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La decadencia de Williams como síntoma

El desplome protagonizado por el equipo británico en los últimos dos años anticipa el peor porvenir de McLaren. “Me dan igual las normas de 2021 porque no estaré aquí", dice Alonso

Oriol Puigdemont
El Williams de Lance Stroll, tras salirse de pista en los entrenamientos del GP de Alemania en el circuito de Hockenheim.
El Williams de Lance Stroll, tras salirse de pista en los entrenamientos del GP de Alemania en el circuito de Hockenheim.RONALD WITTEK (EFE)

Williams revolucionó la Fórmula 1 a principios de los años noventa con la introducción de la suspensión activa, una solución que le dio a la escudería los títulos de pilotos de 1992 (Nigel Mansell) y 1993 (Alain Prost), y que incluso hizo que Ayrton Senna se ofreciera prácticamente gratis con tal de poder disponer de uno de los monoplazas de Grove. Ese no es más que un indicativo más de la grandeza del equipo con el segundo mejor palmarés colectivo del certamen (9 títulos de constructores), solo por detrás de Ferrari (16). Un cuarto de siglo después de aquella época dorada, Williams protagoniza una caída libre hacia las catacumbas de la estadística que la colocan como la peor estructura de la parrilla. El molde de su desplome parece hecho a medida para McLaren, que sigue esa misma deriva a la espera de que en Woking (Gran Bretaña) encuentren la salida del pozo en el que llevan metidos Fernando Alonso y demás, desde 2015. Seguramente por eso y porque tiene 37 años, que el asturiano no se ve en la F1 más allá de 2020, según ironizó ayer desde Alemania –“me dan igual las normas de 2021 porque no estaré aquí. Estaré en el sofá de mi casa viendo el Tour, pero no en la F1”, soltó–.

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La magnitud de la tragedia es mucho mayor en el caso de Williams, que lleva 20 años sin un título y seis sin ser capaz de ganar una carrera —la última fue aquella prácticamente inexplicable de Pastor Maldonado en Montmeló, en 2012—. Desde que Jacques Villeneuve se coronó en 1997 con un propulsor Renault, los bólidos británicos han pasado por hasta ocho suministradores de motores distintos, una peregrinación que dejó a la compañía en la mejor disposición posible en 2014, con la entrada en escena de la tecnología híbrida y Mercedes, que llevaba ventaja en el desarrollo, como proveedor. Williams terminó en 2014 y 2015 en la tercera posición de la clasificación reservada a los constructores prácticamente por incomparecencia de los rivales, que poco a poco fueron recuperando terreno a la misma velocidad que la formación inglesa lo perdía: en 2016 y 2017 concluyó el año en el quinto lugar, antes de tocar fondo en este 2018, en el que ocupa el farolillo rojo con solo cuatro puntos acumulados entre sus dos pilotos, Lance Stroll y Sergey Sirotkin, ambos corredores de los que pagan por correr, obviamente.

“El caso de Williams y el de McLaren son curiosos porque pueden acabar igual de mal. Ambos tienen problemas similares, pero con matices”, explica a EL PAÍS uno de los ingenieros con más experiencia del paddock. “Williams dispone del mejor motor de la parrilla. Su problema es que carece de liderazgo a nivel técnico y ha ido involucionando con el paso del tiempo, justo al contrario que, por ejemplo, Force India, que con el mismo motor ha sabido crecer e ir para arriba a pesar de tener menos presupuesto”, prosigue esta voz autorizada. “Por el contrario, diría que McLaren es víctima de la decisión que tomó en 2013, cuando rompió con Mercedes y firmó por Honda. El desastre que vino después, al no obtener resultados, metió al equipo en una dinámica de la que es muy difícil salir por las limitaciones que ofrece el entorno”, ahonda este reputado técnico.

“McLaren se ha ido descapitalizando, ha ido perdiendo ingenieros de primer nivel y ha incorporado otros que no eran tan buenos”, puntualiza otra fuente que trabajó durante muchos años en el Technology Center de Woking, y que vivió desde allí, como uno más, el último título que luce en aquellas vitrinas, el que Lewis Hamilton se adjudicó hace justamente una década (2008). “Zak Brown, el consejero delegado, es teóricamente un gran profesional del marketing, pero el MCL33 es de los que menos patrocinadores tiene. Sin estar arriba es muy difícil que nadie apueste por ti, por más que tengas a Alonso. Salir de allí abajo no será fácil”, remacha este individuo, que por ser tan directo prefiere no dar su nombre.

El pasado viernes, en durante la primera jornada de entrenamientos en Hockenheim, los dos McLaren y los dos Williams terminaron en las cuatro últimas posiciones de la tabla de tiempos. El sábado, en la cronometrada, Stoffel Vandoorne volvió a ser el farolillo rojo, justo por detrás de Lance Stroll. Alonso concluyó el undécimo y Sirotkin, el duodécimo. Estos resultados vaticinan una prueba de lo más dura para ambos equipos, inmersos en una dinámica que no da pistas de experimentar una recuperación a corto o medio plazo.

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