Alex Rins o la progresión de Mr. Bean

Hace unos años, cuando todavía competía en Moto3, su colega Jack Miller, hoy también rival en MotoGP, le puso el mote de Mr. Bean. Él, Alex Rins (22 años, Barcelona), el más joven de la parrilla, explica ahora que más que por el parecido físico supone que se ganó el apelativo por despistado. Que lo es. También es educado, atento y perspicaz. Y corajudo. Lo demostró este jueves, cuando afirmó no sentirse directamente afectado por la polémica en torno a Márquez y Rossi, aunque sí de cierta manera: “En aquella carrera hice mi primer podio en MotoGP, pero se ha hablado mucho más de aquello que de lo deportivo. Tenemos que empezar a pensar en las cosas importantes y dejar lo secundario a un lado”.

Las cosas importantes vendrían a ser que un chaval de Barcelona que el año pasado debutó en la categoría reina con Suzuki hoy asoma la cabeza en cada sesión entre los mejores. Y después de un gran fin de semana en Qatar, acabó en el podio en Argentina, la segunda carrera del curso. “No esperaba que fuera tan pronto, la verdad”, concedía al llegar a Austin, el circuito en el que el año pasado su temporada se fue al traste. Se destrozó la mano. Y entre unas cosas y otras, se perdió media temporada. Pero Rins, talentoso, “siempre fue de los que iba rápido, de los que peleaba por ganar carreras, de los que luchaba por el título”, por eso lo fichó Davide Brivio, director del equipo Suzuki. Y le costó poco adaptarse a las rutinas de MotoGP cuando, por fin, volvió a la competición después del GP de Cataluña.

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Es tan delgado y espigado que una de las cosas de él que más destaca Brivio, es el extenuante trabajo físico que ha necesitado para adaptarse al cambio de categoría. “Además, es un piloto que escucha, atiende a nuestras peticiones y se corrige en la pista”, añade el que fuera director de equipo en Yamaha y estuvo tantos años junto a Rossi.

Con la experiencia del año pasado, el cambio ha sido notable. “Hemos mejorado tanto la moto como yo. Mi estilo ha cambiado un poquito, ha cambiado la forma de controlar el gas, de frenar. El año pasado me costaba mucho gestionar el acelerador y el neumático trasero, pero aprendí a abrir el gas poco a poco de modo que la moto tracciona mejor y puedo salir más rápido de la curva”, explica. Y lo corrobora su jefe de mecánicos, Manuel Cazeaux, que lo que más destaca de su pilotaje es su magnífica gestión de las gomas: “No los hace sufrir. Es veloz sin exigirles demasiado, es uno de sus puntos fuertes”.

Obviamente, una mejor Suzuki ayuda, pero sus explicaciones —“es un piloto muy sensible”, apunta Brivio— han colaborado a ese desarrollo. “Es muy fino, aprovecha mucho la velocidad en la curva, saca lo mejor de la moto”, añade el jefe, orgulloso de que la Suzuki sea hoy una máquina más completa, más ágil en los cambios de dirección, mejor en cada una de sus partes, con una buena electrónica y con un motor mejor en aceleración, por mucho que todavía pueda ganar en potencia. Lo demostró Rins en Argentina con aquel podio, lo ha demostrado Iannone en Austin, rápido en cada sesión, tercero en la parrilla este domingo, con el español, 11º, en la cuarta línea.

Por cierto, asegura Brivio que el contrato para los dos próximos años todavía no está firmado. Pero lo estará. Todas las partes quieren que Rins y Suzuki sigan juntos en el futuro. Lo que no está tan claro es quién llevará la otra Suzuki. ¿Seguirá Iannone? ¿Cambiará Lorenzo Ducati por Suzuki?