Todo lo que se puede perder antes de volver a ganar
Como si se exorcizara para el reencuentro con el Liverpool, su última gran decepción europea, en 1981, el Madrid ha dejado el camino a la final de Kiev sembrado de derrotas y torneos perdidos
Al Madrid en la Copa de Europa hay cosas que le han pasado hace mucho tiempo, pero muchas de esas cosas apenas le han pasado a nadie. Al volver a acercarse a algunas de las más raras, también las más distantes, como encadenar tres coronas, los blancos, por su propia insistencia, vuelven a toparse con su distinguida colección de fantasmas de las primaveras pasadas. El año pasado, en la final de la Champions de Cardiff, enfrente tenían a la Juve, rival también en la final de 1998 en Ámsterdam, la primera que el Madrid conseguía ganar después de 32 años de sequía. Este año, el contrincante es el Liverpool, recuerdo de la última final perdida, en París, hace ya 37 años. La edad geológica del Madrid puede leerse en los estratos de la Copa de Europa.
Mientras los vuelven a repasar en Kiev y recorren de nuevo hacia atrás ese camino de viejas cicatrices y triunfos, los blancos se siguen acercando a tiempos cada vez más alejados. El último equipo que enlazó tres títulos seguidos, como pueden hacer este sábado los de Zidane, fue el Bayern (1974, 1975 y 1976): hace de eso ya 42 años. El anterior, el Ajax (1971, 1972 y 1973): hace 45. Y antes, sólo de nuevo el Real (1956, 1957 y 1958, los primeros de aquellos cinco iniciales consecutivos): hace 60. Si el Madrid retrocede lo suficiente vuelve a encontrarse a sí mismo.
A veces, como este sábado por la noche, en ese trayecto encuentra la oportunidad de pequeñas redenciones. El Liverpool dejó en 1981 a una generación, la de los García, varados sin Copa en la zona desértica de la historia madridista. Aunque lejana, aquella final es todavía su recuerdo más reciente de una gran derrota. El aroma del perder acompaña siempre hacia la victoria, como en el trayecto a Kiev, trazado sobre el borde del precipicio. Como si se preparara para este encuentro con aquella vieja desilusión.
Pocas veces ha avanzado el Madrid tan cerca de despeñarse tan pronto. Este curso ha probado de forma anticipada el vértigo de las últimas finales: el minuto 93 de Lisboa, los penaltis de Milán, el gol de ventaja de la Juve. Ya en la fase de grupos, corrieron grogui detrás de la pelota en Wembley, bajo un chaparrón de oles de la hinchada del Tottenham, que les ganaba 3-0. Acabaron 3-1, que hasta el clásico del Bernabéu (0-3) era la peor derrota de Zidane con el Madrid. En cuartos de final, la Juve se colocó a un pelo de una hazaña descomunal, también en Chamartín: revivió del 0-3 de la ida, igualó la eliminatoria, y los blancos solo escaparon en el 98, de penalti (Lisboa y Milán juntas). De nuevo en el Bernabéu, en semifinales, el Bayern también les provocó el terror de perder con un formidable bombardeo hasta el último instante.
El Madrid llega a su reencuentro con el Liverpool, la última gran derrota, habiendo perdido todo lo que podía perder (la Liga, la Copa, los sustos) sin dejar de poder ganar, rumbo de nuevo al pasado.
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