250.000 euros por colgar las botas: el laberinto de Natalia Pablos en el Rayo
La entidad vallecana se remite a la clausula después de que la jugadora, con 15 años de carrera en el club, le comunicara que quiere dejar el fútbol
Natalia Pablos (Madrid, 32 años) es algo así como una futbolista fundacional del Rayo femenino. Hace casi dos décadas, cuando se entrenaba de niña en la Chopera, en el Retiro, una de las primeras escuelas de fútbol femenino de Madrid, su entrenador y el delegado del club hablaron con Teresa Rivero para crear el equipo. A Rivero, que entonces era la única presidenta en el fútbol español, le gustó la idea y Natalia inició así un idilio con el club que tuvo dos etapas: una de 13 años y unos 300 goles y otra que comenzó en 2016 con la idea de acabar la carrera en el equipo de su vida. Ahora, Pablos cree que ha llegado el momento de dejar el fútbol y poder centrarse en su trabajo como profesora de Primaria en un colegio concertado de Getafe, pero se ha encontrado, de momento, con la oposición de Raúl Martín Presa, actual mandatario del Rayo: si quiere marcharse, tendrá que abonar los 250.000 euros que figuran en la cláusula de rescisión de su contrato, que acaba en 2020, según informan fuentes de la entidad.
“Hay un contrato firmado y nadie le puso una pistola en la cabeza”, indican desde el club. "¿Sabes el daño que hace su marcha a la sección femenina?", añaden estas fuentes, que trasladan el monumental cabreo de Martín Presa con la situación, sobre todo, según su versión, por cómo se enteraron de la decisión de la futbolista, una semana antes del final de temporada, y por el artículo donde el diario Marca adelantaba la información. Pablos había comunicado su deseo de retirarse a Laura Torvisco, coordinara del femenino, tres meses y en ese momento dio el asunto por zanjado. “No puedes anunciar que te vas a una coordinadora sin decírselo al presidente y dueño del club”, lamentan desde la entidad vallecana. De momento, la jugadora no ha hablado con el presidente y desde el club creen que la situación se resolverá, pero hasta entonces plantean tres alternativas: que Pablos llegue a un acuerdo, que continúe o que pague la cláusula. El 30 de julio la plantilla vuelve de las vacaciones y la jugadora, según el club, ya sabe que tiene que incorporarse.
“Es una cláusula intimidatoria por desproporción”, observa la abogada María José López, experta en derecho deportivo y la letrada que representó al equipo femenino cuando en 2011 el Rayo entró en concurso de acreedores. Entonces la capitana era Natalia Pablos y junto a otras 29 compañeras lograron que se reconociera la deuda de 500.000 euros de la entidad con sus jugadoras, que no tenían contrato como futbolistas. “En el ámbito no profesional ese tipo de cláusulas son una usura. No tienen un reconocimiento de que pueda haber un perjuicio por irse. No se sostiene desde el punto de vista jurídico, deportivo o laboral”, añade López sobre la situación actual de Pablos.
Dos años después de ese episodio, la delantera madrileña hizo las maletas y se marchó al Bristol Academy. Mientras se curtía en la Premier, Pablos fue clave para la clasificación de España para su primer Mundial, el de 2015, marcando los dos goles que sellaron el pase. Antes de formar parte de ese grupo de pioneras que rompió el techó en Canadá, fichó por el Arsenal Ladies, otro hito en su carrera.
Un año después, emprendió el regreso a Madrid ya pensando en su retirada y en su carrera como profesora, para lo que había estado parte de su carrera combinando el deporte de élite con Magisterio. Natalia volvió al Rayo y firmó un contrato que nunca pensó que se le fuera a volver en su contra. “Es una trabajadora del club, dada de alta en la seguridad social. Cobra como una trabajadora, el resto de jugadoras no gana ni la cuarta parte, de eso no la he visto quejarse nunca”, critican desde el club.
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