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Una denuncia por abusos sexuales sacude la más famosa cantera del fútbol brasileño

Apartado el responsable de fútbol base del Santos, tras la denuncia de un jugador que dice que fue obligado a mantener relaciones sexuales cuando tenía 11 años

Ruan Pétrick, el jugador que ha denunciado al responsable de la cantera del Santos. En vídeo, declaraciones de José Carlos Peres, presidente del Santos.Vídeo: Renato Pizzutto

Seguir los pasos de su paisano Ganso y repetir el camino exitoso de Neymar. Fue con ese idea en la cabeza que Ruan Pétrick Aguiar de Carvalho salió a los 10 años de una pequeña ciudad de Paraná, en el sur de Brasil, para embarcar rumbo a São Paulo y enrolarse en un equipo aficionado. Pero nunca pudo cumplir el sueño de ver su nombre en los informativos como una historia más de un niño pobre que alcanza el estrellato del fútbol. Ahora, Ruan sí ha saltado a las páginas de los periódicos, aunque por un motivo mucho más sórdido: ha presentado una denuncia ante la policía por abusos sexuales contra Ricardo Marco Crivelli, Lica, coordinador de las categorías de base del Santos, la cantera de futbolistas más famosa de Brasil. Lica niega la acusación, pero la policía ha abierto una investigación para aclarar el caso.

El Santos es uno de los más tradicionales viveros de jugadores de Sudamérica. De él salieron figuras como Pelé, Robinho o Neymar, que ayudaron a crear la fama de los meninos da Vila  (Vila Belmiro es el nombre del estadio) como son conocidos los chicos formados allí. Ricardo Crivelli, que ya había prestado servicios a clubes como Portuguesa y São Paulo, llegó al Santos en 2008. Su misión era buscar nuevos talentos por todo el país, trabajo para el que demostró gran olfato. Él fue el descubridor de gente como Gabriel Barbosa, Gabigol, el actual lateral de la Juventus Alex Sandro o el exmadridista, ahora en el Manchester City, Danilo.

Crivelli conoció a Ruan en 2010, cuando el chico tenía 11 años y vivía en São Paulo, donde estaba sin club tras haber dejado el modesto Portuguesa Santista. Según ha declarado a la policía, una noche Lica comenzó a acariciar su cuerpo y acabó praticándole sexo oral. “El tipo me prometió que me llevaría para jugar en el Santos. Y tras algunas semanas, me llamaron para entrar en el club”, cuenta Ruan a EL PAÍS.

El chico permaneció en los equipos base del Santos durante un año y medio. A lo largo de ese tiempo, convivió con las burlas de sus compañeros de equipo, que se mofaban de su proximidad con el técnico. Ruan relata que, cuando estaba a punto de subir de categoría en el fútbol base, Lica lo invitó a dormir en su apartamento, pero él lo rechazó. A partir de entonces, no tuvo más oportunidades, y el club acabó prescindiendo de él. “Fue una frustración muy grande”, dice mientras acomoda la visera sobre su cabeza. “Mi sueño era jugar en el Santos. Y todo acabó de esa manera.”

El chico había sido presentado a Lica por intermedio de Ronildo Borges de Souza, conocido como Batata, un ojeador que se dedicaba a llevar a São Paulo chicos de otras partes del país, con quien vivió durante una temporada. Ruan dice que también llegó a ser acosado por Ronildo Borges, detenido hace dos años en una casucha donde albergaba 11 adolescentes y condenado por estafa, explotación sexual y creación de una cárcel privada.

Ruan se acostumbró a vivir lejos de casa. Su madre lo abandonó muy pronto. Fue criado por su padre, que tiene otros 13 hijos y seguía desde ça distancia su aventura en el fútbol. Después de dejar el Santos, rodó por equipos más pequeños, pero en ninguno logró abrirse paso. Estuvo en varios clubes menores de Brasil, como el Red Bull y el Paraná, y hasta en el Suryoye Paderborn, de la quinta división alemana. Pero su desempeño en el campo nunca acabó de despegar. “Por todo lo que pasé en los tiempos del Santos, me quedé bastante agobiado. Solo quería olvidar y continuar jugando al fútbol, pero no lo conseguía. Los abusos que sufrí me trastornaron, me convirtieron en otra persona”. Volvió a Marabá, su ciudad natal, pero las cosas no fueron mejor: “Hice un montón de tonterías. Embestí el coche de mi hermano, me metí en cosas equivocadas y bebía bastante. No era el rumbo que quería para mi vida.”

Centro de entrenamiento del Santos, que lleva el nombre de Pelé.
Centro de entrenamiento del Santos, que lleva el nombre de Pelé.Divulgação

Resolvió recurrir en el inicio de este año a la ayuda de Luciano Pereira, un agente que había conocido  en São Paulo. Hizo las maletas otra vez al saber que el intermediario había abierto una puerta para regresar al Santos. “Mi alegría duró poco”, dice Ruan, recordando el momento en que Pereira reveló que Ricardo Crivelli había asumido el mando de la cantera del club y sería el responsable de gestionar su vuelta. “En vez de sonreír, se quedó paralizado cuando se lo conté”, afirma el agente. Ruan rechazaba volver a Santos y solo entonces el jugador confesó que “había sucedido alguna cosa complicada” entre Crivelli y él años atrás.

La denuncia de Ruan ha sacudido la vida del Santos, en un momento en que un grupo de socios quiere destituir al presidente José Carlos Peres, elegido a finaels de 2017, después de descubrir que el mandatario es socio del propio Crivelli en una empresa de representación de futbolistas. Ruan dice que ganaba 1.000 reales al mes (unos 250 euros) como jugador de la cantera, 700 pagados por el Santos y otros 300 por la sociedad de Peres y Crivelli. El presidente ha negado haber hecho pagos a Ruan y asegura que la empresa en cuestión está inactiva.

Una semana después de conocerse la denuncia, el club decidió apartar del cargo al coordinador de la cantera. El abogado de Crivelli, Adriano Vanni, rechaza con vehemencia las acusaciones: “Trabaja hace muchos años con chicos y nunca tuvo una mácula en su carrera. Confiamos en la investigación policial. Es cuestión de tiempo para que la verdad se abra paso”. Crivelli declarará próximamente a la policía, que ya ha tiene el testimonio de otro chico que también asegura haber sido acosado por el técnico en el mismo alojamiento para futbolistas donde vivió Ruan.

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