Sollozo de Vettel, machada de Hamilton
El alemán se estrella a 15 vueltas del final de una cita que la lluvia convirtió en un correcalles y que premió la osadía del británico
Un gran premio soporífero durante más de 40 vueltas entró en efervescencia en las últimas 15 como consecuencia de la lluvia, el elemento alborotador por excelencia en la Fórmula 1. El agua sacudió la carrera y el campeonato para suerte de Lewis Hamilton y desdicha de Sebastian Vettel, que se intercambiaron los papeles del sábado, cuando el británico sufrió el perfil más cruel de esta disciplina –una avería le impidió pelear por la pole– y el alemán se aseguró la primera plaza de la parrilla. Pues bien, un día más tarde fue Vettel el que literalmente se puso a llorar nada más estrellarse contra las barreras de protección (vuelta 52), a 15 vueltas del final y cuando circulaba al frente del pelotón con la victoria prácticamente en el zurrón. Se trata del primer abandono de la temporada para el corredor de Heppenheim, que por si fuera poco también perdió el liderato del campeonato.
El actual campeón, por su parte, volvió a dar la razón a quienes le señalan con el piloto más completo del momento, llevando a cabo una febril remontada desde la 14ª posición que ocupó al arrancar y hasta cruzar el primero la línea de meta. Se trata de la mayor escalada de la última década, desde aquella tan controvertida que Fernando Alonso llevó a cabo en 2008 Singapur, saliendo desde la 15ª plaza y que propició el conocido como ‘Singapur Gate’. Este es el cuarto triunfo de la temporada que se apunta el chico de Tewin, que de esta manera le devuelve la afrenta de su rival, que hace dos semanas se impuso en Silverstone. El segundo fue Valtteri Bottas, frenado desde el muro de la escudería de la estrella en los últimos instantes, mientras Kimi Raikkonen completó un podio absolutamente inesperado dos horas antes. Carlos Sainz terminó el duodécimo y Fernando Alonso enfiló el camino de los talleres en la última vuelta y después de que McLaren arriesgara en la estrategia de neumáticos y le saliera el tiro por la culata.
Mercedes debe darle un bonus al encargado de interpretar los mapas meteorológicos que ‘Meteo France’ pone a disposición de los equipos. A falta de algo más de 20 vueltas para la bandera de cuadros, el radar advertía lluvia inminente pero en solo una zona del circuito, y en ese preciso momento fue cuando los ingenieros de la marca de la estrella reclamaron la presencia de Hamilton. Contra todo pronóstico, los mecánicos calzaron su prototipo con la especificación más blanda de las gomas lisas, no de agua, y así se las apañó el pentacampeón, a base de manos y de esa habilidad que le hace único, para mantenerse en la pista mientras los demás iban cayendo. Unos, asustados, se metían en los garajes para colocar los compuestos rayados; otros, como Vettel, no fueron capaces de conducir por lo negro y terminaron en la grava. El sollozo del de Ferrari pidiendo perdón por la radio fue estremecedor. “Cometí un error. Frené un poco tarde, bloqueé las ruedas traseras y me fui contra las barreras. Me siento fatal porque desde el primer momento me di cuenta de lo que había hecho”, convino el buque insignia de Ferrari.
Hamilton, que últimamente había mostrado su faceta más quejica, no dejó de creer esta vez que el milagro era posible y finalmente lo concretó, en una jornada que seguramente recordará toda su vida. “El amor conquista el mundo”, dijo el nuevo líder de la tabla –tiene un margen de 17 puntos sobre Vettel–, tirando de ese perfil espiritual que tanto le gusta. “Obviamente que ganar desde esa 14ª posición era muy difícil. Pero siempre hay que creer. Recé antes de comenzar e intenté mantener la calma. Pero no pensé que ganar era posible”, convino el principal protagonista de la prueba.
Alonso: “Nos la jugamos y salió mal”
McLaren no levanta cabeza y llegará un día que, sea lo que sea aquello que la escudería británica le ofrece a Fernando Alonso para que el español, uno de los cuatro campeones del mundo que hay en la parrilla actual, siga corriendo con uno de sus coches, el chico se cansará de rodar entre las últimas posiciones del pelotón y dará un portazo. Este domingo, en Alemania, el ovetense rogó al cielo que la lluvia interviniera pero que lo hiciera de forma uniforme, no a ratos y en según qué cachos de la pista, como finalmente ocurrió. El MCL33 no está para nada, de modo que la única forma de poder optar a salir en las fotos es que el agua altere el devenir de las pruebas.
El asturiano arrancó el undécimo y allí se quedó, a merced de los monoplazas más veloces que le alcanzaron por detrás y que le fueron superando sin más. Cuando llegó el momento decisivo y se puso en marcha el baile en los talleres, McLaren tomó el riesgo y reclamó la presencia de Alonso para calzar en su prototipo las gomas intermedias, cuando el asfalto estaba demasiado seco para ellas. En apenas tres vueltas, el bicampeón se zampó los compuestos y tuvo que llevar a cabo una parada extra que le dejó en las catacumbas de la caravana. Dada la fragilidad de su bólido, Alonso decidió retirarse en la última vuelta de la prueba para, de este modo, poder cambiar elementos en su coche sin ser penalizado con vistas al Gran Premio de Hungría que se celebrará en Budapest el fin de semana que viene.
“Nos la jugamos y salió mal”, resumió el corredor de McLaren, que sigue deshojando la margarita acerca de su futuro, una decisión, la de si se queda o se va, que dará a conocer al regresar de las vacaciones de verano. “Cuando estás detrás no tienes nada que perder, de modo que es normal arriesgar más de la cuenta”, remachó Alonso.
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