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FINAL FOUR EUROLIGA
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Una victoria de 12+1

Pablo Laso utiliza a todos los jugadores y un montón de registros para desactivar al CSKA, el mejor equipo de la temporada regular

Robert Álvarez
Felipe, Llull y Rudy, tras la victoria ante el CSKA:
Felipe, Llull y Rudy, tras la victoria ante el CSKA:ANDREJ CUKIC (EFE)

Doncic, Ayón, Thompkins, Llull, Laso… La victoria del Real Madrid ante el CSKA de Moscú tuvo muchas rúbricas y mucho de todo: brega, tralla, talento, estrategia, pausa, ritmo, defensa, ataque, juego interior, juego exterior. Dimitrios Itoudis y sus jugadores, el mejor equipo de largo de la larga fase regular de 30 partidos y vencedor del áspero derbi moscovita en los playoffs, se encontraron de repente en Belgrado ante un rival al que no supieron por dónde cogerle. El CSKA marcó de inicio su paso imperial. La primera y obligada labor de Pablo Laso consistió en que los suyos resistieran el chaparrón. Lo consiguieron y, a partir de ahí desmantelaron a su rival por los cuatro costados.

El festival de fuegos artificiales del segundo cuarto, esa traca de seis triples con Causeur, Llull y Carroll en plan ejecutor, causó pavor en la defensa del CSKA. El mérito del Madrid estribó, sobre todo, en saber amoldarse a lo que Laso consideraba que requería el partido en cada momento.

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El tercer cuarto destapó el tarro de las esencias. Balones dentro para que Felipe Reyes hiciera de las suyas. Defensa de hierro que desesperó el ataque del CSKA, que en alguna ocasión llegó a agotar la posesión sin siquiera lanzar. El acierto en la lucha por el rebote, con Ayón y Doncic al frente, incomodó a los rusos, que tanto rédito suelen sacar de los rechazos en ataque. El partido se escoraba del lado del Madrid.

Una falta antideportiva de Sergio Rodríguez, y la quinta de Kurbanov, en su desesperado intento por frenar a Doncic, delataban los nervios primero, la desesperación después del CSKA. Y el Madrid pasaba a la cuarta, quinta, sexta fase de su plan de acción. Administrar sin caer en la flojera, resistir las últimas embestidas de un rival desesperado. Todos fueron importantes en la victoria y hasta el que menos jugó, Campazzo, apenas cinco minutos, aportó fuerza y nervio en su misión de arredrar a Sergio Rodríguez. Laso destacó la aportación de Randolph, la forma en que ayudó a pesar de que no llegó a los diez minutos en la cancha. Tavares, dos cuartos de lo mismo.

Fue una victoria de un equipo, de un 12+1, compacto, curtido por la experiencia de muchos de sus jugadores y por una temporada repleta de dificultades, un grupo capaz de actuar con un montón de registros y de ganar de calle a pesar de una laguna tremenda: sus 15 fallos desde la línea de tiros libres. Un error que debe subsanar en su asalto a la décima Copa de Europa ante un rival como el Fenerbahçe de Obradovic. Volverá a necesitar, como ante el CSKA, las 13 caras de su álbum.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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