlético Mineiro en el que jugaba Robinho, el ídolo del jugador carioca al que el exmadridista regaló su camiseta. Tan sólo 68 partidos y 14 goles después, con 18 años recién cumplidos, Vinicius Junior aterriza en Madrid con la etiqueta de ser el segundo mayor traspaso del fútbol brasileño (45 millones de euros) tras la venta de Neymar al Barcelona por el Santos.
Nacido y criado en una de las área más pobres de Sao Gonçalo, un enclave del área metropolitana de Río de Janeiro azotado por la violencia emanada del narcotráfico, el garoto ingresó a los cinco años en las escolinhas del Flamengo. A los diez se convirtió en un eslabón de la cadena formativa oficial del club que desde finales de los años 70 había convertido en lema un titular periodístico elocuente: “Craque, o Flamengo faz em casa”, ilustrando que su fértil semillero era capaz de forjar leyendas como Zico, Junior, Andrade, Leandro o Mozer, que en 1981 ganaron la Copa Libertadores y la Intercontinental para un club que históricamente ha contado con la afición más numerosa del mundo. Vinicius jugó siempre en categorías superiores a las que marcaba su edad, destacaba por su capacidad para driblar, su potente armazón físico y una ascendente productividad goleadora. Pronto se convirtió en referencia de la cantera.
El Flamengo había diseñado un plan para introducirle paulatinamente en la metodología de funcionamiento del primer equipo
Todo se aceleró de manera vertiginosa a comienzos de 2017. Alcanzó condición de celebridad tras una destacadísima actuación en la Copa Sao Paulo Junior, la mayor competición sub 20 entre clubes del país que Vinicius disputó con 16 años, dejando un atractivo muestrario de goles, gestos técnicos y regates celebradísimos por la audiencia televisiva. Inmediatamente después ganó con la selección brasileña el campeonato sudamericano sub 17 en Chile, siendo máximo artillero y elegido mejor jugador del torneo.
El Flamengo había diseñado un plan para introducirle paulatinamente en la metodología de funcionamiento del primer equipo. Debutó en el campeonato brasileño con 16 años y 10 meses. Ese mes de mayo renovó su contrato con el club por varios años como parte del proceso de venta al Real Madrid. Pero los primeros partidos de Vinicius como profesional fueron una ceremonia de confusión. El legendario exdelantero Tostao, cuya maravillosa clarividencia para marcar goles era equiparable a la que ahora muestra como cronista, escribió que parecía que Vinicius, por su relevancia mediática y el traspaso al Real Madrid, ya se había convertido en fenómeno mundial incluso antes de ser titular en el Flamengo: “Vinicius ya es antes de ser. Ojalá que sea”. Las perspectivas de futuro se transformaron en una dura presión sobre los hombros de un chico de 17 años. Regateaba donde debía cuidar el balón. Elegía malas opciones de pase y no tenía pausa. Entraba desde el banquillo con una ansiedad desmedida que bloqueaba su raciocinio del juego. Su primer gol se demoró hasta agosto. “Posee una enorme velocidad” escribía Tostao en Folha do Sao Paulo, “pero juega muy agitado, con precipitación, intentando hacer de cada jugada un monumento. Tiene que encontrar el momento exacto de ejecutar las jugadas decisivas sin agobiarse”.
No logró ser decisivo en casi ningún partido, pero con el nuevo año fue ganando poso. 2018 se abría con una paradoja: Cada encuentro era un partido más para sumar experiencia y también uno menos para despedirse de su club. Su evidente mejoría para entender mejor el juego comenzó a emerger. Episodios puntuales como dos golazos en Ecuador al Emelec en la Libertadores también le otorgaron confianza y un record: el de jugador brasileño más joven que marca en la competición. Afloraron cada vez más su tremenda arrancada, sus fintas eléctricas y su ambición en el uno contra uno. Y asomó otra virtud creciente: El chico es un lince para el desmarque, acelerando sin balón hacia los espacios libres para ofrecer opciones a los compañeros. Cumplió la mayoría de edad en julio. Ha tenido cinco entrenadores en dos años, en un club marcado por las turbulencias internas y los títulos grandes que no llegan. Rumbo a Madrid, Vinicius Jr. dejó al Flamengo líder del Brasileirao y a su hinchada huérfana de una referencia casi familiar. Su aceleración sobre una banda encarando rivales parece la metáfora de su precocidad y de una meteórica ascensión que ahora frenará para intentar tomar un impulso diferente que desarrolle su gran potencial.
PLANES DE FUTURO
Quiebros y pedaladas ante el Manchester United y una preciosa asistencia de gol a Marco Asensio ante la Juventus fueron la carta de presentación de Vinicius Jr. en la gira norteamericana. Ante la Roma, dejó una secuencia de acciones que le definen en apenas 15 segundos: Pegado a la banda izquierda y presionado por un rival devolvió una pared de tacón con caño incluido, seguida de una extraordinaria ruleta para salir de la trampa. Una pintura que emborronó cuando levantó la cabeza, vio a un compañero desmarcándose por el costado opuesto e intentó un pase largo que acabó perdiéndose por la banda muy lejos de su destinatario.
Quiebros y pedaladas ante el Manchester United y una preciosa asistencia de gol a Marco Asensio ante la Juventus fueron la carta de presentación
En Valdebebas no fue una sorpresa. El club lleva meses diseñando minuciosamente la adaptación de su promesa brasileña. Primero, cuando Vinicius todavía jugaba en Brasil, remitiéndole videos para explicar cómo juegan sus nuevos compañeros y la dinámica del fútbol europeo. El Centro de Excelencia en el Rendimiento del Flamengo también remitía puntualmente todos los datos biomecánicos y médicos sobre la evolución del jugador: Desde 2016 ha crecido casi dos centímetros, hasta el 1’77, y ha ganado tres kilos de peso corporal, alcanzando los 68. La evolución antropométrica y los datos hablan de un deportista que ha ganado un 10% de potencia y fuerza en ese periodo, y que también ha adquirido mucha capacidad de recuperación tras esfuerzos intensos repetidos en cortos espacios temporales. Nada sorprendente en un deportista en desarrollo con buena genética.
Además el Real Madrid ha desarrollado un programa de entrenamiento específico para Vinicius que aplica desde su llegada. El objetivo es potenciar virtudes y pulir defectos. Entre estos últimos debe mejorar sustancialmente su manejo de la pierna izquierda y su juego aéreo. También en menor medida la calidad y tensión de los centros con la derecha en carrera. Deberá aplicarse mucho en su capacidad rematadora, muy mejorable en cuestión de recursos y celeridad, un hecho que hace poco le advertía en los medios el mismísimo Zico. En términos de comprensión del juego el cuerpo técnico trabaja para que Vinicius minimice sus pérdidas de balón y sea más selectivo a la hora de elegir cómo y cuándo arranca y regatea con la pelota. Necesita manejar mejor la pausa y activarse más rápido en el aspecto defensivo. De momento Lopetegui no tiene queja y el garoto atiende como una esponja.
Ante la profusión de elementos ofensivos en el primer equipo Vinicius tendrá por ahora complicado sumar minutos en la élite. Todo dependerá de su evolución. No hay plazos establecidos y si mucha paciencia. El club ha inscrito al brasileño en el juvenil “A” pero el Castilla parece su destino de competición inmediato. A los 18 años se necesita ante todo jugar.
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